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Míchel Sánchez se sentará en el banquillo ante el Betis

La dirección deportiva ratifica la labor del técnico tras la derrota con el Barcelona. Al menos, hasta el partido con los verdiblancos.

SD Huesca-FC Barcelona
SD Huesca-FC Barcelona
Rafael Gobantes

Un Míchel Sánchez más humano y desarmado que nunca verbalizó tras la derrota ante el FC Barcelona (0-1) la posibilidad de su destitución como técnico de la SD Huesca. De momento, no va a ser así. La dirección deportiva le sigue otorgando su confianza, al menos, durante dos partidos más: el de este jueves ante el Alcoyano en la Copa del Rey y el del lunes 11 de enero con el Betis de nuevo en El Alcoraz (21.00, Gol). El primero, intrascendente; el segundo, clave para el futuro del equipo azulgrana en Primera División y que ejercerá de termómetro para medir la capacidad del técnico para sacar adelante la situación.

En declaraciones a la televisión que ostenta los derechos de LaLiga, y aún en caliente pocos minutos después de haber caído con el equipo de Ronald Koeman, Míchel se mostró frágil, con los ojos húmedos y esa media sonrisa que solo sacan los que están rotos por dentro. "Tengo miedo de perder mi puesto porque estoy enamorado de estar aquí y de trabajar con la ilusión que tengo y el respeto de todo el mundo", declaró en esos minutos que pronto se hicieron virales incluso a nivel nacional. Después, en la sala de prensa, Míchel matizó ese temor a ser despedido. Una posibilidad que, como también señaló, no depende de él.

El madrileño se reunió, en el interior del estadio y tras el choque, con los responsables de la entidad con los que habitualmente se evalúa la situación del equipo y estos le transmitieron tranquilidad y confianza. Una paciencia que, como saben el club y el propio Míchel, se estirará más allá del partido con los béticos si el resultado es positivo. En esa misma entrevista televisiva, el preparador aludió de inmediato a la situación que más condiciona su futuro: la única victoria en 17 jornadas. Por encima del estilo, del juego y de la eficacia, la losa de los 12 puntos sumados es el principal argumento para considerar la destitución del preparador que devolvió a la SD Huesca a Primera.

Y es que Míchel es prisionero de sus propios argumentos. La estimación que se realizó antes del partido de Granada, hace seis jornadas, aludía al número de puntos que el cuerpo técnico consideraba necesarios para afrontar el año nuevo y la segunda vuelta con opciones reales de permanencia. Y estas se resumen ahora en que resulta imprescindible derrotar al Betis y al Getafe para alcanzar el ecuador del campeonato con 18 puntos. De alguna manera, a mitad de camino de la salvación. O, probablemente, ni eso puesto que el promedio de las últimas temporadas está más cerca de los 40 o incluso de los 42 que de los 36.

El peligro, cada vez más real, de que la ausencia de victorias más allá de la obtenida ante el Alavés amplíe la brecha con respecto a la salvación hasta hacerla casi insalvable también juega en contra del entrenador. La realidad, terca, sigue imponiendo las comparaciones con el Huesca de hace dos temporadas. Y aquél sumó 11 puntos al final de la primera vuelta, solo uno menos de lo que se atesoran en este momento. El cuadro dirigido entonces por Francisco alcanzó este cruce de caminos entre el desastre y la esperanza a 10 puntos del primero de los rivales que entonces estaban fuera de la quema.

El temor a quedarse descolgados en la pelea atenaza al equipo oscense, que no encontró el necesario punto de inflexión en el triunfo de hace cuatro jornadas. Desde entonces, la SD Huesca ha perdido tres de sus cuatro partidos. Ante Athletic (2-0), Celta (2-1) y Barça se dieron características comunes; en los dos primeros casos, una buena puesta en escena que no culminó en resultados positivos. Los blaugranas sí fueron muy superiores. En los momentos en los que se agarró sus opciones, el conjunto de Míchel acusó la falta de definición que le acompaña toda la temporada.

El madrileño había advertido tras Balaídos y en la previa de la visita del Barça de la necesidad de dar "una vuelta de tuerca" a los planteamientos tras 16 jornadas en las que estos habían sido continuistas con respecto a la temporada del ascenso. Lo hizo con una defensa de tres centrales y dos carrileros y un centro del campo armado con la titularidad de Seoane.

El problema residió en que la posesión en las botas del equipo de Koeman convirtió el partido en un ejercicio defensivo para el que este conjunto no está diseñado. El choque con el Betis señalará si se sigue apuntando en esta dirección, en el transcurso de un mercado de fichajes que se anuncia austero, y en qué situación deja a Míchel Sánchez.

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