fútbol

Real Zaragoza-Levante: empate entre la euforia y el desaliento

La Romareda no pudo celebrar una victoria después de festejar como su equipo se ponía dos goles arriba. Decepción tras una justificada esperanza

Jorge Mas distinguió a Alejandro Francés e Iván Azón.
Jorge Mas distinguió a Alejandro Francés e Iván Azón.
Guillermo Mestre

Es la eterna historia de los empates y su sabor. Mucho más si las igualadas e incluso mayores sinsabores se hacen comunes en el tiempo, que ya llevamos una década degustando, o lo que esto sea, el mismo plato. Si hasta la reiteración de manjares llega a hartar, imagínense los rigurosos nutrientes de Segunda División... El caso es que ayer también empatamos, en un partido que navegó entre la euforia de la primera mitad (2-0) y el desaliento de la continuación (2-2). Así lo asimiló la afición más entendida y numerosa de la competición, ese público de Primera de La Romareda que sigue acudiendo al estadio independientemente del menú que la pongan sobre la mesa. Y eso que ayer nos visitaba el Levante. El hambre de fútbol o el amor del zaragocismo son así.

De ese abanico de sabores, del dulce al salado, pasando por el ácido y el amargo, e incluso por el umami (viene del japonés: umai significa delicioso, y mi, sabor), el antaño exigente paladar de La Romareda ayer volvió a catar de todo en la cena que clausuraba la primera vuelta y el año 2023. Antes de sentarnos en la mesa, hay que subrayar que la cena parece mejor preparada con Julio Velázquez. Aunque ya se sabe también que, cuando se tiene hambre, todo es bueno para meterse a la boca.

Después de un estreno fallido en Albacete, Velázquez entendió que si el Zaragoza había cambiado de entrenador era por algo. Y que un entrenador nuevo, como el propio nombre de nuevo denota, llega a los sitios para traer algo diferente. Para algo lo han traído, ¿no? Y Julio Velázquez se puso a cambiar cositas y el tema como que ha mejorado. Ciertamente, los centrales no son lo peor de la nómina zaragocista, razón por la que el técnico dispone ahora de tres centrales como principal argumento sólido del menú zaragocista.

A partir de ese alimento esencial que concede una mayor seguridad defensiva, el Real Zaragoza de Velázquez se nutre también del dinamismo de sus laterales largos y de una nueva distribución de espacios y esfuerzos de la divisoria para allá arriba. Así, con esta nueva dieta, se le ganó bien ganado al líder Leganés, se empató con méritos en Cornellá, se sumó otro punto con sabor más chungo en Lezama (hay empates y empates...) y ayer volvimos a empatar y uno no sabía qué decir cuando volvió a casa y preguntó la parienta por el partido.

Ni fu ni fa, diríase. O ni fa ni fu, también pudiera ser, pues no se puede asegurar con certeza que fu sea bien , y fa sea mal, o viceversa. Un trozo bien y otro trozo mal. Con más energía que antes con Escribá, pero viendo también como todo un Zaragoza se deja birlar un par de puntos cuando ganaba como local por dos goles. Jorge Mas dijo hace un par de días que aquí hay que ganar, y punto. De la frase del máximo mandatario, anoche solo se cumplió lo del punto. Lo de ganar, como que no... Hay tiempo para todo, con toda una segunda vuelta por ventilar. Pero para meterse arriba, hay que hacer lo que ayer no hizo el Zaragoza: ganar.

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