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La UE se obliga al acuerdo con un fondo que recorta los subsidios a 390.000 millones

Michel encuentra una salida al bloqueo de los 'frugales' con una tercera propuesta que permite frenar los desembolsos si hay incumplimientos.

Los líderes europeos reunidos en Bruselas este lunes.
Los líderes europeos reunidos en Bruselas este lunes.
Reuters

Como primer ministro de Bélgica, el liberal Charles Michel, ya apuntaba maneras en esto de conseguir acuerdos por agotamiento. Esa persistencia sumada al momento crítico por una pandemia que sigue aquí, y al miedo a fracasar -otorgando al mundo la imagen de un proyecto europeo disfuncional-, permitían este lunes al presidente del Consejo Europeo dar con la clave para salvar la cara. Una propuesta (que se veía inminente ya desde el sábado) y que parece que va a permitir al final romper el bloqueo al que los cinco países 'frugales' habían condenado la negociación del fondo de recuperación. Perdida la cuenta de horas de discusiones, de bilaterales y confesionarios, los Veintisiete se sentaban juntos a última hora de la noche con un talante distinto; vislumbrando la salida al túnel y con el ala dura ya más controlada.

Porque en el nuevo documento aportado por Michel estaban satisfechas muchas de sus exigencias. Aunque el texto mantenía la dimensión total de 750.000 millones de euros, ahora 390.000 millones se planteaban como ayudas no reembolsables (no hay que olvidar que el punto de partida era medio billón) y los 360.000 millones restantes en créditos. La emisión de deuda de la Comisión Europea para sustanciarlo (al margen de otros ingresos) comenzaría a enjugarse a partir de 2026, y así hasta el 31 de diciembre de 2058. Una búsqueda de financiación en los mercados (la más colosal en la historia de la UE) que el norte tiene asumida desde hace meses.

Al cierre de esta edición aún planeaba la idea de que la dimensión total cayera hasta los 700.000 millones, pero la cuantía de subsidios (esos 390.000 millones) no variaba en principio. En lo que se refiere a la condicionalidad, el documento mantenía el "freno de emergencia" y en la práctica da a un país (solo o con otros) la posibilidad de tirar de él contra uno de sus socios. El matiz de la redacción está en el "excepcionalmente". Solo se haría si considerase que "hay graves desviaciones" en cuanto al cumplimiento de los distintos hitos que se marquen con cada desembolso, o en «los objetivos que sean pertinentes". La solicitud de estudio de dicho 'conflicto' se tendría que cursar al presidente del Consejo Europeo, que lo llevaría a una cumbre. Una concesión parcial a Mark Rutte (Países Bajos). Porque, en todo caso, los desembolsos 'dudosos' se resuelven por mayoría, no por unanimidad. Y se insiste "excepcionalmente".

De acuerdo con la propuesta, desgranada en más de 70 folios, El paquete de Recuperación y Resiliencia¬ -el capítulo clave del plan- se elevaría a los 672.500 millones de euros, desde los 560.000 millones iniciales; habría 312.500 en subsidios y 360.000 en créditos. Y en lo referente al presupuesto plurianual a siete años, del que cuelga todo el proyecto, se mantenía como cifra absoluta los 1,07 billones de euros. Es la inicialmente planteada por Michel y que ya recortaba en un 2% la de la Comisión Europea, que abogaba por 1,1 billones. Así que menos dinero que desembolsar, otra exigencia perenne del norte.

Cheques más altos

Además, los 'frugales' ven incrementados los 'rebates' o cheques para compensar la diferencia entre su mayor aportación al presupuesto y lo que requieren de él. Así, Dinamarca, amarraría 322 millones de euros (125 más), Alemania, 3.671 (sin cambios), Países Bajos, 1.921 (345 de incremento), Austria, 565 (328 al alza) y Suecia otros 1.069 (271 más).

Esta propuesta es la tercera (desde el 10 de julio) que pone encima de la mesa de los líderes Charles Michel, y la segunda desde el sábado. Pero, a diferencia de las anteriores, su 'autor' la definía como "resultado de mucho trabajo colectivo con todos los líderes y sus delegaciones". La 'vendía' públicamente en una declaración institucional cerca de las ocho de la tarde. Los Gobiernos, aseguraba, la estaban estudiando. Aunque conocían los detalles fundamentales mucho antes, así que no ocultaba su optimismo. "Estoy convencido de que un acuerdo es posible", insistía. Aunque no arriesgaba mucho más. Sobre todo con los plazos. Porque "los últimos pasos son los más difíciles".

La cuestión es que para entonces a Mark Rutte ya se le leía algo entre líneas. El más intransigente de los primeros ministros del ala dura había insistido en que estaba a favor de "reducir" la diferencia entre subsidios y préstamos, siempre que hubiera un compromiso de "reformas" por parte de los países que más se beneficiarían de esta bolsa excepcional de ayuda contra la pandemia, es decir, Italia y España. "Debemos asegurar que estas reformas sean supervisadas por el Consejo (los líderes en cumbre) y los ministros (de Economía en el Ecofin). Es algo decisivo". No hacía ya alusión a la unanimidad para arbitrar la opción de veto a los desembolsos, una demanda que España ha considerado siempre "inaceptable".

Pedro Sánchez, que no hablaba desde el viernes, lo hacía antes de esta (supuestamente ya sí) decisiva cumbre para pedir "empatía" a los países 'frugales'. Les ofrecía "diálogo, empatía, responsabilidad y determinación" de España. Ahí estuvo, a su juicio, la estrategia de negociación de país. Y después de la tormentosa madrugada anterior -Angela Merkel y Emmanuel Macron levantaron el tono contra la obstrucción del norte- ambos se abrían a un buen desenlace. Los dos apuntaban a las "esperanzas" del acuerdo tras conseguirse un marco negociador viable. La líder alemana, eso sí, "extremadamente prudente". Pues eso.

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