El impresionante salto de Pau en el Real Zaragoza

Foto del entrenamiento del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva
Foto del entrenamiento del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva
JAVIER BELVER

Pau Sans vino a ser, sin duda, la buena noticia de la abultada derrota sufrida por el Real Zaragoza ante el Alavés en el estadio de La Romareda. Al joven delantero se le vieron el pasado sábado tres pinceladas de delantero de clase, inteligente, de lectura rápida e instinto despierto. No marcó. Pero le faltó francamente poco, en dos suertes distintas: con el pie y en el uso del remate de cabeza. Por lo general, estas condiciones no se entrenan. Tampoco son muy dadas al matiz, a los tonos grises. Se tienen o no se tienen. De modo casi absoluto. O brotan de modo natural o rara vez se adquieren.

No es de extrañar que a Fran Escribá le haya entrado el joven delantero por el ojo derecho, por lo que anuncia y si, además, entrena de la misma manera.

A los demás, a los espectadores, también nos convenció acerca de sus potencialidades, con todas las salvedades que en el mundo profesional deben aplicarse. Porque un partido, o una fase de un encuentro, no acaba de explicar a un futbolista, ni mucho menos. Es necesario disponer de mayor perspectiva. Pero, en todo caso, Sans afirmó mucho en poco.

Por su modo de moverse, jugar y acometer, prometió desempeños fuera de lo común, no sólo por su temprana edad, sino por el punto de contraste que significa su irrupción en relación a la pieza del delantero centro, un espacio prácticamente vacío de no mediar la figura de Iván Azón.

Sin pretenderlo, ni mucho menos, el joven delantero juvenil levantó con su debut en el mundo profesional interrogantes acerca de la política de fichajes o de si era estrictamente necesario acudir al fútbol belga para fichar a Pape Gueye, sin que sobre éste, como es natural, quepa descargar responsabilidades de ningún tipo: ni de su salario (de elevado coste para la economía del Real Zaragoza) ni del clausulado de su contrato.

Impresionantes saltos de este orden, desde los juveniles al primer equipo, sin intervenir el paso formativo por el filial, se han presenciado varios en el equipo aragonés en las pasadas campañas. Lo dieron el mencionado Iván Azón, Francho Serrano y Alejandro Francés. Los tres suponen en la actualidad algo más que su propio fútbol: son activos importantes de este Real Zaragoza, ubicado en un concreto momento de su historia y en unas circunstancias determinadas.

Con anterioridad, Jesús Vallejo, quien, salvo a cuenta gotas, no halla sitio en el Real Madrid de Carlo Ancelotti, también protagonizó una irrupción de este tipo. Incluso alcanzó la capitanía de un Real Zaragoza que estuvo a punto de obtener el regreso a Primera División, cuando todavía no había hecho efecto la erosión de una larga estancia en Segunda.

Si nos retrotraemos en el tiempo, Alberto Zapater también constituyó un caso de futbolista de autor. Subió al primer equipo, a Primera División, de la mano de Víctor Muñoz, quien confió en sus condiciones para dar ese salto. El tiempo nos ofrece una rica y abundante perspectiva. A día de hoy, sigue siendo un futbolista fundamental. El sistema de contención de Fran Escribá descansa en este momento en él en buena medida. Desde hace varias temporadas, arranca las campañas bajo el supuesto de que será la voz de la experiencia dentro del vestuario; pero termina por romper el molde, para ser capitán y titular.

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