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Cuando todo juega en contra

La SD Huesca exprime sus cualidades y no es suficiente porque se agota el tiempo. El Alavés ha recordado que las victorias son una cuestión de pegada.

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Enric Gallego trata de controlar una pelota durante el partido con el Alavés.
Rafael Gobantes

En su pelea contra el tiempo y la lógica, a la Sociedad Deportiva Huesca no se le puede poner un solo pero. Se agotan las opciones y el equipo azulgrana exprime al máximo sus cualidades. Atravesó un periodo fabuloso al comienzo de la segunda vuelta durante el que remontó ocho puntos de desventaja y se acercó a tres de la permanencia. Las lesiones, las sanciones y los arbitrajes, factores imposibles de controlar desde una pizarra, se han cobrado por el camino las derrotas con Getafe y Alavés, equipos europeos en un estado de excelencia, a los que les sopla viento de cola.

Todo lo contrario que a los oscenses. Les han faltado este sábado siete futbolistas que han sido titulares en un momento u otro de la temporada. Miramón, que reaparecía, ha recaído de la lesión en apenas media hora. Los laterales han terminado siendo Yangel Herrera y Ferreiro contra dos superclases, Inui y Jony. Y un Mantovani con tres entrenamientos a las órdenes de Francisco Rodríguez ya ha lucido galones en el centro de la zaga. Lo extraordinario es no haber dimitido de la Liga hace mucho.

Es el azulgrana un conjunto que sigue manteniendo una fe inquebrantable, que ha convertido el "Sí, se puede" en su himno oficioso y que rechaza la evidencia. Pero el fútbol está siendo implacable con ellos y no les permite siquiera apelar a la heroica. Lo del Sevilla solo puede ocurrir una vez, dicen las normas no escritas de la Liga, y Getafe y Alavés han representado dos lecciones durísimas que han devuelto al Huesca a la realidad: para salvarse habrá que ganar, al menos, la mitad de los diez partidos que restan.

El técnico almeriense, sancionado y suplido en estas lides por Jaime Ramos, está realizando un ejemplar aprovechamiento de los recursos, muy mejorados tras el mercado invernal. No obstante, no hay plantilla que resista la sucesión de calamidades que está mermando a los suyos. Y cuando mejor se juega, las ocasiones de Gallar y Cucho recuerda la endémica falta de gol. A los vitorianos les sale todo bien y El Alcoraz no ha sido una excepción. Calleri y Guidetti sí han tenido puntería.

Ha sido un partido en el que, una vez más, se ha demostrado el aforismo de que no hace falta jugar bien para ganar. Lo saben los vitorianos, un conjunto muy hecho a la categoría. Como el Getafe. En dos semanas, los oscenses han recordado que los caminos hacia la victoria son inescrutables. Y el VAR, siempre presente, ha exigido su cuota de protagonismo a los diez minutos con el penalti por unas manos de Mantovani inintencionadas. Con tan discutible criterio como el pitado a Ximo Navarro.

El parón será una tregua durante la que recuperar a futbolistas clave para el Bernabéu. También en lo anímico pueden ayudar estos días al Huesca, que se pregunta si tanto esfuerzo y semejantes méritos serán suficientes en diez partidos a todo o nada. Su corazón todavía late con fuerza.

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