La alegría interiorizada no deja de ser alegría. Los aficionados de la SD Huesca explotaron de júbilo con el pitido final y saltaron, se emocionaron y brindaron en sus domicilios y en los bares en los que se pudo seguir el partido con el Numancia. Pero no se repitieron las imágenes de aquel 22 de mayo de 2018, que apenas encontraron un pálido, muy pálido reflejo en la euforia por el ascenso. Los seguidores azulgranas respetaron las indicaciones que en los días previos se habían lanzado tanto desde las autoridades como desde el club para evitar males mayores en unas fechas en las que el panorama por el coronavirus vuelve a ser amenazador.

La Policía blindó la plaza de Navarra, a donde solo se acercaban tímidamente los aficionados porque este lugar es emblema de los ascensos del equipo. "Un hito histórico por el segundo ascenso en dos años y una celebración descafeinada. Las calles tendrían que estar llenas pero con esta situación, a celebrarlo de forma individual y contenida y en casa", comentaba Jesús Herranz, mientras a lo lejos sonaban los cohetes y las bocinas de los coches por las calles.

Los empleados del club lo vivieron en el Casino, muy cerca de la fuente de las Ninfas, rodeada de vallas y de agentes. Lo hicieron con muchos nervios hasta el último segundo pendientes de otros partidos. "Es un sueño cumplido, hemos hecho historia otra vez. Es bueno para el club y para la ciudad", en palabras de Sergio Peiró, quien reconoció que era difícil hacer la carambola.

Por la plaza pasaron también Javier Borau, Raúl Pardo y Javier Martínez, que como la mayoría vieron el partido en un bar, con distancia de seguridad y mascarilla. "Vamos a tomar algo para celebrarlo pero con precaución, no están las cosas para concentrarnos todos en la plaza", coincidieron. Algunos llegaron de otras ciudades de la provincia, como el montisonense David Sesé. "Nos basta con ver a la gente, cantar un poco y levantar los brazos", aseguraba. Y también aparecieron muchos niños. "He visto el partido en casa pero ahora hemos salido a ver cómo lo celebraba la gente", contaba Iker Grande, quien aún recuerda la multitudinaria fiesta de hace dos años y ya está deseando volver a El Alcoraz para ver a sus ídolos otra vez en Primera.

A falta de pisar El Alcoraz y de bañarse en la fuente de la plaza de Navarra, la hinchada hizo llegar sus mensajes de ánimo por diferentes vías. Las redes sociales bulleron de actividad y muchos hicieron caso a la SD Huesca, que había solicitado llenar los balcones de banderas, bufandas y camisetas y hacer atronar el himno a las nueve de la noche, al tiempo que se ponía en marcha otro partido para la historia. Como en 2015, el club ascendió en casa, a diferencia de Écija en 2008 y Lugo en 2018, tocaba hacerlo al calor del estadio.

En previsión de que no hubiese que esperar a la cita del lunes en Gijón, y con la capital oscense incluida dentro del listado de localidades aragonesas en fase 2, se valló la plaza de Navarra y también se impidió el acceso a El Alcoraz desde dos horas antes del encuentro. Se puso énfasis en que en los bares y terrazas se respetase la normativa, en especial en lo relativo a la instalación de pantallas, y se puso en marcha un dispositivo policial. Siete coches de la Policía Local y numerosas patrullas de Policía Nacional componían el dispositivo, que se extendió a las calles aledañas, con algunos agentes de paisano para evitar aglomeraciones.

A lo largo de la semana, tanto desde las instituciones como desde el propio club y la plantilla se habían realizado llamamientos a la contención. "Hay que evitar concentraciones como en otras ciudades, es un grave riesgo para la salud pública", reiteró el alcalde Luis Felipe.

En Twitter, el presidente Lambán, felicitó al club "por su extraordinario éxito al lograr regresar a Primera División en una sola temporada", lo que refleja "lo bien que han hecho las cosas". El Ayuntamiento se congratuló por otro sueño cumplido y agradeció a la SD Huesca "por hacernos vibrar y darnos esta alegría en estos momentos complicados".

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