fútbol

El Alavés destruye el sueño zaragocista

Los vascos aguan la fiesta de un Real Zaragoza juvenil que anhelaba introducirse en las series finales de la Copa del Rey

Joel Andrés es derribado por un rival.
Joel Andrés es derribado por un rival.
Toni Galán

Niebla en el corazón. Sueños rotos. Mirada al suelo. Maldita suerte. Adiós a la Copa del Rey. Lo peor es que probablemente el Real Zaragoza juvenil sea mejor que el Alavés. En una liga regular, los dos quedarían bien arriba, pero yo diría que los aragoneses por encima. Pero el caso que nos ocupa, la eliminatoria de dieciseisavos de final de la Copa del Rey, se ventila a partido único. Se jugó en la Ciudad Deportiva, pues el equipo del león capturó la clasificación con más puntos. Lo dicho, en una competición liguera seríamos (y somos) mejores, pero la mística de la Copa, el formato taimado a 90 minutos, destruyó al Real Zaragoza. Porque en la Copa no gana el mejor equipo, sino el equipo que mejor está en ese día concreto. Y este viernes, desde luego, supo ser mejor el Alavés.

Sin ser mejor, que no lo es, este viernes el conjunto vitoriano fue mejor esencialmente porque no cometió ningún error. Ninguno es ninguno: cero. Cero, que no es cero patatero, sino cero multiplicador. Este cero multiplicador en fútbol equivale al infinito. Si además aceptas gustoso el único regalo que concede el rival, el infinito y más allá. El sueño destruido del Real Zaragoza significa la gloria del Glorioso, que se introduce por legítimo derecho de conquista en la serie final por el título.

Nunca se encontró cómodo el Zaragoza. Partido gris en medio de una atmósfera plomiza. Niebla también en el juego. Quizá tenga bastante que ver en el tema Íñigo Calderón, entrenador del Alavés. Desde luego, su equipo no se resfrió. Iban tapados hasta las cejas... Asumió el esfuerzo creador el Real Zaragoza, que hiló más. Tampoco mucho, pero más. Mediado el primer acto, la tuvo Adrián Liso. Y en el rechace, la volvió a tener Chema Aragüés. No fue el día ni de uno ni de otro. Y mucho menos de Pau Sans, perdido entre la boira y la bien apretada defensa vasca.

Nunca se mostró brillante en la creación el Alavés. Tampoco invirtió demasiadas energías en ese menester. Desde luego, habían estudiado al rival. Cerraron a cal y canto las bandas, cortando el suministro a Pau Sans. El arbitraje tampoco fue factor. Arbitrajes como el de Íber Almárcegui querría el Zaragoza cuando sale fuera... El fútbol (aquí) es así. Regresemos al careo. Además de ordenado, el Alavés supo ser paciente. Esperó el error del rival, que llegó en el minuto 56. Tragada de los centrales, y el astuto Ormazábal echó a la jaula el primero.

No cayó en la desesperación el Zaragoza, virtud extraordinaria cuando el reloj y el corazón galopan. Javier Garcés conoce mejor que nadie la categoría. Perdió el partido, pero nunca perdió el sitio el Zaragoza. Siempre estuvo metido en el encuentro. Sin mostrar brillantez, el conjunto aragonés sí supo elaborar un par de ocasiones. La tuvo Álvaro Lahoz. Y después, de cabeza, el jovencísimo Jano Monserrate. Cuando la reunión ya agonizaba, cuando el Zaragoza vivía en el campo visitante, Ander Sánchez firmó la sentencia a la contra. Niebla en el corazón. Adiós a la Copa.

Ficha técnica: 

Real Zaragoza: Sergio de Cea, Sadiouma Mballo (José Vásquez, 59), Joel Andrés (Jano Monserrate, 78), Lucas Terrer, Álex Lluch (Leiva Marco, 89), Álvaro Lahoz (Hugo Barrachina, 89), Chema Aragüés, Adrián Beamonte, Pau Sans, Ángel Linares (Ismael Fadel, 89) y Adrián Liso.

Deportivo Alavés: Gaizka García, Egoitz Muñoz (Gustavo Chinchilla, 89), Miguel Aranda, Álvaro García, Xanet Olaiz, Markel Ruiz (Marcos Ceña, 67), Javier Gomila (Daniel Lyubomirov, 67), Jon Barriga (Diarra Ntiji, 84), Aimar Pinto (Ander Sánchez, 49), Iñaki Sáenz de Viteri e Iñaki Ormazábal.

Goles: 0-1, min. 56: Iñaki Ormazábal. 0-2, min. 86: Ander Sánchez.

Árbitro: Íber Almárcegui (Comité Aragonés). Amonestó a Linares; Marcos Ceña y Markel Ruiz.

Incidencias: Partido de dieciseisavos de final de la Copa del Rey de juveniles. Ciudad Deportiva del Real Zaragoza. Tarde muy fría. Se jugó con luz artificial a causa de la niebla.

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