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Un mercado envenenado en el Real Zaragoza

Juan Carlos Cordero está sufriendo en primera persona las complejidades en enero de un club cubierto de fichas, con varios futbolistas improductivos, con nula fuerza negociadora, con escaso atractivo deportivo y urgido de fichajes.

Juan Carlos Cordero, este lunes sobre el césped de La Romareda.
Juan Carlos Cordero, este lunes sobre el césped de La Romareda.
Francisco Jiménez

Nunca imaginó Juan Carlos Cordero a su llegada al Real Zaragoza en pleno mes de enero que el mercado de invierno se le iba a infectar de tal modo. El director deportivo se ha encontrado con un legado envenenado: una plantilla, con una configuración, unos contratos y unas necesidades, de compleja gestión y solución en el corto plazo. Estas dificultades han marcado sus primeros 20 días en el club aragonés: Cordero no ha podido hacer efectivo ningún movimiento -la incorporación de Alarcón y la rescisión de Lasure son previos a su aterrizaje- y el Real Zaragoza se adentra en la recta final del periodo invernal de fichajes -las 23.59 del martes es la hora límite- con casi todo por hacer: tiene que dar salidas a varios futbolistas y reforzarse, al menos, con un extremo y quizá también con un central. Pero, sobre todo, con un atacante de banda izquierda.

Es aquí donde Cordero se ha llevado un revés notable: la oferta fallida para conseguir la cesión de Manu Vallejo. El ejecutivo ha estado diez días intentando convencerle, pero el futbolista del Girona optó por la vía del Oviedo de Álvaro Cervera, artífice directo de esa decisión. Cordero había puesto toda la carne en el asador en esta operación, porque Manu Vallejo suponía un verdadero salto de calidad y porque el mercado, ahora mismo, no le ofrece alternativas claras de ese nivel o cercano a él.

Cordero se ha encontrado con un mapa de plantilla poblado de dificultades y problemas. Le han bastado solo unos días para comprobar la particular realidad de este Real Zaragoza. Cualquier boceto o planificación de intenciones que hubiera podido hacer cuando firmó por el club se ha desarbolado en solo dos semanas y media. Desde un principio, el director deportivo ha sustentado su manual de operaciones desde la premisa de que la plantilla debía aligerarse.

Salidas bloqueadas

Las coordenadas han sido claras: por mucho que el club haya podido incrementar ligeramente el techo salarial con el remanente del verano y nuevos ingresos, el verdadero músculo económico para este mercado debía moldearse con la salida de futbolistas. Este asunto se ha convertido en un dolor de cabeza para Cordero. Por si fuera poco, se ha topado con un paisaje inaudito y restrictivo: las 25 fichas de la plantilla están cubiertas -además Rebollo y Mollejo, en dinámica de primer equipo, tienen licencia del filial-. Este grupo sobredimensionado y la escasa capacidad de maniobra salarial han sido grilletes para un club que debía salir al mercado.

Cordero ha pisado así un escenario que no ha surgido de forma espontánea. Los problemas de invierno nacieron en verano, cuando Miguel Torrecilla y Raúl Sanllehí cerraron una plantilla con exceso de peso y no concretaron la mayoría de las salidas contempladas en la hoja de ruta. Por si fuera poco, se decidió darle dorsal del primer equipo a Puche cuando por edad y rol podía estar a caballo con el Deportivo Aragón. Esta decisión a última hora del mercado tuvo mucho de cosmética canterana después de que no se pudiera cerrar el fichaje de un extremo tras la salida de Narváez al Valladolid y también respondió a la necesidad de no privar de fichas útiles a Emilio Larraz en el filial.

La sobrecarga de la plantilla aún resulta más inoperativa después de desvelarse que Torrecilla renovó un año más a Igbekeme cuando lo cedió al Columbus Crew hace un año. Aun sabiendo que en enero iba a volver porque su rendimiento en la MLS fue deficiente, y que su salida con un año más garantizado aún sería más complicada, se optó por saturar de fichas y salarios la plantilla. Este error táctico tampoco lo pudo resolver Raúl Sanllehí en los dos meses que el Zaragoza ha estado sin director deportivo tras el despido de Torrecilla. Entre noviembre y diciembre, el director general no aligeró soluciones a la problemática de las fichas cuando ya se adivinaba en el horizonte. Fue tiempo perdido.

Una plantilla devaluada

Y así, ya llegados a enero, Cordero se ha encontrado con una plantilla llena y con varios futbolistas con una relación coste-rendimiento negativa. Es decir, improductivos. Jugadores como Petrovic, Vigaray, James Igbekeme, Pape Gueye e incluso otros más activos como Larrazábal o Eugeni Valderrama suponen un coste salarial fuera de su mercado actual y de la relevancia que tienen en el equipo. Son futbolistas devaluados y con salarios inflados.

Este problema de contratos ha sido un inesperado puñetazo al mentón de Cordero, que se ha visto en el congelado desierto de invierno en una posición de debilidad negociadora. Son los jugadores atados a sus contratos y los demás clubes que puedan estar interesados en ellos quienes tienen esa fuerza.

Del mismo modo, el pobre atractivo deportivo de un equipo alejado de las aspiraciones de ascenso no es tampoco ninguna facilidad a la hora de seducir a futbolistas, que siempre van a optar antes por propuestas con una ventana abierta a un contrato en Primera en caso de subir.

Todo ello dentro de la coyuntura general en la que se mueve el mercado de Segunda en los últimos años: las opciones provenientes de jugadores con poca participación en Primera escasean. ¿Por qué ha cambiado esto? Las reglas del tablero son otras. Hay nuevos condicionantes en el mercado: las cinco sustituciones y las convocatorias de 23 futbolistas han multiplicado las oportunidades de juego. Hay menos jugadores descontentos o vacíos de participación.

Esto ha tenido un efecto clásico de oferta y demanda: hay menos futbolistas en el mercado, pero hay los mismos clubes con necesidades. Y casi todos tienen las mismas, por lo que muchos clubes aspiran a los mismos fichajes. Esto sube la exigencia económica de las negociaciones y concede ventaja a las entidades con mejores techos salariales y a los equipos destacados en la clasificación.

Con todo esto, con las circunstancias del propio Real Zaragoza y con el contexto de la categoría, está teniendo que batirse Juan Carlos Cordero en sus frustrantes primeros días en la nave del club aragonés.

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