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Cristian Álvarez: "Vendré al balcón del Ayuntamiento para celebrar el ascenso a Primera"

El guardameta del Real Zaragoza recibirá hoy el título de Hijo Adoptivo de la ciudad.

Cristian Álvarez: un león delante de otro león.
Cristian Álvarez: un león delante de otro león, en el Ayuntamiento de Zaragoza.
Oliver Duch

El año pasado, la ciudad de Zaragoza reconoció a dos grandes de nuestra tierra: José Luis Violeta y José Ángel Zalba. Los dos, a título póstumo... Este año, reconoce en vida a Cristian Álvarez como Hijo Adoptivo de la ciudad.

Solo puedo tener palabras de agradecimiento. Ya son siete años maravillosos. Me he metido en la cultura, en la idiosincrasia de la gente. Me siento querido, identificado con Zaragoza, y eso es esencial.

Real Zaragoza-Cristian Álvarez, la relación perfecta…

Sí… (sonríe). Nos encontramos en una situación parecida. Yo, en mi vida personal, y el club, en Segunda División. Yo he sufrido y también he sido feliz. Pero reconozco que cuando llegué aquí estaba en un punto complicado de mi vida. No era por una cuestión familiar, sino por una cuestión profesional. Había perdido la esperanza en el fútbol. Me había olvidado de la ilusión de cuando era niño.

A sus 31 años, en su plenitud deportiva, se fue a reflexionar tocando la guitarra en su casa de la periferia de Barcelona…

Vivía en una masía a 200 kilómetros de Barcelona. Un día me llamó Iván Hernández, mi agente junto a Fabián Soldini. Me dijo que me quería el Real Zaragoza. De repente, se me encendió una mecha dentro que todavía no sé explicar. Fue instantáneo. Llevaba una año y medio sin jugar. También me había llamado un mes antes el Mallorca y le había dicho que no. Había estado en Cerro Porteño.

El equipo de Nino Arrúa.

Exacto. Estaba en España y no encontraba motivación.

¿Por qué Zaragoza? ¿Por qué el Real Zaragoza?

Soy muy intuitivo. A mí me habla mi cuerpo, mi alma. Fue como cuando eres niño y en Argentina te sacan a las doce menos cinco fuera, a la calle, y luego te dicen que llegó Papá Noel. Fue esa misma sensación. Y dije sí. Pasó un mes y medio. Yo estaba en Marbella. De regreso, en la estación María Zambrano de Málaga, me volvió a llamar mi agente y me dijo que estuviera atento que me iba a llamar Lalo Arantegui. Recuerdo que nada más colgar, me fui a comprar una cinta para el pelo.

¿Una cinta para el pelo...?

Sí, entonces tenía el pelo largo, y sabía que iba a volver a jugar. Me llamó Lalo y le dije que adelante. En un día arreglamos el contrato. A los dos días, ya estaba en Zaragoza. Fui a La Romareda. La vi baja desde fuera.

Y por dentro, ¿qué...?

No tenía ni botas. Fueron a la tienda a por unas botas. Empecé a caminar por el túnel, y cuando salí al césped me dije ¡qué bonita es!

Los espacios siempre conservan la memoria de los seres que los habitaron. Pocos lugares como La Romareda, Cristian…

Dentro del campo tomé conciencia de todo. Quizá había sido muy disperso. Quería vivirlo todo: el fútbol, la música, los amigos… Me centré muchísimo. Lo he dado todo y lo doy todo por el Zaragoza. Y Zaragoza y el Real Zaragoza me han dado muchísimo.

Veo pelos como escarpias en sus brazos tatutados.

Está hablando mi corazón...

Usted también ha dado. Recuerdo el día que me llamó Cedrún. Partido en Pamplona con Osasuna. Me dijo que el portero del Zaragoza era un extraterrestre.

¡Ja, ja, ja! ¡Qué grande, Cedrún!

Andoni no miente…

Salí muy mentalizado ese día. Campo con mucha presión. Afortunadamente, salió bien.

Hemos estado antes en el Salón de Plenos, hemos pisado el balcón del Ayuntamiento, donde se han celebrado los grandes triunfos del Zaragoza. ¿Le da vértigo?

No. Es más, le voy a anticipar que en mi intervención de esta tarde voy a decir que espero venir dentro de nueve meses al balcón del Ayuntamiento para celebrar el ascenso a Primera. Zaragoza y el Real Zaragoza lo merecen.

Y Cristian también. Y gracias por su abrumadora sinceridad.

Muchas gracias.

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