REAL ZARAGOZA

El Real Zaragoza y Escribá, obligados a cambiar el paso ya frente al Oviedo

El equipo aragonés no tiene más opción que ganar este lunes al Oviedo para no agravar su crisis de solvencia y juego. El entrenador vive al filo de la contestación tras cuatro pifias seguidas como local.

Los futbolistas del Real Zaragoza, en el entrenamiento del sábado en la Ciudad Deportiva.
Los futbolistas del Real Zaragoza, en el entrenamiento del sábado en la Ciudad Deportiva.
Álvaro Sánchez

El Real Zaragoza cerrará la jornada del primer fin de semana de noviembre, una vez más, con el partido que La Liga se guarda cada estación liguera para la noche del lunes, la 14ª del torneo en un tenso partido frente al Real Oviedo. 

A partir de las 21.00, La Romareda acogerá el octavo capítulo futbolístico del curso, el primero en horario y ambiente otoñal, uno de esos días donde acudir ‘in situ’ a las gradas tiene mucho de amor, de proeza, de sacrificio. Y, para cientos de abonados, de imposibilidad. El trabajo, el colegio, la edad, la salud y la distancia kilométrica de cientos de pueblos de procedencia de los seguidores blanquillos son incompatibles con la presencia en las tribunas fuera del fin de semana. Hace tiempo que los horarios buenos, los tradicionales de los domingos, preferentemente después de comer, están reservados para otros privilegiados. El zaragocismo está castigado a jugar en días laborales.

En cuatro de los siete anteriores duelos vividos en el estadio zaragozano en lo que va de liga (más de la mitad), el equipo que dirige Escribá ha patinado seriamente. Han sido los cuatro últimos, concretamente. Están frescos en la memoria y sus llagas aún supuran. Por ello, el equipo y, al frente de él, su entrenador, Fran Escribá, están al borde de la contestación popular. Todos lo saben. Pocos lo asumen públicamente. Y unos cuantos tratan de que esa realidad parezca otra, pese a que la dinámica del dubitativo Real Zaragoza acumula ya dos meses de deficiencias en su balance: solo ha adicionado 6 de los últimos 24 puntos dirimidos, unas cifras que auguran serias dificultades. Está viviendo de las impecables plusvalías de las primeras cinco jornadas, que saldó con un inicio histórico cuajado de victorias.

Escribá, sus pupilos y el resto de piezas clave de la SAD saben que el colchón de confort que hincharon al límite de capacidad positiva y placentera hasta el 10 de septiembre ha perdido toda su prestancia. Hace ya un par de semanas que el Real Zaragoza dejó de gozar de esas rentas entre los seis primeros, en los puestos nobles que dan opción al ascenso a Primera en mayo. Se cayó del 1º al 9º lugar por pura decantación y fuerza de la gravedad. Si no se gana (sobre todo en casa), es imposible aguantar demasiado en pie en una liga de fútbol. Y el Real Zaragoza tiene unas credenciales en los últimos 8 partidos que dicen que solo venció uno y patinó –con lacerantes guiones– en siete.

Todo esto es lo que ahora debe saber administrar Escribá. Y, con él, la plantilla. La afición zaragocista, en estos tiempos modernos del neofútbol, ha aguantado estoicamente el chaparrón. Nubes que tienen su cielo muy cubierto desde el último día alegre en La Romareda, que fue el veraniego 3 de septiembre ante el Eldense (2-0).

El delantero centro estrella del proyecto, Sinan Bakis, está tocado. Quizá lesionado. No hay parte médico, como es hábito demasiadas veces en casos últimamente. No se entrenó en la sesión definitiva, la del domingo, y pasó pruebas radiológicas para verificar en qué consisten sus molestias por un golpe. 

La mejor noticia para Escribá, si se da, será la vuelta a la mediapunta de Maikel Mesa, el único fichaje de la decena estival que está rindiendo con los mínimos esperables. Mollejo, según sugirió el técnico el sábado (las previas en el fútbol de los años 20 del siglo XXI son más de dos días antes de los partidos, son previas de las previas), seguirá como titular tras su gol en Burgos.

Se espera a Francho en la citación tras más de dos meses de baja médica. Y en la portería, a Rebollo, tras su aceptable redebut en El Plantío hace una semana en vez del discutido Poussin.

El Oviedo es de los que ya cambió de técnico a estas alturas. Despidió a Cervera tras seis partidos sin un triunfo, vicecolista, y fichó a Carrión. Del caos inicial ha pasado a una fase de progresión, con cuatro victorias y dos empates. Un rival en alza. Borja Bastón, viejo héroe local, es aún su ‘9’ goleador. Aquí se ha heredado la dupla azulona del año pasado, Enrich-Vallejo, sin éxito por ahora.

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