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Análisis del Real Zaragoza: los 5 deberes de Julio Velázquez

El nuevo entrenador del Real Zaragoza debe reconstruir casi todos los aspectos del fútbol de un equipo colapsado

ENTRENAMIENTO DEL REAL ZARAGOZA EN EL ESTADIO DE LA ROMAREDA EN ZARAGOZA 26-11-2023 FOTO FRANCISCO JIMENEZ [[[FOTOGRAFOS]]]
ENTRENAMIENTO DEL REAL ZARAGOZA EN EL ESTADIO DE LA ROMAREDA EN ZARAGOZA 26-11-2023 FOTO FRANCISCO JIMENEZ [[[FOTOGRAFOS]]]
Francisco Jiménez

En la crisis del Real Zaragoza, la única buena noticia es que el calendario aún transita por noviembre y que el equipo ya suma 22 puntos gracias al botín obtenido en el inicio de temporada, una cosecha que ejerce ahora de preciado colchón en plena caída. En estos momentos, más que al ascenso o los puestos de promoción, el Zaragoza no puede focalizar sus aspiraciones a otra cosa que no sea la tranquilidad. Su rendimiento ahora es de equipo de 50 puntos. Para reconducir su camino en la campaña, el Zaragoza tiene tiempo. Pero también urgencias. En ese contexto, debe hallar su nuevo técnico las soluciones al fútbol de un equipo colapsado. Este ‘efecto Velázquez’ debe notarse en varios aspectos para reflotar la temporada:

1. La implantación de una identidad

La plantilla del Real Zaragoza está armada con unos futbolistas de unas características y perfiles determinados y con unas capacidades técnicas y tácticas concretas, más o menos aptas para unos modelos de juego. La tarea principal de Velázquez es identificar y analizar esos rasgos más adecuados para su plan de recuperación del equipo y adaptar su ideario táctico a esos registros individuales. Es aquí donde naufragó Fran Escribá, quien en ningún momento pudo ni supo amoldarse a la singular plantilla proyectada por Juan Carlos Cordero. La incoherencia entre la filosofía y estilo del entrenador y la naturaleza de la heterogénea planificación del director deportivo fue el punto de partida de la crisis que ahora azota al equipo. Velázquez ya advirtió en sus primeros días que su misión fundamental era entregarle al Zaragoza un modelo de juego acorde a las características predominantes en la plantilla, reconociendo el interesante potencial que le ofrecían sus mimbres. Implantar una identidad es un asunto esencial. Velázquez, con su método y sus planteamientos, debe construir un equipo reconocible y que responda a las cuestiones más sustanciales: ¿qué puede ser el Real Zaragoza con sus jugadores actuales? ¿A qué quiere jugar? ¿Cómo desarrolla su fútbol? ¿Cuáles son sus principios a la hora de atacar y defender?

2. La mejora ofensiva

El partido contra el Albacete fue el arquetipo del problema fundamental del Real Zaragoza esta temporada: su insuficiencia ofensiva. Más que el acierto -el equipo ha tenido fases de la temporada con gol-, su déficit es la construcción de juego y la generación de un mínimo caudal ofensivo: más presencia en las zonas finales, más situaciones de remate, más acciones de ataque… El Zaragoza, como se observó en Albacete, apenas tiene ni ha tenido en todo el curso un guión ofensivo distinguible y consistente. Ni tiene patrones claros ni mecanismos trabajado, ni relaciones entre jugadores que produzcan ventajas. Las dificultades en este aspecto del juego, a las que ahora se enfrenta Julio Velázquez, se han tornado más acusadas en el último mes. El Zaragoza arrastra ya cuatro jornadas consecutivas sin marcar en liga. No pasó del 0-0 contra el Oviedo y no anotó en las tres derrotas siguiente: Elche (2-0), Huesca (0-2) y Albacete (1-0). Solo Mollejo en Copa del Rey ante el Atzeneta, un rival de Tercera Federación, ha visto puerta en este periodo. En el Carlos Belmonte, el pasado sábado, el Zaragoza no remató en toda la primera mitad. Tan solo disparó con cierta amenaza en los minutos 83 y 84, con tiros de Sergio Bermejo y Germán Valera.

