Real Zaragoza: debates que vienen

Fran Escribá en el centro del entrenamiento en la Ciudad Deportiva, junto a Nieto, Azón, Puche y su ayudante Javi Suárez.
Fran Escribá en el centro del entrenamiento en la Ciudad Deportiva, junto a Nieto, Azón, Puche y su ayudante Javi Suárez.
Rubén Losada

Aunque Fran Escribá, entrenador del Real Zaragoza, se mueve en el empeño de mantener la tensión competitiva de su equipo hasta el final de campaña, va a ser inevitable que, poco a poco, se cuelen en la actualidad los debates acerca del futuro inmediato: la confección de la próxima plantilla, el estado económico y financiero del club y, por supuesto, el estadio, más allá del debate político que provoca esta pieza arquitectónica. Con la permanencia prácticamente conquistada, la vista tiende a irse hacia delante, hacia el porvenir, porque el fútbol enseguida renueva ilusiones y el zaragocismo no ha bajado de pulsaciones, por más que se acumulen diez temporadas consecutivas en Segunda.

Cae de suyo, por ejemplo, señalar que la afición exigirá a la nueva propiedad algo más que en el presente ejercicio, que ha sido, sobre todo, año de desembarco en el accionariado, toma de posesión, reflotamiento financiero y conocimiento directo del medio y de las causas que nos tienen aquí. De alguna manera, La Romareda ha valorado estas cuestiones y ha entregado a lo largo de este año un margen de maniobra. De hecho, sólo miró al palco en noviembre, cuando vio peligrar de nuevo todo. Pero no ha habido mayor tensión. Por lo general, ha tratado de soplar a favor. Incluso se lanzó a una tarde de fiesta y comunión con el equipo en la goleada endosada al Racing de Santander.

Tal estado de las cosas en este aspecto, como es evidente, difícilmente se repetirá. En la camiseta, escudo, historia y gen del Real Zaragoza está escrita la obligación de subir a Primera, regresar a la élite de nuestro fútbol y, en definitiva, de volver a ser quien se fue. Esta demanda del aficionado regresará de un modo u otro, cualesquiera que sean las dificultades.

A Juan Carlos Cordero, director deportivo, a quien nada se pidió durante el pasado mercado de invierno, porque prácticamente nada podía abordar, se le mirará con un ojo más analítico. Su papel será fundamental el próximo verano. Casi la mitad de la plantilla termina contrato, Cristian Álvarez necesita de un relevo, el problema del ‘9’ debe resolverse de modo satisfactorio de una vez por todas, casos como el de Gueye no pueden reeditarse, la negociación de una nueva cesión de Giuliano Simeone es más que conveniente, la repetición de perfiles en el centro del campo tiene que limitarse... No son pocos los asuntos de naturaleza deportiva que están sobre la mesa.

Mientras tanto, en un plano societario, los propietarios del Real Zaragoza quieren situar el pasivo de la sociedad anónima deportiva en torno a los 40 millones de euros, con el fin no sólo de mejorar el balance de situación y las masas patrimoniales, sino de seguir ampliando el techo de gasto en la plantilla. A expensas de quienes sean los equipos que desciendan de Primera, el Real Zaragoza quiere dar otro salto hacia arriba en esta materia, para meterse en presupuestos de promoción de ascenso.

Son también capitales estas fechas para el futuro de La Romareda, querida por cuanto significa y ha supuesto; pero que no deja de ser una instalación de mediados del siglo pasado y que el zaragocismo desea que sea puerta para nuevos horizontes: de un Mundial, finales de Copa, Europeos, selección y de un día a día que nos haga a todos mejores y más abiertos a las corrientes del mundo. 

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