Ganadería

La normativa sobre purines organiza “un caos” en el sector porcino aragonés

Asaja denuncia que las exigencias del decreto publicado el pasado 8 de abril está provocando la paralización de los expedientes previos del Inaga para la instalación o modernizaciones de las explotaciones.

Granja de cerdos en la provincia de Teruel
Granja de cerdos en la provincia de Teruel
Javier Escribe

Para poner en marcha una nueva explotación ganadera o ampliar la ya existente es necesario que el proyecto cuente con el informe medioambiental favorable del Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (Inaga). Una labor que se encuentra totalmente atascada por las nuevas exigencia que incluye el decreto de purines aprobado por el Gobierno de Aragón y publicado el pasado 8 de abril.

Así lo ha denunciado este jueves los representantes de Asaja Aragón, que han trasladado al consejero de Desarrollo Rural del Gobierno de Aragón su preocupación por el “caos” que esta normativa está provocando en la ganadería aragonesa. “Este decreto puede bloquear el desarrollo del porcino en la Comunidad, pero también del resto de los sectores ganaderos”, ha advertido la organización agraria que alerta además de los perjuicios que la situación está generando también en la agroindustria ya instalada “y en la que se pretenden implantar en un futuro inmediato”.

Asaja ha explicado que para realizar explotaciones ganaderas o modificar las existentes es necesario la incorporación de un plan de gestión de los estiércoles o purines que regula este decreto, que exige además una evaluación de los efectos acumulativos de la aplicación de nitrógeno de origen ganadero como fertilizante. “La incorporación de dicho efecto acumulativo en los 5 kilómetros adyacentes a la explotación, sin haber dado instrucciones claras sobre qué significa, cómo y a quién se aplica dicho anexo está generando el problema”, ha detallado la organización. Para Asaja el no haber solucionado las tablas de referencia de producción, ni la cantidad de nitrógeno producido por plaza ganadera y no contemplar la posibilidad de extracción de las dobles cosechas o de cultivos que sobrepasan las 210 unidades fertilizantes de nitrógeno (UFN, equivalente a 1 kilo de nitrógeno), tiene como resultado, en muchos casos, “que las granjas o los proyectos se encuentre en zonas de saturación con impactos severos o críticos”.

La norma establece que en zonas de saturación superior del 50% supone un impacto crítico y por ello no se pueden utilizar los estiércoles y purines como fertilizantes. “La administración exige una solución técnica para valorar positivamente el proyecto en el Inaga”, ha detallado la organización agraria, que ha criticado que dichas soluciones (plantas de biogás, gestores de residuos…) no son aplicables hoy en día en la comunidad, por lo que “se están paralizando las autorizaciones ambientales de ampliación o construcción de nuevas instalaciones ganaderas”.

Cuando la saturación se sitúa entre el 0% y 50% la norma considera “severo” el impacto y exige medidas correctoras que deben reducir el contenido de nitrógeno en la fertilización. En este caso sí existen soluciones técnicas viables en el mercado, “pero hoy en día no se tiene experiencia suficiente para implantarlos a prisa y corriendo sin saber por parte del ganadero que medida es la más interesante en cada caso”, ha advertido Asaja.

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