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Primer aniversario del ascenso a la mejor liga del mundo

Doce meses después de la noche inolvidable del 21 de mayo de 2018 en el Anxo Carro de Lugo, la SD Huesca ya prepara el proyecto para buscar el retorno a Primera División.

La expedición azulgrana que tocó la gloria en Lugo hace doce meses posa con los aficionados.
La expedición que tocó la gloria en Lugo hace doce meses posa con los aficionados.
Rafael Gobantes

Un día para toda una vida. Este 21 de mayo se cumple el primer aniversario del ascenso de la Sociedad Deportiva Huesca a Primera División. El estadio Anxo Carro de Lugo supuso el punto de partida de un sueño que, doce meses después, se ha revelado efímero. Permanecen las bases y el club azulgrana ha experimentado un crecimiento sobre el que se asentará el futuro más inmediato con la esperanza de un regreso temprano a la máxima categoría. El reciente desenlace del curso 2018-19 ha evitado que esta efeméride se celebre de manera especial, pero hoy brilla en la cabeza de todos los aficionados.

El 21 de mayo de 2018, los azulgranas viajaron en un vuelo fletado para unir la larga distancia entre las dos ciudades y contar con el respaldo de los 500 seguidores que les acompañaron por aire pero también por tierra. El Huesca se plantaba en la jornada 40 inmerso en un sprint final para el que las cuentas estaban claras: necesitaban una victoria en Lugo ante un rival, curiosamente entrenado por Francisco Rodríguez, que ya no se jugaba nada. El once por el que apostó Rubi cuenta ya con un lugar preferente en la historia de la entidad: Remiro, Alexander González, Pulido, Jair, Brezancic, Aguilera, Melero, Moi Gómez, Ferreiro, Gallar y Cucho Hernández.

Gallar adelantó a los azulgranas con un golazo a los 6 minutos y el defensa Jorge Pulido rubricó la épica con un tanto marcado de tacón en el 37. Los oscenses lograron así cerrar el objetivo en una primera parte en la que la lesión de Remiro en el 26 dio paso a un Roberto Santamaría que debutó aquel curso con varias paradas salvadoras. El pitido final prologó la fiesta que se vivió aquella noche sobre el césped del estadio y en la ciudad gallega, multiplicada al día siguiente en la capital oscense.

Miles de personas se echaron a la calle al día siguiente para dar la bienvenida y sumarse a las celebraciones con los técnicos y futbolistas que subidos a un autocar descapotable recorrieron en una procesión eufórica las principales arterias de la ciudad hasta desembocar en la plaza de Navarra, donde desde el balcón del Casino los aficionados escucharon las palabras de sus héroes, las promesas y las muestras de alegría ante la perspectiva apasionante que se abría ante los ojos de todos. Más de 6.000 socios y un Alcoraz abarrotado todos los partidos son la muestra de que, por encima del resultado deportivo, aquella fecha inolvidable marcó un punto y seguido que retomar la próxima campaña en la categoría de plata.

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