La ida de los cuartos de final de la Copa del Rey ante el Sevilla supone un nuevo examen de la cuestionada fiabilidad que el Real Zaragoza está ofreciendo la presente temporada como local, en un partido en el que su rival llega con el estímulo añadido del cambio de entrenador.

La afición aragonesa suspira porque su equipo reverdezca viejos laureles en la competición que más satisfacciones le ha dado a lo largo de su historia y en la que acumula seis títulos, aunque el camino todavía se antoja demasiado largo para alcanzar al menos la final.

El equipo aragonés superó con claridad la eliminatoria ante el Levante hace una semana en el estadio zaragozano y frente a los sevillistas intentará hacer lo mismo, aunque sabiendo que al finalizar el encuentro todavía le quedarán por delante otros 90 minutos para saber si accederá a las semifinales de la competición.

Un mes cargado de partidos

En un mes de enero completamente cargado de partidos, con dos choques por semana si se clasifica para disputar las semifinales coperas, la situación se ha complicado notablemente para el equipo que entrena Manolo Jiménez por las sanciones con las que deberá afrontar el partido liguero y que le obligarán en la Copa a medir con mucho tiento los esfuerzos acumulados de sus jugadores y los cambios que realice.

Para dar algunas horas más recuperación a sus hombres para el partido ante los de Nervión ni si quiera ha realizado convocatoria, ya que tiene previsto realizar una "leve" sesión matinal de entrenamiento para decidir finalmente el once que presentará.

Jiménez sabe que algunos hombres necesitan algún respiro, como el que tuvieron ante el Atlético de Madrid el pasado domingo Álvaro González, que tampoco estará ante los vallisoletanos, y José María Movilla por sanción, pero algunos otros como Abraham Minero, Francisco Montañés o Antonio Galdeano 'Apoño', entre otros, apenas han tenido un descanso tras el parón navideño.