El inerte Real Zaragoza sin gol extrae un 0-0 ante el Mirandés que es un mal menor

La racha sin victorias se alarga a siete partidos, con 2 puntos sumados de 21 y con un solo tanto marcado. El equipo no mejora lo suficiente con Víctor y sigue el sufrimiento.

Partido Mirandés-Real Zaragoza, jornada 32 de Segunda División
Partido Mirandés-Real Zaragoza, jornada 32 de Segunda División
PRENSA-2

La racha sin victorias del Real Zaragoza se alargó este domingo en Miranda hasta los 7 partidos, con un 0-0 definitorio de la ceguera goleadora que sufre el equipo aragonés, con un récord vigente de un solo tanto marcado en esas últimas 7 jornadas. Con este empate, un mal menor tal y como ha venido de adverso el fin de semana en la zona baja de la tabla, el Zaragoza suma solo 2 puntos de los últimos 21 dirimidos.

Desde el inicio del partido el cuadro zaragocista mostró, de modo continuado, su estado de languidez heredado de un pasado reciente demoledor. Víctor ha recogido a un equipo que, al margen de tener mucho menos fútbol en sus jugadores del que en verano se vendió desde la dirección deportiva, se halla disminuido en su fe por los meses de fútbol terrible practicado con Escribá y, sobre todo, por el demoledor Velázquez. Así, los primeros 45 minutos fueron plomizos, con apenas tres o cuatro chispazos en ataque y con una disposición demasiado timorata, acomplejada, de los blanquillos.

El 0-0 del descanso fue un buen botín, porque el Mirandés, que no es nada del otro mundo como muestran su clasificación y estadística, sí que fue capaz de acercarse a la red de Badía al menos tres veces. En los primeros 25 minutos, el Zaragoza no existió. Todo porque, entre otras muchas cuestiones, no tiene fábrica de fútbol en su línea media. Aguado y Moya estuvieron un día más con anteojeras, sin ver más allá de dos metros de su posición y solo en una dirección, la más corta. Carecen de visión periférica y atrevimiento. Bakis fue una isla (a cámara lenta) arriba. Mesa, otro semejante. En las alas, Valera hizo una incursión enseguida, sin centro final, y se apagó para el resto del rato; y el debutante Liso, nervioso al inicio, dejó un par de buenos centros en la recta final pero nadie entra al remate en este equipo. El gol es pecado. Ojo a este asunto que puede ser mortal a medio plazo de no solucionarlo Víctor no se sabe bien cómo.

El Mirandés amagó el gol en el 19 con un cabezazo de Pablo Ramón en un córner que no llegó a remachar en el segundo palo Carlos Martín, saliendo el balón fuera por centímetros. Y repitió el lateral largo Ilyas Chaira con un chut duro desde 25 metros que rozó la escuadra derecha. Los zaragocistas trataban de tocar y tocar, algo que Fernández dijo no querer en su presentación. Pero es que no da para más este grupo. Moya hizo el primer intento de remate en el 27, desde su casa (más de 30 metros había al marco), y la pelota se fue muy lejos del inédito Ramón Juan, el portero local. Bakis, escorado tras un saque de banda, se dio la vuelta y chuto sin ángulo, por probar, en el minuto 30. El balón se fue al lateral de la red.

En la recta final del primer periodo, tal y como ya había intentado varias veces al principio, el Mirandés percutió el lateral zurdo zaragocista, donde Lecoeuche fue un coladero a su espalda. No es que en el otro lado Mouriño defendiera mejor cuando le fueron por ahí, pero lo del francés fue preocupante. Entre Gabri Martínez, Ilyas, Álvaro Sanz y Carlos Martín lo volvieron loco en media docena de penetraciones laterales. En una de ellas, en el 31, Carlos disparó cruzado tras dejar atrás al galo y Badía salvó el gol enviando a saque de esquina. En otra acción similar, hubo al menos tres remates francos para los mirandeses, que erraron para salud zaragocista uno tras otro en la zona del punto de penalti.

En el 44, cuando ya todo se apagaba entre bostezos y después de que Moya cabeceara como un infantil a las manos del guardameta burgalés un balón muerto en un centro largo tras un córner, Gabri Martínez estuvo a punto de aprovechar el clásico regalo grueso de Lluís López, que perdió la pelota en la salida desde atrás. Su mano a mano, que parecía fatal para el Zaragoza, lo salvó Badía. Por cierto, las faltas que sigue lanzando Moya desde la línea de tres cuartos son un desastre, pasadas, fuertes, sin opciones para que nadie las remate. Repitió errores del día del Espanyol.

Tras el intermedio, sin cambios nominales, se esperaba una recomposición honda de Víctor en su plan. Así, como se jugó la primera mitad, era imposible sumar más allá del empate a cero vigente. El Mirandés salió espoleado por su público. Se vieron capaces de llevarse la victoria ante un Zaragoza tan pobre de argumentos. La reanudación fue un embotellamiento total del equipo aragonés en su área. En el 47, Carlos Martín no llegó a rematar solo en el segundo palo un centro de Reina. La defensa blanquilla sufríó por alto en cada centro. El ambiente subió en atmósferas de presión. Anduva fue Anduva por un breve rato.

