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Giuliano Simeone: la rodilla de todos

El Zaragoza perdió gran parte de su fuelle con la baja del argentino, cuya posible lesión mantiene en vilo al zaragocismo ante la posibilidad de no volverlo a disfrutar.

Fotos del partido que enfrenta al Real Zaragoza y Las Palmas, en La Romareda.
Fotos del partido que enfrenta al Real Zaragoza y Las Palmas, en La Romareda.
Toni Galan

El Zaragoza finalizó el partido con Gabi Fuentes despejando un tiro de Sandro con la mirada; el desenlace tuvo la roja de un portentoso Cristian como ejemplo de que los árbitros permiten los gestos aireados según te llames Vinicius o no; el empate de Las Palmas contó con el patrocinio prescindible e inoportuno del codo juguetón de Carlos Nieto; el gol de Bebé rotuló la ventaja aragonesa y constató que es un futbolista con una determinación de hierro; los dos equipos, como si no obedecieran a obvios rangos clasificatorios, se respetaron y desafiaron de tú a tú en un duelo de ida y vuelta, de intercambio de golpes y de choque de estilos entre quienes rinden culto a la pelota y quienes laten con espacios…

El encuentro se tejió con muchas pequeñas historias dentro de un armazón en el que el empate deja al Zaragoza vestido con un traje reluciente de diez partidos sin perder y con la confirmación de que hay una maldición que le impide afilarse durante mucho tiempo con sus dos mejores colmillos: si ha malvivido más de medio año sin Azón, ahora le toca suspirar por su goleador y motor, un Giuliano Simeone que al cuarto de hora, en una de esas carreras con el corazón en la boca tan suyas, cayó mal en un choque con Saúl Coco y su rodilla izquierda provocó una descarga que electrificó a La Romareda de temores, arrancándole de cuajo al Zaragoza el jugador más apropiado posible para un rival como éste y en un partido con el desarrollo que tuvo.

Esa articulación es ahora, con la permanencia ya solo pendiente de los sellos oficiales y con el final de la temporada convertido en un forzoso compromiso con la competición y el decoro del fútbol, el eje de las preocupaciones del Real Zaragoza. Una rodilla que le duele a todo el equipo y a toda su gente. La rodilla de Simeone es ahora la rodilla de todos.

Giuliano podría no jugar más este año en función del diagnóstico final. «Puede tener algo», advirtió Escribá, a la espera de pruebas médicas completas. Cualquier dolencia ligamentosa le puede privar de un mes de fútbol, asunto que comprometería su concurso de aquí al 28 de mayo, fecha del final del curso. No estamos, pues, ante una baja cualquiera. El significado del delantero argentino no hace falta explicarlo con muchas líneas. Es el goleador del equipo, un arrojo de energía y alma, un delantero con la pasión inscrita en su código genético. Veloz. Impulsivo. Tenaz. Potente. Entusiasta. Hambriento.

El impacto en un Zaragoza sin él pudo observarse en el duelo contra Las Palmas: mientras estuvo en el campo, Giuliano presionó como un potro salvaje, corrió y estiró al equipo como tantas otras veces, haciéndolo con quien mejor lo sabe hacer, con su compañero Azón, con quien apenas ha tenido continuidad en un año en el que el rendimiento del equipo ha estado fatalmente marcado por la obligada intermitencia de esta pareja de jóvenes pirañas. El Zaragoza, aun dentro de su buen partido general, perdió mucho sin Giuliano ante un rival que dejaba espacios y permitía duelos contra sus centrales.

Al equipo de Escribá se le puede caer el ingrediente principal en las cuatro jornadas finales. Sus nueve goles y su rendimiento habían puesto a Giuliano a las puertas de Primera con la intuición en el club de que si marcaba algunos pocos más sus cifras lo alejarían del Zaragoza definitivamente.

Ya se verá. Pero en los ojos viejos y hundidos del estadio de La Romareda pudo descubrirse la mirada de a quien le duele más el futuro sin Giuliano Simeone, el no volver a tenerlo cerca, que el presente sin él.

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