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Velázquez descubre la crisis del Real Zaragoza

El entrenador reconoció en Albacete con fuego real la cruda verdad de un equipo en estado crítico a todos los niveles de juego.

ALBACETE B. vs R. ZARAGOZA, LIGA 2023-2024 [[[PRENSA2]]] [[[FOTOGRAFOS]]]
ALBACETE B. vs R. ZARAGOZA, LIGA 2023-2024 [[[PRENSA2]]] [[[FOTOGRAFOS]]]
Prensa 2

Julio Velázquez ya sabe lo que tiene entre manos. El tamaño del problema y la complejidad de las soluciones. La derrota de Albacete le ha puesto cara a cara con la realidad de un equipo enfermo en todos los órdenes: táctico, técnico, estratégico, emocional, competitivo, atlético (las lesiones siguen acumulándose en la sala de camillas)...

Esto es lo hay, debió de decirse el nuevo entrenador, llegado apenas cuatro días antes, pero que descubrió sobre el terreno, allá donde el fútbol se muestra con implacable crudeza, la profundidad de las heridas del Real Zaragoza. Una cosa es extraer un diagnóstico con el análisis distante y frío del vídeo, los datos y las conversaciones privadas y otra es reconocer el fútbol caliente y descarnado de un equipo en crisis total a solo unos metros del banquillo. El Zaragoza sigue con su galopante caída, con una sola victoria en los últimos doce partidos, un desplome desde lo más alto -algo inaudito y por sí mismo aún más doloroso- que ha aparcado cualquier expectativa elevada y aconseja ahora más que nunca releer los viejos manuales de la supervivencia. El Zaragoza es, en estos momentos, un equipo de 50 puntos.

Julio Velázquez heredó un conjunto con acusados defectos en la creación de juego y en la generación de caudal ofensivo, pero el Zaragoza conservaba patrones defensivos competentes a nivel colectivo. Sus primeras medidas se han enfocado a mejorar el ataque transformando el posicionamiento defensivo del equipo. Fue la pincelada más reconocible del nuevo entrenador en Albacete. Su impacto, a nivel de modelo de juego, no pudo detectarse más allá de esa figura de presiones más avanzadas y de un 4-3-3 (sin doble pivote) en la organización ofensiva. El Zaragoza pasó de protegerse en campo propio a hacerlo en el contrario, al menos, a intentarlo en la primera mitad, hasta que el Albacete se apoderó de los hilos del partido y aglutinó la posesión. Pudo observarse un equipo plantado de otra manera, más cerca del portero rival que del propio, con la idea, pensaría Velázquez, de acortarle los metros a la hora de atacar. No fue más que una tímida declaración de intenciones.

Porque esa novedosa puesta en escena se quedó corta. Las medidas del nuevo entrenador no tuvieron un efecto práctico. En la construcción, el Zaragoza siguió siendo un equipo desarticulado, sin fondo ni forma. Quizá menos plano, contemplativo, acostado en centrales y precavido, pero igualmente inofensivo, encogido, previsible, irregular y estático. Quizá Velázquez pretendió que el acento del equipo regresara a sus centrocampistas y no a sus defensas y delanteros. Que su triángulo interior marcara el estilo. Sin embargo, el Zaragoza nunca fluyó, ni se juntó con la pelota, ni progresó con ella. El Zaragoza atacaba muy separado y desequilibrado, lo que condicionó también la mala defensa de la propuesta vertical, veloz, profunda y frenética del Albacete. Mal rival para un día así. Su pecado original se concentró en el inicio del juego. Continúa siendo la fase crítica en un equipo en el que Jair, más aún con Velázquez, ofrece todo tipo de incoherencias, más allá de sus decadentes prestaciones. Si el Zaragoza quiere generar desde la salida de balón y quiere defender alto y con metros a la espada, en ese contexto, Jair ofrecerá pocas soluciones. Escriche e Higinio se pusieron las botas atacándole sus flancos.

Pocos más trazos de cambio dejó la escuadra aragonesa en Albacete en un decepcionante debut de Julio Velázquez. Sus problemas siguen ahí. Lo bueno para el técnico es que son reconocibles. Lo malo es que la victoria no puede demorarse más. Por clasificación, pero también por serenidad emocional. El vestuario sufre ahora un ataque de nervios, inseguridades, ansiedades y temores. Eso lo condiciona todo, pero ya se sabe: no hay mejor psicólogo que un triunfo. Solo uno puede cambiar muchas cosas.

Ante sí, Velázquez recolectó en Albacete, de primera mano, sin ropaje alguno, con toda la desnudez, información sobre el Real Zaragoza que le han puesto entre las manos. Se le abre ahora una semana para seguir conociendo, descubriendo, analizando y ensayando. Velázquez, tal y como defendió en su presentación, cree que tiene material de alta calidad para construir algo interesante. Sin embargo, una cosa es verlo desde fuera y otra sentirlo desde dentro. El fuego real quema, y no es lo mismo tener una buena colección de nombres que poderlos conjuntar en base a una idea y a unos planes.

Su misión ahora es llevar su teoría de la plantilla a la práctica, darle a este grupo las herramientas, mecanismos y fórmulas que mejor encajen en él e identificar los futbolistas con los que mejor puede jugar a aquello que se pretende. Esa es la batalla de Velázquez. El calendario, con el líder Leganés y el poderoso Espanyol en las dos próximas jornadas, retuerce todavía más la exigencia a un equipo que está a tiempo aún de todo, pero en el que el tiempo, paradójicamente, agobia más que nunca.

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