Balay o la valentía de emprender en la España de 1947

?Un libro evoca los 69 años de un negocio ideado por dos visionarios, Bayona y Lairla, que crearon una marca y la bautizaron con la suma de las sílabas
iniciales de sus apellidos.

Cristina Espinosa, de BSH; Manuel Teruel, de Cámara; José Longás, de BSH; y el autor Ricardo Giner.
Cristina Espinosa, de BSH; Manuel Teruel, de Cámara; José Longás, de BSH; y el autor Ricardo Giner.
R. Vicente

Balay cerró ayer un capítulo de su historia, la de contar sus primeros setenta años de vida con la presentación del libro que los resume a lo largo de 345 páginas. Su autor, Ricardo Giner, que ha trabajado durante 40 años para la marca y que ya está jubilado, se comprometió justo hace un año, al inaugurar la exposición ‘Érase una vez Balay’ en la Cámara de Comercio, por la que pasaron más de 15.000 personas, a dejar por escrito constancia de lo vivido. Y ayer tras un año de investigación –con momentos malos en que se le cayó el alma a los pies al descubrir que los archivos de las fábricas de Montañana y La Cartuja estaban vacíos, y también buenos al descubrir que iban apareciendo fotografías, planos y que unas cosas le llevaban a otras– pudo presentar el fruto de su trabajo. "En realidad, no es mi libro, es el libro de casi todos los que estamos aquí" dijo, ante un salón de plenos de la Cámara lleno a rebosar de directivos y trabajadores de BSH España que no quisieron perderse la presentación de ‘Una historia sobre nuestra historia’. En primera fila estuvieron algunas de las primeras mujeres que trabajaron para la firma como Concepción Aguilar, Concepción Pueyo o M.ª Carmen Ortega, pero que abandonaron la fábrica cuando se casaron porque así lo establecía la ley de entonces. Tampoco faltó al acto una de las hijas del fundador, Celia Bayona Uriel, a la que el consejero delegado de BSH España, José Longás, hizo entrega de un libro dedicado a su madre, Felisa Uriel, que por su avanzada edad no estuvo, pero que fue copartícipe en la apuesta de su marido por crear Balay que casi 70 años después da empleo a unos 2.000 trabajadores en Aragón y a 4.000 si se suman las fábricas de Santander y Esquíroz (Navarra).


"Los empresarios de aquella época eran héroes", reflexionaba el directivo José Longás. "Con 70.000 pesetas (420,7 euros) de entonces", recordaba el autor del libro, Ricardo Giner, fueron capaces de arreglar lo que era una antigua cuadra en la calle San José de Calasanz y reconvertirla en una fábrica de componentes eléctricos que en dos años tuvieron que trasladar al número 38 de la calle Pradilla ya con 17 operarios y un tercer socio para ir cogiendo poco a poco más productos del hogar y, ya en 1951, convertirse en Industrias Radio-Eléctricas Balay S. A. Los ideadores de este negocio, el navarro autodidacta Esteban Bayona y el ingeniero técnico industrial José M.ª Lairla, nacido en Barcelona aunque su familia era de Vicién (Huesca), fueron, junto con el tercer socio –el industrial zaragozano Alfredo Sarto Pina, al que le compraron el local de Pradilla–, los visionarios que vieron un filón en los productos que hacían más fácil la vida en el hogar, lo que con el paso del tiempo serían los populares electrodomésticos. Precisamente, son las sílabas iniciales de los apellidos de los fundadores –‘Ba’ sumada a ‘Lai’, pero reconvertida en ‘lay’ para darle más empaque– el embrión de esta marca.


Ha sido un salto de gigante, recordaba Ricardo Giner. "Me ha salido un libro gordo, pero era mucho lo que había que contar desde el año 47 hasta los noventa en que Balay pasó de la tecnología del pedal a la electrónica y digo esto porque entonces se utilizaban máquinas de coser para hacer transformadores hasta que llegaron las primeras lavadoras en la década de los 50". Tres épocas claramente delimitadas, la de la posguerra, la de los difíciles años 70 con la reconversión industrial y "con fábricas para aburrir", según Giner, en la que hubo que reinventarse, y ya la de los 90 en que la innovación fue clave con las placas de inducción. "Lo que une este tiempo y los 40 años trabajados para la marca son una cultura empresarial basada en la honradez y la responsabilidad". Como recordó la hija del fundador, los lemas de su padre de "Balay escribe con remite" y "para tener un futuro mañana, el hoy debe estar bien hecho" siguen estando en el espíritu de la compañía. Y es que como dijo Longás, "pese a sus 70 años, Balay sigue siendo una marca joven, integrada en la multinacional BSH, muy internacional pero anclada a la tierra donde nació y con los valores de entonces".

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