Real Zaragoza: segundo proyecto de la nueva propiedad

Video promocional del Real Zaragoza
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Heraldo.es

Los jugadores de la primera plantilla del Real Zaragoza regresan este próximo lunes de su periodo vacacional, ya citados por el club y Fran Escribá, su entrenador, para empezar a preparar la próxima temporada. Corre el tiempo... Se pone en marcha el segundo proyecto deportivo de la nueva propiedad de la sociedad anónima deportiva, encabezada en su presidencia por Jorge Mas, y arranca, al mismo tiempo, la undécima campaña consecutiva del equipo aragonés en Segunda, convertido en el decano de la categoría.

Como prólogo inmediato de este punto en el que nos encontramos, aparece una cuestión que en absoluto es menor para la ciudad, la afición, el club, los accionistas y el futuro: los últimos aconteceres que de un modo u otro afectan al proyecto de construcción del nuevo estadio de La Romareda. Sin querer prejuzgar nada, es manifiesto que de las últimas semanas han derivado composiciones de poder en el gobierno autonómico, de la DGA, y en el gobierno del Ayuntamiento de Zaragoza que eliminan tensiones a este respecto y aclaran de alguna manera el horizonte.

Es más, el nuevo estadio se contempla como pieza fundamental en el plan estratégico presentado por Zaragoza de ser elegida capital Europea del deporte, iniciativa en la que también se contempla la modernización de otros equipamientos deportivos de la ciudad, en el barrio de la Almozara y en el distrito Sur, y la creación de una ciudad inteligente del deporte.

Mientras tanto, desde la óptica que mira a Zaragoza como una de las posibles sedes españolas del Mundial de 2030, otro capítulo relevante e indisociable en esta materia, también se ha avanzado a lo largo de las semanas de verano.

Aunque no haya un reconocimiento expreso por parte de los órganos federativos, porque, como es evidente, no puede haberlo a estas horas, el alivio que se ha vivido en estos estamentos es considerable. Zaragoza sigue en pie, y, al parecer, muy firme, dentro de la candidatura, compartida por España, Portugal y Marruecos, a pesar de que La Romareda sea a estos efectos un proyecto, una maqueta, una idea presentada en público por el arquitecto César Azcárate y no cuente todavía con cuerpo tangible, como es el caso de la gran mayoría de ciudades españolas que aspiran a ser sede de dicha Copa del Mundo.

Por último, en el seno del Real Zaragoza, como club que quiere recuperar su ser, su peso e importancia en el orden nacional y europeo, también se mira de otro modo al porvenir.

En primer lugar, es evidente que se puede poner fin de una vez por todas a la anciana y venerable Romareda que todos conocemos. Concluiría la obsolescencia arquitectónica y deportiva de la infraestructura, incapacitada, por el mero paso del tiempo, para proyectar una adecuada imagen de Aragón, para competir en este aspecto con otras capitales de nuestro país o para acoger acontecimientos de primer orden, como encuentros de la selección española de fútbol, a pesar de haber jugado España aquí, en partido oficial, el pasado mes de septiembre, con lleno absoluto en las gradas y en celebración del centenario de la fundación de la Federación Aragonesa de Fútbol.

En segundo término, al Real Zaragoza le conviene el nuevo estadio en su propio ser como sociedad anónima deportiva. No sólo se trata de que el club o sus accionistas recuperen la inversión que están dispuestos a afrontar, situada en torno a los 140 millones de euros. También hablamos de la generación de recursos propios y ordinarios, de la herramienta para romper con el –en este caso– tenebroso, injusto y peligrosísimo límite del techo de gasto, de la palanca para disfrutar de un presupuesto para la plantilla acorde con la historia de la entidad y de la ciudad y sus significados o de la puerta que abre el futuro.

Ya sabemos qué supone la travesía del desierto.

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