fútbol

Édgar Badía, el portero que suma

El guardameta volvió a ser determinante en el triunfo ante el Sporting de Gijón. La crecida del Real Zaragoza se argumenta desde la solvencia de su portero

Édgar Badía vuela entre Lluís López y Raúl Guti.
Édgar Badía vuela entre Lluís López y Raúl Guti.
Guillermo Mestre

"No te pido que atajes las que vayan dentro, pero por lo menos no te metas las que vayan fuera". La frase la articuló Alfredo Di Stéfano en sus tiempos de entrenador del Valencia. El genio argentino subrayaba con sus palabras que al menos necesitaba un portero que no restara. Ni les cuento si además suma... La portería es esencial, igual en Primera División que en Segunda. Ahora, después de la lesión de Cristian Álvarez, el Real Zaragoza por fin tiene portero: Édgar Badía. Cuatro partidos lleva al cuidado de la portería zaragocista. De ellos ha extraído el conjunto aragonés ocho puntos. Media inglesa (ganar en casa y empatar fuera) para lograr el objetivo. Y todos esos puntos solo cabe argumentarlos desde la aportación del guardameta, que por fin ha logrado dotar de seguridad a una parcela básica en la determinación de un resultado.

Nadie puede corregir el error de un portero. Los demás defectos en el fútbol disfrutan de factor corrector; el error cometido entre los tres palos, no. Y ningún error ha perpetrado hasta el momento Édgar Badía al cuidado del portal aragonés. Debutó en el Nuevo Pepico Amat de Elda, donde el Zaragoza rascó un empate (1-1). Ante el Eldense comenzamos a ver ya todo lo que el guardameta puede aportar. Marc Mateu y su guante en la pierna izquierda bombardearon el área zaragocista en acciones a balón parado. Salió con autoridad, imponiéndose siempre en el juego aéreo. Esa tarde ya comprobamos que el Zaragoza por fin tenía portero.

La suposición se encarnó en evidencia en la siguiente comparecencia, cuando Édgar Badía volvió a ser determinante en el triunfo ante el Andorra (2-0). Francho había marcado. Antes de que Fran Gámez abrochara la victoria, Édgar Badía desvió a córner un cabezazo de Scheidler que era el empate y la cefalea para un Zaragoza con tanta solidez estructural como escaso juego. Otro paradón de Édgar y tres puntos a la buchaca.

El serial de Édgar Badía continuó en Alcorcón, donde el Zaragoza atrapó un punto después de una lección magistral de mediocridad futbolística. Lo mejor entre la nada (0-0), sin duda, fue el punto capturado. Y Édgar Badía.

El triunfo gritado ante el Sporting (3-0), pese a su holgura, también se articula desde la aportación de un Édgar Badía absolutamente diferencial. Quizá convendría escrutar la defensa y la portería del Sporting para sostener la lógica del resultado final. El primer gol se lo metieron en propia puerta, al desviar el central Izquierdoz un bello cabezazo de Mollejo... que iba fuera. El segundo gol zaragocista llegó después de una errónea entrega de Rivera, el mismo defensa que lesionó a Raúl Guti, bien explotada (la deficiente entrega, me refiero) por Maikel Mesa. En el tercer gol, solo faltó la musiquilla de Benny Hill en medio de la verbena defensiva visitante. Verdaderamente tremendo: saque de puerta de Édgar Badía, se la comen enterita los centrales y después se le escapa de las manos a Yáñez, para que Francho Serrano marque a placer.

La diferencia entre Édgar Badía y Yáñez fue equivalente a la diferencia entre la defensa aragonesa y la asturiana. Pero, ojo, hubo más partido de lo que el marcador de 3-0 denota. Con 1-0, minutos después de la retirada de Raúl Guti, con media hora por jugar, Édgar Badía sacó una mano extraordinaria que evitó el empate. Disparó lejano de Cote que el portero zaragocista desvió al larguero. Parada de partido.

Desde luego, a cuatro puntos de la promoción de ascenso a Primera y a seis del ascenso directo (sí, hay que atreverse a pensar, decir y escribir las palabras ascenso directo), el Real Zaragoza cuenta con un guardameta para aspirar a tal objetivo. Porque para aspirar a cualquier meta de verdadera dimensión, hay que contar con un portero de verdad. En el día en que murió Miguel Ángel, el gato que defendió la portería de España en el interregno entre Iríbar y Arconada, en un rebobinado a los grandes hitos de la liga española de las últimas décadas, nos encontramos con que todos los equipos que se han atrevido ha transgredir la hegemonía de Madrid y Barça lo han hecho desde una magnífica portería. Las ligas de la Real Sociedad solo se explican desde Arconada, igual que las del Athletic desde Zubizarreta o del Valencia con Cañizares. Solo una vez en su historia el Real Zaragoza ha llegado con opciones al título liguero en la última jornada. Paradójicamente, no fue con sus equipos de leyenda de los Magníficos ni de los Zaraguayos, sino en el curso 1999-2000 (19 de mayo de 2000, Valencia 2-Zaragoza 1), cuando defendía su portal el mejor portero de su historia, Juan Miguel García Inglés ‘Juanmi’. Como decía Paco Santamaría, con Iríbar habríamos sido campeones de Europa... Ahora nos conformaríamos con bastante menos: con que el portero ayude a subir por fin a Primera. Eso tiene que hacer Édgar Badía, el portero que suma.

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