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'Pedrada' al corazón zaragocista

La lesión de Iván Azón a la media hora golpeó al equipo y a los aficionados, que sufren al ver a su delantero recaer continuamente. El partido no fue lo mismo sin él.

Iván Azón, tras caer lesionado este lunes.
Iván Azón, tras caer lesionado este lunes.
Toni Galán

La Romareda se frotaba las manos al ver juntos de nuevo a Giuliano Simeone e Iván Azón, el equipo estaba atropellando a la Ponferradina con la pujanza de estos dos bichos, cuando ocurrió lo que nadie deseaba: en una de sus acometidas, el ‘9’ canterano notó un pinchazo en la zona posterior del muslo y se lanzó al césped para reclamar, con gesto de tristeza y resignación, el cambio.

La ansiada pareja apenas había durado media hora. Azón se había vuelto a romper. Tercera lesión de la temporada. Segunda recaída -todo apunta a que la dolencia afecta a la zona isquiotibial- de un futbolista que no logra tener continuidad por culpa de esas continuas ‘pedradas’ que van directas al corazón del zaragocismo.

Los lamentos de su colega Simeone al verlo tendido en el suelo eran los lamentos de toda una afición. De una grada que presenció un espectáculo distinto tras la marcha del atacante zaragozano. De unos seguidores que sufren con el infortunio que está viviendo un chaval que se desvive por el escudo del león.

El equipo se deprimió con su ausencia. Hasta entonces, el Real Zaragoza estaba siendo enérgico, decidido hacia la portería contraria. Tras su marcha, los de Fran Escribá perdieron verticalidad. Principalmente, durante el cuarto de hora que restó hacia el tiempo descanso.

Luego, tras el paso por vestuarios, Simeone se empeñó en echarse el equipo a su maltrecha espalda, continuó bregando en solitario o en compañía de Mollejo, pero nada volvió a ser lo mismo…

El fútbol ofensivo del Zaragaoza ya no tuvo continuidad. Siguió extrañando el ímpetu inicial. Involucionó hacia el juego estéril de otras veces mientras se lamentaba por lo de Azón y por las ocasiones (pocas) falladas en el arreón final del encuentro.

Los de Escribá pudieron ganar con un disparo del recuperado Sergio Bermejo al palo o un mano a mano de Pape Gueye que fue invalidado por fuera de juego después de que el africano se topase con Amir. También pudo hacerlo la Ponferradina si nuestro guardameta, Cristian Álvarez, no llega a intervenir de forma milagrosa a remate de Pascanu.

Intrascendente Gueye

Eran los últimos minutos de un partido que deja muchas conclusiones. La primera está vinculada al estado de Iván Azón y las soluciones que el director deportivo zaragocista, Juan Carlos Cordero, debería encontrar en el inminente cierre de mercado.

Ayer se volvió a poner de manifiesto que Fran Escribá no confía en Pape Gueye. El técnico valenciano apostó por introducir a Puche en ausencia de Azón y reservó al senegalés para el tramo final, demostrando que se trata de un futbolista residual que no está presto para asumir la responsabilidad del gol.

Duele ver un delantero tan intrascendente. Como duele intuir lo que podría ser este Real Zaragoza si la dupla Simeone-Azón tuviera continuidad. Ambos solo han coincidido 260 minutos sobre el campo y, aunque los resultados -empates ante Éibar, Oviedo y Ponferradina y derrota en Santander- no sean del todo positivos, nadie duda de que son indiscutibles.

La de ayer era una ocasión inmejorable para conocer hasta dónde puede llegar este Real Zaragoza junto a ellos, pero todo se redujo a esa primera media hora, a un tramo en el que, por sí solos, fueron capaces de encerrar a la Ponferradina.

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