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Oliveira retoma el fusil

REAL ZARAGOZA

Cargó el balazo de derechas con una ligera y fiera espontaneidad, en esa clase de disparo que frecuenta, similar a un "drive", con su bota haciendo de cabeza ferrosa de un palo de golf y con su pierna como mástil, impulsando. Descargó, y el balón reventó el poste. Oliveira lanzó un lamento y se acostó sobre el cesped: el chute le había mordido en el muslo derecho.


Fue un pinchazo y un susto. En principio se temió alguna lesión. Abandonó el entrenamiento cojeando, acompañado de Jerónimo Roldán, uno de los fisioterapeutas del Real Zaragoza, y del doctor Villanueva, jefe de los servicios médicos. Pero una primera exploración visual descartó dolencias graves.


Hoy, probablemente, trabaje a un ritmo menor, por precaución, pero su participación frente al Getafe, salvo que la molestia se agrave, no corre peligro.


Porque Manolo Villanova, tal y como mostró en su ensayo de ayer, planea devolver a Oliveira al once titular y a su espacio preferido, la punta de ataque, después de utilizarlo frente Almería y Valladolid escorado en la izquierda, con funciones de extremo.


Ricardo Oliveira desplazaría así al banquillo a Diego Milito y quedaría como referencia absoluta en la delantera del Real Zaragoza que se mida al Getafe. Retomaría así el fusil, dentro de un sistema, el probable 3-3-3-1 desplegado por Villanova en la sesión de ayer, que le exigirá sus virtudes de cabecera: verticalidad, potencia y eficacia.


El ariete brasileño tendrá así una nueva oportunidad para reencontrar el gol perdido lejos de La Romareda. Su único grito como visitante data del primer partido de la temporada, cuando en Murcia dibujó aquella hermosa elipse que rompió la escuadra rival. Desde entonces, agua. Goles para casa, hasta cobrarse 11 de sus 12 tantos totales.


La crisis del Príncipe y del gol


Su regreso a la alineación conllevaría la suplencia de Diego Milito. El Príncipe no atraviesa momentos fáciles. Navega entre los problemas físicos y el infortunio. Nada le sale, ni el acierto ni el aliento. Ha perdido filo, su contador se ha detenido en 15, y solo ha marcado un gol (de penalti) en los últimos diez partidos. En consecuencia, el premio Pichichi se ha escapado rumbo al sevillista Luis Fabiano.


Su desgaste, y la discontinuidad de Oliveira, explican la devaluación anotadora del Real Zaragoza durante la segunda vuelta. En los doce partidos disputados tras cruzar el ecuador de la temporada, el conjunto aragonés ha anotado doce goles, mientras que en el mismo tramo de la primera vuelta la producción anotadora se alzó hasta los 19 . Como ejemplo, Diego Milito sumaba entonces un gol más que ahora (5) y Oliveira, dos (6).


Lejos quedan los días en los que la pareja de delanteros del Real Zaragoza desafiaba a las duplas atacantes más prestigiosas del continente.


Sin duda, el trasiego de entrenadores y el afán por proteger las carencias defensivas del equipo ha perjudicado a ambos. Primero Irureta estiró la manta hacia la cabeza y luego Villanova retiró a uno de ellos al banquillo.


El estado comatoso del Zaragoza llama a gritos a sus goles. Con sus versiones reales la salvación incrementa las opciones. El domingo, es turno para Oliveira.