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La involución de Escribá

El Real Zaragoza ofreció en La Rosaleda la peor imagen desde la llegada de Fran Escribá al banquillo. El bloque zaragocista no tiene ataque ni defensa. El equipo se ha caído

Foto del partido Málaga-Real Zaragoza, jornada 28 de Segunda División
Alarcón recuperó la titularidad en La Rosaleda pero no mejoró las prestaciones del centro del campo zaragocista.
CARLOS GUERRERO / LOF

Otra planta más en el sótano de la decepción. Si la semana pasada se vio que este Real Zaragoza no está para competir con los de arriba, mucho peor fue lo de ayer, ante un Málaga que venía de seis partidos consecutivos sin ganar, en plena crisis deportiva e institucional, y terminó goleando a un rival indolente en todas las facetas del juego.

A Fran Escribá se le ha caído el equipo. Con siete goles encajados en esos dos últimos compromisos y tan solo uno anotado, con esa genialidad de Bebé ante el Alavés que casi debería ser diferenciada de la producción colectiva, el Real Zaragoza exhibe registros preocupantes.

No hay ataque ni defensa. El guion de los partidos es siempre el mismo. Se empieza teniendo ocasiones, perdonando lo imperdonable, y después todo se viene abajo con muy poco, con oponentes que sí saben castigar los fallos.

Este lunes le tocó a Rubén Castro. Un delantero que siempre tuvo al Real Zaragoza como rival predilecto -le ha marcado 13 dianas con cinco equipos distintos- y, curiosamente, se convirtió en el máximo goleador nacional de la historia de la Liga gracias al doblete que decidió el envite.

Dos balones le bastaron. Uno para abrir el marcador (minuto 56) y otro para cerrarlo (82). Uno para encarrilar el partido y otro para sentenciarlo, ante un Real Zaragoza que extraña futbolistas como el canario.

Sin Iván Azón ni Víctor Mollejo, Simeone es un islote. Y eso que Bebé no deja de asomar por detrás, como en la sucesión de llegadas que este lunes protagonizó durante la primera parte y se perdieron entre la imprecisión -o indeterminación- de sus compañeros.

Sus duelos con el exzaragocista Delmás siempre trajeron peligro. Cada vez que recibía el balón con metros para avanzar, se barruntaba que algo podía ocurrir. Pero Vada y Bermejo marraron sus servicios en posiciones inmejorables; y también Simeone, esta vez tras un descuido de la defensa malacitana, malogró el 0-1 que pudo haber cambiado el duelo antes del descanso.

Dos meses suma el hispano-argentino sin ver portería. Siete partidos, los que van desde el cierre de la primera vuelta ante el Leganés hacia aquí, en los que ha ido alternando socios en la punta de ataque por las persistentes bajas.

Este lunes fue el intrascendente Vada; frente al Alavés, Puche… Ninguno de ellos es delantero. Ninguno de ellos es la solución al problema. A un problema de confección de plantilla que obliga a mantener apartado a Gueye por no reunir unas mínimas condiciones.

Ni las ausencias le llevan a jugar algo más que los minutos residuales. Ni la revolución en el once de Fran Escribá le dio el salto a una titularidad demasiado barata. El referido Vada, Larrazabal, Nieto, Alarcón o Bermejo no se pueden permitir encuentros como el de este lunes.

Hay distintas formas de perder. Y en Málaga se cayó de la peor manera. Sin actitud, sin genio… Con unas formas que no se pueden volver a repetir. Empezando por el partido del domingo ante el Burgos, por un duelo que, con el descenso a solo cuatro puntos, adquiere tintes de final.

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