De alguna manera, Julio Velázquez de reconducir esta limitada capacidad del equipo para producir peligro. Entregarle unas pautas y unas herramientas bien definidas que eleven la intimidación de su fútbol.

3. La recuperación defensiva

El Zaragoza que no encajó un solo gol en las cuatro primeras jornadas ha recibido doce en sus últimos 8 partidos. Durante un buen tramo desde que se inició su caída de rendimiento, la defensa no fue un problema troncal en el fútbol del Real Zaragoza. El equipo encajaba goles, pero no concedía muchas ocasiones, o esos goles recibidos respondían más a errores individuales y coyunturales que a fallos de consistencia táctica o estructurales. Sin embargo, en las últimas jornadas, su fiabilidad se ha agrietado. El Albacete le remató 18 veces. Es un equipo con una mayúscula densidad ofensiva, alcanza mucho el área y de variadas manera, pero el Zaragoza transmitió en todo momento inseguridad y vulnerabilidad. La regularidad defensiva se ha convertido en otra de las preocupaciones a la que Julio Velázquez debe hallarle soluciones. Con Escriba, el Zaragoza tuvo un esquema defensivo bien reconocible, fue un equipo eficiente y bien organizado en campo propio, también dejó fases de la temporada de fortaleza en área propia. Pero la lesión de Cristián y, sobre todo, la caída en picado del rendimiento de Jair han afectado a esta solidez en los últimos metros. Ahora, Velázquez, según se observó en Albacete, va a apostar por un bloque defensivo más alto, con una línea de presión más agresiva, posicionado más en campo rival que propio, con más metros a la espalda que por delante.

4. La optimización de futbolistas

Los malos rendimientos colectivos arrastran a los malos rendimiento individuales. Las crisis se tragan a muchos futbolistas. El Real Zaragoza no es ajeno a estos procesos. Casi nadie está a su verdadero nivel. Hay futbolistas que no han alcanzado en toda la temporada las teóricas capacidades que advirtió en ellos Juan Carlos Cordero para incorporarlos a lo plantilla. De lo nuevos fichajes, apenas Lecoeuche ha ejercido de suma útil. Otros, como Toni Moya o Sinan Bakis, han sido infrautilizados. Y de los jugadores que ya estaban en la plantilla poco más que los de casi siempre, Francho, Francés, Azón y Cristian cuando ha estado han estado a la altura de sus potenciales. Velázquez también afronta esta misión: acercar a sus jugadores a sus mejores versiones, optimizarlos de tal manera que sus talentos puedan expresarse del modo más beneficioso para el equipo. Todo irá de la mano: si los futbolistas crecen, el equipo también lo hará. Y si el equipo lo hace, los futbolistas aún crecerán más.

5. La rehabilitación emocional

Este último apartado quizá sea el más importante. El primero sobre el que debe trabajar Velázquez: la cirugía emocional. El vestuario está devastado por la espiral de malos resultados. En esta ocasión, además, se ha producido una crisis agravada por la altura desde la que se cae: en dos meses, el Zaragoza ha pasado de un inicio de temporada portentoso, una euforia popular desmedida y el liderato a un estado de alarma preocupante, depresivo e imparable. Y ya se sabe: cuando se cae desde más alto, más duele el golpe. El Zaragoza, en su vestuario, está experimentando esto. Aquellas celebraciones con la grada en los primeros días del curso se han demostrado un error grave en la estrategia del club. Tanto júbilo y tanta expectativa cuando el juego del equipo lanzada advertencias y cuando aún faltaban ocho meses de competición han causado un profundo perjuicio en el equipo. Aquellos días quedan lejos, y la composición humana de esta plantilla -escasa de líderes reales, más allá de Alejandro Francés, Marc Aguado o Maikel Mesa- corre el riesgo de ser arrollada por la crisis: jugadores de perfil elevado y llegados para aspiraciones de ascenso suelen ser los que peor se adaptan a situaciones críticas, exigentes y tensas. Ahora toca otra cosa que aquellos desmedidos festejos del comienzo de temporada. Ya en las últimas jornadas, especialmente en el ambiente de La Romareda, se ha advertido un grupo de jugadores inseguros, nerviosos, ansiosos, trémulos y escépticos. Velázquez debe recomponer así también el estado emocional del equipo.

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