En el minuto 51, Aguado generó una buena contra. Liso dio continuidad a su pase, asistió al borde del área a Maikel Mesa, cuyo disparo seco, raso, lo rechazó Ramón Juan en un paradón evitando el 0-1. Fue la primera acción digna de aplauso de los zaragocistas. Un asidero al que agarrarse, por si era el inicio de algo diferente. El canario tuvo otro disparo a su merced en el 58, tras un centro de Mouriño, pero se le adelantó el defensor rival y no llegó a contactar el balón ya dentro del área. Empezó a combinar algo en equipo. Liso fue el imán por su banda, con Aguado más activado, Bakis tratando de ayudar pese a su lentitud y los demás haciendo el acordeón hacia adelante. Como ante el Espanyol, en el cuarto de hora del segundo tiempo se apreciaron algunos brillos. Algo de soltura. Pero es aún demasiado poco.

El cuadro aragonés frenó los ímpetus locales de raíz y pasó a tener un rol dominador. Sin movimientos demasiados incisivos, pero dominador. A la hora de juego, nadie era capaz de ver cómo es posible que este Zaragoza pueda marcar un gol. Víctor retiró al desesperante Bakis en el 65 y dio entrada a Azón. Era su primera apuesta para tan crucial tarea pendiente. El Mirandés, al verse apagado en su mecanismo ofensivo, también hizo el mismo movimiento: el italiano Lisci cambió a Carlos Martín por su compatriota La Gumina a falta de 20 minutos.

En el 73, Maikel Mesa tuvo en sus botas de nuevo el ansiado gol zaragocista. Centró al área Valera y el tinerfeño, a placer, conectó mal con la pelota y se le marchó fuera, a dos metros del palo izquierdo. Con muy poco, el bloque zaragocista se iba mostrando cada vez mejor que el Mirandés. Es una pena la ceguera rematadora que abruma al vestuario. Víctor removió más el cajón de los repuestos y, a falta de 13 minutos, dio entrada a Pau Sans y a Manu Vallejo en vez de Valera y el desatinado Mesa. Es cuestión de probar y probar. Liso cambió de banda y acabó por la derecha hasta que fue relevado muy al final por Gámez.

En esas, el Mirandés despertó de su larguísimo letargo y pisó el área de Badía con peligro de nuevo en el minuto 79. El recién incorporado Alcedo recogió un balón suelto y lanzó una rosca intencionada que se fue fuera cerca de la escuadra derecha. Aquí, quien marcase se iba a llevar los 3 puntos. El partido estaba ya lleno de agujeros físicos. Por eso Mouriño, en una gran incorporación al ataque, fue derribado por Reina cuando se colaba hasta dentro. No fue penalti por centímetros, en el minuto 84. La falta, ensayada,

la echó atrás rasa Moya y Vallejo remató con visos de gol, pero atajó el portero Ramón Juan. Una pena. Ahi pudo estar el triunfo.

El dominio zaragocista de los minutos postreros del duelo fue inerte. Hay intención, pero faltan recursos y calidad. Víctor va a tener que hacer malabares y, especialmente, encontrar al menos un goleador. Uno. Sin gol no es posible ganar partidos. Esta patología es gravísima. En superlativo velazquiano. Aquí sí que está totalmente justificado su uso. El 0-0 es evidentemente insuficiente para escapar de la quema con firmeza. Pero menos da una piedra. Ahora, de aquí a junio, se va a tratar de perder lo menos posible. Si no hay victorias, tal vez sea posible cosechar los puntos de uno en uno, en calderilla.

Ficha Técnica

CD Mirandés: Ramón Juan; Ilyas Chaira (Alcedo, 75), Pablo Ramón, Barbu, Barcia (Tomeo, 75), Jonathan Gómez; Tachi, Álvaro Sanz (Lachuer, 86), Reina; Gabri Martínez y Carlos Martín (La Gumina, 70).

Real Zaragoza: Badía; Mouriño, Lluís López, Jair, Lecoeuche; Aguado; Valera (Pau Sans, 77), Maikel Mesa (Manu Vallejo, 77), Moya, Liso (Gámez); y Bakis (Azón, 65).

Árbitro: González Díaz (Comité Asturiano). Amonestó a Bakis (33), Liso (53), Tachi (65), Alcedo (81) y Reina (83).

Goles: No hubo.

Incidencias: Tarde fresca, con 11 grados al inicio del partido (las 18.30) en un día soleado con algo de viento. El césped del pequeño campo de Anduva presentó un buen estado. En las gradas hubo alrededor de 3.800 espectadores, con algo menos de 300 aficionados del Real Zaragoza entre ellos.

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