El 15 de junio de 2008, bajo un calor sofocante, la Sociedad Deportiva Huesca saltaba al rectángulo de juego del estadio de San Pablo. Enfrente el equipo local, el Écija, y su ardiente hinchada; y por delante noventa minutos para resolver la eliminatoria definitiva hacia Segunda División, después de que en la ida el equipo aragonés batiera en casa 2-0 a los andaluces. El final es de sobras conocido: 1-1, con golazo antológico de Roberto García en el último aliento de un encuentro angustioso que situó al Huesca por vez primera en la categoría de plata.

Un joven Lluís Sastre, que por aquel entonces tenía 22 años, formaba parte del once titular que dispuso el técnico Onésimo Sánchez para tan señalada cita, cuyo transcurrir ciertamente resultó inquietante. El centrocampista balear había llegado al comienzo de esa temporada 2007/08 desde el Fútbol Club Barcelona. Adscrito a su cantera, decidió salir desde el filial con destino a Huesca buscando otro camino para desarrollar su carrera.

Fue Sastre una de las piezas importantes en el éxito cosechado en Segunda B por el bando altoaragonés, del que formaban parte el antes mencionado Roberto García, Chechu Dorado, Joaquín Sorribas, Rodri,Edu Roldán, Sebastián Corona, Eduardo Navarro, Adrián Ripa, Paco Borrego, Baltasar Rigo o el ahora director deportivo del Real Zaragoza, Lalo Arantegui.

Ahora, casi diez años después del partido de Écija, Lluís Sastre es, a sus 32 años, el último superviviente en el vestuario oscense, puesto que el actual capitán, Juanjo Camacho, se marchó en esa campaña del ascenso al Vecindario –volvió para el estreno azulgrana de plata­­­–.

Lluís Sastre, cuyo hermano Rafel también vistió la elástica del Huesca en la temporada 2011/12, está viviendo su segunda etapa en la escuadra oscense. En la primera fueron cinco las campañas consecutivas en las que aportó su fútbol de toque y calidad en la línea medular, con más de 100 partidos a sus espaldas en Segunda hasta que firmó por el Real Valladolid y con los pucelanos accedió a la máxima división; la reentrada en el Huesca se produjo en la navidad de 2016, una vez que durante ese verano anterior se frustrara su fichaje desde el Leganés. Con los madrileños ascendió a Primera, tras haber dejado el Valladolid.

En el pasado medio curso, Sastre tuvo pocas opciones, ya que el técnico Anquela apostó por la pareja Aguilera-Melero en el doble pivote. En este ejercicio su situación dio un cambio de 180 grados con la llegada de Rubi, quien ya lo conocía al haber compartido espacio en el Valladolid. El entrenador barcelonés del Huesca le dio un puesto en el once, que ha mantenido el de Binissalem durante casi toda la temporada. Sin embargo, en la recta final ha perdido su sitio. En lo que va de curso, el ‘22’ azulgrana ha jugado 34 partidos, 28 de ellos como titular, aportando dos goles.

Siendo uno de los veteranos del equipo oscense, este lunes en Lugo seguro que Sastre recuerda a sus compañeros cómo se debe afrontar este tipo de encuentros. En Écija la historia tuvo un desenlace final, pese a que por el camino el sufrimiento fuera enorme. De hecho, nadie en el club ha olvidado cómo fue aquel choque, el que permitió a la Sociedad Deportiva Huesca poner en marcha su época dorada que, hasta la fecha, solo tuvo un retroceso de dos campañas en Segunda B (2013/14 y 2014/15). A tenor de lo que ha pasado después, fue una caída para tomar más impulso.

Y Seoane en el Écija

En el estadio de San Pedro también soportó el calor infernal un jugador que ahora forma parte de la plantilla del Club Deportivo Lugo. Es además uno de sus jugadores más carismáticos: el centrocampista santiagués Fernando Seoane, quien suma seis años en el equipo gallego.