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Samu destapa las carencias recurrentes de la SD Huesca

El equipo azulgrana acusa la falta de gol, mal endémico de toda la temporada. A falta de fichajes, exprime un plantel desgastado.

Foto del partido SD Huesca-Girona, de la jornada 22 de Segunda División
Un cabizbajo Pedro Mosquera, al final del partido con el Girona.
Javier Navarro

Con los números en la mano, con las sensaciones en el estómago o con la suma de los dos factores, a la SD Huesca no le alcanza en el año nuevo para revocar la tendencia del viejo. La dinámica de equipo exprimido hasta el límite de sus posibilidades, que puede tirar 17 veces a portería sin esquivar la percepción de que hasta aquí ha llegado. A la espera de la anunciada catarata de fichajes en la revolución invernal, el análisis de la derrota ante el Girona posee mucho de partido ya visto esta misma temporada y de páginas de un libro viejo que necesita una reedición ampliada y rectificada.

La segunda derrota frente a los catalanes en espacio de tres semanas, por el mismo 0-1 en la Copa y en la Liga, se diferencia de la primera en el amor propio del tercer acto. Porque el encuentro se dividió en tres partes. Una primera, hasta el descanso, nivelada entre dos conjuntos que se apagaban al llegar al área rival y mostraban un talante entre el respeto y el temor mutuos ante las numerosas bajas que presentaban ambos bandos.

Entre el receso, con el percance sufrido por Florian Miguel, y el golazo de Samu Saiz, los azulgranas se extraviaron en unos minutos de desconcierto tras los que solo cabía reaccionar como sucede en estos casos: con más corazón que cabeza y desorden que concierto. Fueron apenas diez minutos en los que el conjunto de Xisco Muñoz se extravió y un arreón final cuando se estaba jugando una final por el ‘play off’. Todavía en la jornada 22, se trataba de una situación delicada: en ganar o perder se encontraba la diferencia entre terminar el fin de semana a tres puntos de la sexta plaza o, como sucede ahora, a siete.

Los oscenses viven en una continua contradicción que solo se resolverá por la vía de las novedades invernales que ha abierto Lago Junior. O eso se espera. El equipo ataca más pero mete menos goles, solo siete en los diez partidos del balear en el banquillo. Ha ganado en solidez con la defensa de tres centrales como último recurso ensayado pero abre la puerta al rival en situaciones como la del tanto del exazulgrana, precedido de un mal despeje de Marc Mateu. Cuando se necesita mucho para dañar a un rival que se impone con poco el diagnóstico suele ser pesimista.

El Huesca se ha estancado desde el triunfo ante el Real Valladolid en El Alcoraz. Los empates ante Sporting y Alcorcón con los que se cerró 2021 no difieren demasiado del panorama presente. Ha tenido que lidiar en los últimos días con un rival mucho más temible que cualquier equipo de Segunda División, la covid-19, del mismo modo que el resto del fútbol español y que un Girona que compareció sin el pichichi de la categoría de plata, Stuani.

Con las fuerzas al límite, sin gol y durante el resto del mes sin Nwakali. Con Xisco como asidero, enero va a definir el resto de la temporada y el Huesca no presenta las mejores condiciones. A siete puntos del ‘play off’, que parece lo de menos en una liga tan cambiante, y mucho más lejos de la mejor versión posible.

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