La SD Huesca busca el triunfo ante una Real al alza

La SD Huesca persevera en busca de la primera victoria. La tiene cerca, la roza y la quiere rodear con sus brazos. La merece. Se le ha escurrido entre los dedos en lo que va de campeonato y la rastrea. Las pistas le llevan este domingo a San Sebastián, quizá al estadio menos propicio posible (21.00, Movistar LaLiga). Una Real Sociedad que hasta el Clásico ha liderado la Primera División se antoja como una montaña altísima. Del Cantábrico emerge un gigante blanquiazul, repleto de estrellas, al que se respeta pero no se teme. Los azulgranas confían en sus propias fuerzas y en los argumentos que les hacen caminar por la categoría con orgullo. ¿Y si este es el día?

Para que lo sea, los de Míchel Sánchez miran a los txuri urdin y observan un reflejo de lo que aspiran a ser. Salvando las distancias, son dos equipos tan bonitos como trabajadores. El Huesca ya no es aquel cadáver exquisito de hace dos temporadas, que hacía amigos allá donde jugase con su poca puntería y las escasas prestaciones defensivas. Ha regresado para competir. Y compite. Cuatro empates consecutivos, cinco en seis jornadas, saludan a su paso a los azulgranas. Merecieron más ante Valencia y Elche y respondieron bien a la complejidad de los partidos con Villarreal y Atlético. Solo hicieron torcer el gesto el día del Cádiz.

Y el 2-2 ante el Real Valladolid puede ejercer de revulsivo para lo que está por llegar. La súbita reacción, con los goles de Rafa Mir y el debutante Sandro a los seis segundos de pisar el césped de El Alcoraz, derribaron el temor a que los delanteros de la SD Huesca carecieran de filo. Lo tienen. El portero de los pucelanos se interpuso entre el equipo oscense y la victoria. Aquel punto dejó insatisfechos a los azulgranas, pero hablar de justicia en el fútbol es inane. Ahí reside también parte de su atractivo. Los de Míchel Sánchez han tomado impulso en la última semana, pendientes del estado físico de un Shinji Okazaki que ha vuelto a entrenarse con el grupo pero no está aún en disposición de jugar.

De nuevo sin el japonés, cabe pensar en que Mir y Sandro se repartan la responsabilidad goleadora. Quizá jugando de inicio. El murciano tiene esa misma mirada del tigre que exhibió en los meses de junio y julio y que ayudó al campeonato de Segunda División. Y el canario regresa al antepenúltimo estadio de Primera en el que actuó, sin fortuna. Su paso por la Real Sociedad fue tan olvidable como extraordinario su debut en El Alcoraz. Por detrás del punta, o acostado en una banda, puede interpretar bien las necesidades del equipo y darle fluidez en la transición ofensiva. Es más que un rematador y ha llegado con sed y hambre.

La covid-19 volverá a impedir a Mikel Rico vestirse de corto, por lo que el inamovible Pedro Mosquera recibirá con los brazos abiertos el concurso de Jaime Seoane; Míchel puede reforzar el centro del campo con otro pivote puro o bien seguir optando por Borja García. Variantes tiene, incluso la de dar la alternativa a Idrissa Doumbia. En defensa, Pablo Maffeo se ha recuperado de las molestas físicas que le han atenazado durante la semana y el entrenador respira: de haber faltado el catalán y sin Pedro López, hubiera tocado emplear a otro jugador fuera de sitio para el lateral diestro, como en Elche.

En el Reale Arena-Anoeta sonarán tambores de guerra y también violines. La Real es un conjunto atractivo, lleno hasta arriba de internacionales y con David Silva como fichaje estrella que añadir a los Oyarzabal, Mikel Merino y compañía. El Huesca se reencontrará con Álex Remiro; misión, marcar goles que enfríen la noche donostiarra y calienten el corazón de un equipo que ve con envidia sana cómo el Cádiz y el Elche medran en la Liga.