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Juan Carlos es el rey

La necesaria vuelta de tuerca introducida por Míchel tras los últimos resultados funcionó y giró en torno al mediapunta gallego: un gol y una asistencia para que la SD Huesca derrotase al Elche (2-0).

Juan Carlos Real celebra el gol que ha marcado al Elche en El Alcoraz.
Juan Carlos Real celebra el gol que ha marcado al Elche en El Alcoraz.
Verónica Lacasa

Las meigas de Lugo enfocaron a la Sociedad Deportiva Huesca hacia una necesaria vuelta de tuerca. Si en el Anxo Carro salió casi todo mal, este domingo en El Alcoraz se han hecho tantas cosas bien que, si hay que empezar por alguna, se puede hacer por el sobresaliente partido de Juan Carlos Real. Pero tampoco hay que dejar de lado los dos laterales profundos, la feliz reaparición de Dani Raba o el concurso de Cristo al lado de Okazaki, goleador de nuevo. Los azulgranas se han quedado con un marcador corto, muy corto (2-0), pero convencidos de que han salvado el primer momento crítico del curso sin traicionar sus ideas.

Míchel Sánchez, el hombre tranquilo, ha sabido reinterpretar sin aspavientos que el Huesca necesitaba evolucionar. No es que se hubiese agotado en una fase tan temprana de la campaña, ni que los rivales le hubiesen rebasado por completo, ni tampoco que hubiese tocado fondo. Pero se necesitaba reiniciar el sistema. Hay futbolistas que entienden de qué va el juego, rebeldes que no se sentían cómodos con esa versión de un equipo con dificultades para avanzar en campo contrario y que, al fin, conectó el juego interior con las bandas. Benditos Miguelón y Galán, de quienes han partido muchas de las acciones ofensivas por irrupción en los laterales.

El Huesca había extrañado esa regularidad, la insistencia en el fútbol ofensivo. Este domingo ha coleccionado 20 remates, once de ellos entre los tres palos. Dos largueros y un poste. Avasalladores en muchos momentos, no pueden estar contentos los aragoneses con las efectividad como con la incansable concepción del fútbol de la que son embajadores. El Elche pudo tomar nota del libro de estilo de Racing y Lugo, pero no tuvo tiempo ni para sacar el lápiz del estuche. Desde el primer minuto, con el testarazo cruzado de Okazaki, se ha sentido amenazado y reducido.

La victoria se explica desde varios frentes para un Huesca que quizá ha superado sus exhibiciones en El Alcoraz ante Deportivo o Málaga. Que posee una acumulación tal de talento que si un día no resulta determinante un futbolista lo será el de al lado. Esta jornada lo ha sido Juan Carlos. Asistencia y gol, pero también regularidad, talento individual y un rendimiento emergente que le confirma en el top de la categoría de plata. En el club azulgrana se hacen cruces con el hecho de que el coruñés no tenga hueco ya en Primera División. Tal vez por ello se lo esté abriendo a orillas del río Isuela.

Ya había rendido a alto nivel, pero Okazaki se ha revelado y rebelado en las dos últimas semanas a la situación de soledad que le había mermado en anteriores oportunidades. En ese sentido, el concurso de Cristo es una bendición para el japonés, que cerró su partido más memorable hasta el momento como punta de lanza o segundo ariete y siempre bien rodeado. Por fin, los centros al área contaban con tres o cuatro receptores. Ya han dejado de ser alaridos en el desierto.

El Huesca ha sido, en muchos momentos, una manada de guepardos dirigidos desde el campo base por el líder cerebral que es Pedro Mosquera y la omnipresencia de Mikel Rico más la solvencia atrás de Pulido y un Datkovic se que postula para más tardes de júbilo. Los azulgranas evitan así el tradicional atasco que ya se empieza a conformar en la zona media alta de la clasificación de Segunda, para lo que el único requisito reside en ganar, ganar y volver a ganar como decía el filósofo de Hortaleza. La próxima oportunidad, en Tenerife con la moral en todo lo alto.

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