Los cerealistas aragoneses temen "graves pérdidas" si no llueve en los próximos 10 días

La falta de precipitaciones y el calor comienzan a secar una producción que se esperaba "muy abundante". Las reservas garantizan el regadío, pero preocupan las segundas cosechas.

Campo de cereal de invierno en Caspe hace una semana.
Los cerealistas aragoneses temen "graves pérdidas" si no llueve en los próximos 10 días
uaga

"Parece una buena cosecha, pero ya está muy seco". "En Muel se está perdiendo todo el cereal, las viñas aguantan pero hace falta agua ya". "De Calamocha a Caminreal pinta muy mal para muchos campos que ya no se recuperarán aunque llueva. De Monreal a Teruel, peor. Las tierras más frescas aún aguantan pero cada día que pasa es un desastre, los trigos empiezan a amarillear, están espigando y salen coronas, aunque si lloviera se arreglaría". "En Jacetania estamos en un punto crítico. Los cereales claman agua". "Por Ballobar los secanos aún aguantan pero alguna zona en la que ha llovido menos empieza a padecer". "El cereal bajoaragonés está ya al límite, las comarcas mas bajas no sé si responderán. Les hizo mucho calor ya estos días".

Son los comentarios que de norte a sur de la Comunidad hacen los agricultores aragoneses, "muy preocupados" por los daños que la falta de lluvias comienzan a hacer visibles en los cereales de secano. No se cuantifican pérdidas, pero las organizaciones agrarias ya adelantan que las habrá porque la ausencia de precipitaciones ha amarilleado los campos, ha hecho que la planta espigara más rápido y está perjudicando el ahijamiento –formación de tallos (hijos) que luego darán otras tantas espigas–. Y advierten: "Si no llueve en los próximos diez días, las pérdidas serán graves y cuantiosas", coinciden en señalar UAGA, Asaja Aragón, UPA Aragón y Araga.

A la preocupación que recorre el campo aragonés se añade además "bastante frustración", explicó ayer el secretario general de UAGA, José Manuel Penella, porque, como recordó el sindicalista, la campaña arrancó con inmejorables expectativas y se preveía "una buena producción".

Los peores presagios se viven en la margen derecha del Ebro, especialmente en la comarca del Jiloca y el Bajo Aragón, turolense y zaragozano, donde los cultivos, especialmente cebada, avena y centeno, ya registran estrés hídrico. Incluso desde UPA-Aragón, su secretario general, José Manuel Roche, destacó que en el sur de la Comunidad "hay una sequía importante que se ha llevado por delante el 50% de la producción". Y en la Hoya de Teruel, advierte, "si no llueve ya, no cosechamos".

"Costes más elevados"

Hay además otro matiz que empeorará los resultados económicos de los cerealistas. Y es que, como explicó el presidente de Asaja-Huesca, Fernando Luna, "en zonas áridas, como los Monegros, dado que la cosecha venía muy bien, se ha realizado una inversión importante en abonos, fertilizantes... con lo que los costes de producción han sido mucho más elevados. Si la cosecha se reduce, el rendimiento será cero", advirtió.

La falta de lluvias no es el único problema. Las altas temperaturas no son un buen aliado. Por el día hace demasiado calor y la planta responde echando la espiga, que por la noche se resiente con el impacto de una caída brusca del mercurio y se seca. Por eso, según insistió Luna, "todo dependerá también de la temperatura de los próximos días". Unas advertencias que repite también el presidente de Araga, Jorge Valero, que explicó en que "la situación es crítica", que la "cosecha se va a quedar muy pequeña" y que "si no llueve en diez días estará perdida".

Sin embargo, todos ellos reconocieron que aun podría haber recuperación, porque "el agua es verde", es decir si llega la lluvia algunos de los cultivos afectados podrían volver a reverdecer.

Reservas hídricas

Mientras, el regadío cruza los dedos. "De momento no hay problemas", reconocieron los representantes agrarios, que recordaron que en estos momentos las reservas hídricas son suficientes y la nieve en el Pirineo registra también buenos niveles. Pero, alertaron de que esta primavera "más seca de lo esperado" comienza a generar una incertidumbre que no existía al comienzo de la campaña de riego. Y se teme especialmente por las segundas cosechas.

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