REAL ZARAGOZA

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El Real Zaragoza, en un partido igualado, mostró mejor cara que en los anteriores amistosos. Soriano adelantó al Osasuna y Gabi logró el empate, ambos goles en la segunda parte. El equipo de Gay, con notables bajas, volvió a evidenciar carencias en ataque y en la creación.

Pandiani intenta el remate ante la oposición de tres jugadores del Real Zaragoza.
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EFE

El Real Zaragoza lavó ligeramente su cara ayer después de lo que había mostrado en los tres bolos de pretemporada jugados hasta ahora. Ante el Osasuna, un rival de Primera, el equipo de Gay se mostró serio, pero dejó claro que falta pegada arriba y que su capacidad de creación en la medular es demasiado escasa.Sin hacer nada del otro mundo, el Real Zaragoza cuajó una primera parte con cierto empaque. En cualquier caso, mejor que el Osasuna, al que se apreció menos rodado, tomándose Camacho el duelo con menor intensidad que su colega Gay (el número de cambios es un dato descriptivo del valor que uno y otro pudieron dar al ensayo). Los primeros 45 minutos, a grandes rasgos, pueden resumirse así: el Osasuna tuvo algo más el balón, intentó con mayor énfasis la combinación, pero careció de llegada al área de Doblas. Y el Real Zaragoza, a la expectativa atrás y saliendo al contragolpe cuando le era posible, fue capaz de generar las ocasiones más claras ante la portería rival.

El 0-0 del descanso sonó a injusto por las dos opciones de marcar tan claras que marraron Marco Pérez y el canterano Edu García. Ambas debieron ir a las redes navarras. La primera, en el minuto 15, la sacó bajo palos el central Echaide después de que La Sombra Pérez rematase cruzado un mano a mano ante Riesgo que le había proporcionado Jorge López en una brillante acción al borde del área. Y la segunda, en el minuto 32, acabó en el larguero osasunista tras un voleón de Edu García dentro del área después de un balón colgado por Diogo. Fue una pena que el Zaragoza no se adelantase en el marcador, circunstancia que, además de merecida, habría dado mayor confianza a un equipo que está todavía torpe en muchos aspectos tácticos. Mucho más, si faltan piezas básicas en el engranaje actual -que no se sabe si será el definitivo dentro de un mes- como Contini, Lafita y Obradovic, ausentes ayer por diversas molestias físicas.

Lo mejor de esa primera fase del partido lo dejó Jorge López, una pieza a recuperar por Gay por su alto valor técnico en un equipo que necesita imaginación y talento a raudales. El logroñés estuvo muy activo en todos los contraataques, curiosamente abandonando la banda izquierda -donde se supone que debía pegarse- y trazando muchas diagonales hacia el centro, en la franja del media punta. Los clásicos detalles de Ander Herrera -un par de pases al hueco de su fábrica- y el intento de mando de un intermitente Edmilson también llamaron la atención.

Atrás, Osasuna no dio demasiada guerra. Solo una penetración de Sola nada más empezar, que culminó con un remate desviado, llevó peligro ante Doblas, que jugó los 90 minutos (síntoma de que Leo Franco será titular todo el partido el próximo miércoles en Inglaterra ante el Wigan). La zaga zaragocista cumplió sin alardes, con algún pequeño error en Jarosik que no fue a mayores.

La segunda mitad fue otra historia. El Zaragoza dio muestras de fatiga, algo natural a 31 de julio. Mientras, el Osasuna, con un once totalmente nuevo, se movió con mayor agilidad, sobre todo en el primer cuarto de hora. A ello le ayudó mucho adelantarse en el marcador, fruto de un derechazo del aragonés Soriano quien, nada más reiniciarse el partido, se sacó de la chistera un disparo que desde fuera del área que entró junto al palo.

Cuando las previsiones eran peores para los de Gay, sin apenas recambios en el banquillo, el partido volvió a equilibrarse gracias a que Gabi anduvo listo para aprovechar un grave error defensivo de Roversio y Flaño -los centrales- en el despeje de un centro de Diogo. El capitán zaragocista bendijo el regalo y chutó con fuerza en el área para superar a Ricardo por alto y hacer justicia en el marcador.

Ya antes, Braulio lo pudo haber hecho a bocajarro, pero llegó tarde a un centro cerrado de Ander Herrera, en la única penetración con cierto criterio que inventó el medio campo zaragocista. Al final, las tablas contentaron a todos y dieron forma a un choque muy igualado en el que, esta vez sí, aún con sus carencias, el Zaragoza estuvo firme y dio muestras de progreso.