industria

Aliaga pide a Schindler que deje parte de la producción en Zaragoza y refuerce otras áreas del negocio

El vicepresidente del Gobierno de Aragón se reúne con la empresa, que se compromete a trasladar su petición a la dirección en Suiza

ASAMBLEA GENERAL TRABAJADORES SCHINDLER EN LA SEDE DE CC. OO.
ASAMBLEA GENERAL TRABAJADORES SCHINDLER EN LA SEDE DE COMISIONES OBRERAS EL PASADO SÁBADO
FRANCISCO JIMENEZ

Sin temblarle el pulso. Schindler ha decidido que no le sale rentable tener dos unidades productivas, la de Zaragoza (SDS) y Eslovaquia haciendo los mismo –cabinas, material hueco y elementos de seguridad del ascensor– y por razones de mercado y costes, ha elegido mantener la de Europa del Este. Ni los despidos de 119 personas ni que la antigua Giesa lleve 75 años fabricando son un freno para la compañía suiza si con el ERE y el cierre en Zaragoza obtiene «un mayor aprovechamiento de las economías de escala».

Pese a que el dinero manda fueron razones técnicas, productivas y organizativas las que la compañía volvió ayer a esgrimir ante el vicepresidente del Gobierno aragonés, Arturo Aliaga, para justificar su decisión de desmantelar la fabricación de ascensores en Zaragoza. «Me transmiten que es una decisión tomada en Suiza. Yo les he hecho saber que el Gobierno de Aragón lo que pide es que hagan un esfuerzo para que no desaparezca la producción de una factoría emblemática que forma parte de la historia industrial moderna de Zaragoza». Eso, primero, dijo. Después, que lo hagan de la forma menos traumática posible: «Que acompasen la decisión escuchando y hablando con el comité de empresa para encajar bien recolocaciones y , en tercer lugar, que exploren la vía de trabajadores que están muy cualificados y que con una formación complementaria se les podría capacitar para tener más oportunidades en cuestiones relacionadas con el mantenimiento de aparatos elevadores, que es su especialidad».

Pero sobre todo, recalcó el vicepresidente aragonés, «les he pedido que tengan esa sensibilidad, que hagan un esfuerzo y no desaparezca toda la producción de Zaragoza». En este sentido, recordó a la compañía que «desde el Gobierno también hemos sido siempre sensibles: reforzamos el ITA con instalaciones modernas para este sector», en referencia a las torres de ascensores que se construyeron con dinero público para que el «sector cogiera fuerza y se hiciera competitivo».

«Respuesta: lo van a trasladar»

Respecto a la receptividad que le mostró la empresa en la reunión, Aliaga señaló que «ellos me han dicho que lo van a trasladar, pero esa decisión, como suele ocurrir, siempre se toma fuera de nuestras fronteras». Incluso, precisó, «me he ofrecido a hablar con los directivos en Suiza e intentar buscar alguna otra tecnología, modelo para que se mantenga la fabricación y que dejen la parte que puedan», junto al refuerzo de otras áreas del negocio en las instalaciones de Empresarium, ya que «la capacitación de los trabajadores de esta planta se ha demostrado que es excelente y no podemos perder un activo tan importante».

Sin embargo, Schindler se ha limitado en las reuniones con el comité a decir que no hay marcha atrás en la decisión. Igual que en 2008 ordenó transferir a la planta zaragozana y a un proveedor externo eslovaco parte de las cabinas que hacía una planta francesa, que decidió cerrar en 2012, ahora le ha llegado el turno a la de Zaragoza. Será uno más de los cierres productivos que la estrategia de negocio del grupo suizo tiene en su haber. Una estrategia que viene de lejos, reconoció el presidente del comité de empresa, José Antonio Dieste: «Nos dijeron hace cinco o seis años cuando empezaron a llevarse producción a la planta eslovaca que convenía tener dos puntos de suministro en Europa por si acaso, para no tener riesgos, pero como eso no nos afectaba al empleo, salvo prejubilaciones y algún despido puntual, no le dimos más importancia». Ahora, reconoció, «vemos que lo que iba a ser una planta complementaria se lo lleva todo: deslocalizan el trabajo de aquí porque los costes laborales son más bajos en Eslovaquia».

Fuentes de Schindler volvieron a decir que este ERE «no es una deslocalización» sino que obedece a que el «60% de los componentes que produce Zaragoza van a dejar de producirse este año» y que «la voluntad de la empresa es apostar por el diálogo para llegar al mejor acuerdo posible y minimizar el impacto ofreciendo un plan social» que palie la amortización del centenar de empleos. Hoy las partes vuelven a reunirse para seguir negociando. 

Dejar en tres las cuatro fábricas de componentes

Desde 1999 Schindler concentra en cuatro plantas la fabricación y el suministro de componentes. Son las de Eslovaquia –que produce cabinas, operadores de puerta y material de hueco– con 365 empleados y una facturación (prevista a final de 2019 en francos suizos) de 106 millones; SDS de Zaragoza con 129 empleados, una cifra de negocio de 72 millones, y que fabrica lo mismo además de máquinas de reducción o Gearless; Locarno (Suiza) con 451 empleados, una facturación de 289 millones y que hace componentes electrónicos: y la suiza de Ebikon, con 106 empleados, que fabrica ascensores de alto rango y factura 45 millones. Es la SDS de Zaragoza la que Schindler va a desmantelar tras haber ido restándole producción los últimos años fruto de externalizaciones como la de las máquinas, que dejaron de ser un negocio estratégico para Schindler en 2005, o de tener que compartir desde 2012 la producción de cabinas con Eslovaquia.

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