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Fallece José María Mur, expresidente de la SD Huesca e impulsor de El Alcoraz
El que fuera mandatario en dos etapas y figura clave de la historia moderna de la entidad, ha fallecido este jueves a los 83 años.
El fútbol oscense llora este jueves la muerte de José María Mur Coronas, figura clave en la historia de la SD Huesca e impulsor del estadio de El Alcoraz inaugurado en 1972. Mur ha fallecido a los 83 años y deja un legado fundamental para entender la historia de la entidad, de la que era un apasionado divulgador, y clave para garantizar la supervivencia de la entidad y asegurar su presente y futuro. La capilla ardiente se ha instalado en el Tanatorio de Huesca y el funeral tendrá lugar este viernes a las 11.00 en la basílica de san Lorenzo.
Mur fue presidente azulgrana entre 1967 y 1975, un periodo que sienta las bases del club y lo adapta a las necesidades de la época. Accedió al cargo con solo 30 años y después de desarrollar su carrera futbolística en la ciudad. Profesor de vocación y empleo, dio un giro definitivo a un club todavía joven, fundado en 1960 con la denominación todavía vigente de Sociedad Deportiva Huesca. Con el proyecto y realización del nuevo estadio se puso fin al peregrinaje que llevó a la entidad a instalaciones como Villa Isabel, ya desaparecida, o el campo de San Jorge. Inaugurado el 16 de enero de 1972, costó 15 millones de pesetas (unos 90.000 euros) y pronto celebrará su 50 cumpleaños.
En El Alcoraz levantaría Luis Ausaberri el trofeo de campeones de España aficionados, primer título nacional de la entidad, en 1974. El mandatario volvió a asumir un papel principal en la temporada 1984-85, cuando se puso al frente de una junta gestora para salvar al club de la quiebra económica y acercarla en lo deportivo al ascenso a Segunda B. En los últimos años hizo acopio de una colección particular relacionada con el club azulgrana que abarca desde crónicas a objetos personales y que quizá algún día vea la luz. Se ha ido el que podría considerarse el ‘Santiago Bernabéu’ de la SD Huesca aunque a José María Mur, barcelonista confeso, no le habría terminado de convencer la analogía.