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El Real Zaragoza no sale del laberinto y solo empata 1-1 con el Oviedo

Azón marcó en el minuto 2 y Carcedo mostró un plan muy conservador. Tras el empate asturiano, los blanquillos fueron un barullo constante y el público censuró al entrenador con fuerza.

El Real Zaragoza no sale del laberinto en el que está atrapado en el arranque de liga y solo pudo empatar 1-1 ante un Oviedo que le perdonó la vida en al menos media docena de ocasiones claras de gol marradas ante Cristian Álvarez. Carcedo fue fuertemente censurado por la afición zaragocista, pidiendo incluso su marcha. Es la consecuencia de otro partido más cargado de inoperancia ante el gol, insuficiencia creativa y falta de rigor durante la mayor parte del juego.

Por fin llegó un gol tempranero de los zaragocistas en La Romareda, hecho que cambió con seguridad las coordenadas de navegación táctica del partido, que se presumía larguísimo, cerrado y de mucho miedo por parte de dos entrenadores amenazados ya por las dudas en sus respectivos entornos, Carcedo y Bolo. Lo marcó Azón en el minuto 2, tras un saque de banda rápido de Simeone al espacio, que hizo bueno el ‘9’ aragonés dejando atrás al central Luengo con un leve golpe de puntera al balón, que colocó después en suave vaselina por encima del portero Nadal casi sin ángulo. Una virguería que puso el 1-0 enseguida y dio calma a los blanquillos y destrozó los planes ovetenses de aguantar metidos atrás con tres centrales (Tarín, Costas y Luengo) colocados en muralla con apoyos de los laterales y los medios centro.

Algo parecido, no obstante, a lo que tenía preparado Carcedo en semana de puyazos en el entorno. Dejó fuera a Gámez y Bermejo, titularísimos en su plan A del curso. Y también a Molina, este por segundo partido seguido, su escudero de confianza. Dio la banda derecha a Larrazabal y sorprendió con Petrovic en el timón, junto a Grau en algunos tramos, pero en realidad metido como tercer central en fase defensiva. Fue un 4-4-2 que derivó en un 5-3-2 las más de las veces, pues tras el 1-0 fue el Oviedo el que más tuvo la pelota y la famosa posesión. De no haber sido por ese tanto tan prematuro, quedará siempre en el limbo el formato de duelo que se habría visto, seguramente con empacho de pizarra y ajedrez.

El Zaragoza pudo marcar el 2-0 de inmediato, de nuevo por medio de Azón, que cabeceó una falta lateral sacada por Simeone, alto por poco en el minuto 3. Felices se las prometía ahí todo el mundo en las pobladas gradas del estadio. Esa buena pinta duraría poco y solo la ventaja zaragocista hizo sobrevivir a muchos en plena digestión de un domingo pilarista. Carcedo mandó controlar la situación tácticamente, aunque su equipo dejara el balón en poder de los astures. Y el minutero empezó a correr sin que Azón y Simeone, los dos delanteros por fin juntos en paralelo, olieran un solo pase. Ni uno. Hasta el minuto 43 sería así. O sea, casi 40 minutos sin ver una sola jugada ligada en ataque de los locales. De no ser por el 1-0 que se veía en los marcadores, los pitos que empezaron a sonar en las tribunas en el minuto 36 y que fueron in crescendo durante un rato -hasta que Cristian Álvarez mando mensajes mímicos a la afición de parar las críticas- hubieran ensordecido el ambiente mucho antes.

Y es que, en el discurrir de este feo primer periodo, el Oviedo tiró a la basura tres ocasiones clarísimas de gol por la mala actitud de uno de sus delanteros en cada caso, que cayeron en fuera de juego milimétrico. Primero, en el minuto 20, el exzaragocista Borja Bastón aprovechó un error serio de Jair a su espalda para quedarse mano mano ante Cristian, pero remató fuera. Se anuló la acción por media bota adelantada. En el 36, el susto más serio, Javi Mier pareció empatar, pues marcó un golazo raso… pero el pase previo de Bretones vino de un fuera de juego de dos dedos. El VAR le dio la razón a un buen juez de línea, que los vio todos. Y en el 39, Bastón provocó en otro mano a mano un paradón abajo de Álvarez. Ahí se soliviantó la hinchada aragonesa, que veía las orejas al lobo de la no victoria un día más, pese al prometedor inicio del choque que se quedó en nada.

Tras este primer tiempo de nivel bajo en lo plástico, en el que solo era bueno el gol de Azón y la victoria momentánea, se presentaba un segundo periodo donde el Oviedo debía irse aún más a la desesperada arriba y Carcedo mover alguna ficha para no dar la sensación de que su misión era guardar el gol desde el minuto 2 hasta el 98. Eso La Romareda nunca lo llevó bien, históricamente. Bolo, en el intermedio, quitó a uno de sus centrales y dio un paso adelante. Y Carcedo se guardó de riesgos y retiró a los dos amonestados, Petrovic y Francho, para recuperar a dos de sus piezas básicas, Molina y Gámez, con lo que Larrazabal pasó a ser extremo, o algo así. En todo caso, de valiente, este doble paso… nada de nada.

Fallo garrafal de Cristian Álvarez

Y la reanudación ejecutó en breve tiempo lo que venía avisándose antes de la pausa. El 1-1 lo marcó el Oviedo en el 49, enseguida. Fue un fallo garrafal de Cristian Álvarez, quizá cegado por el sol de la portería de la vieja Feria de Muestras. Metió un puño blando a un globo provocado tras un córner y regaló el remate de cabeza a placer de Montoro. El castigo a la racanería de Carcedo y su sumisa plantilla ya estaba servido en ese momento, además con algo que duele siempre en los últimos años, un error del héroe habitual, el portero argentino. Así que al técnico riojano se le acabó ahí el plan conservador. Y nacía otro partido nuevo. Con el importante matiz de que el Oviedo estaba enchufado a atacar desde largo tiempo, mientras que el Zaragoza no lo había hecho apenas desde el inicio del envite.

Los del Principado perdonaron el 1-2 en el minuto 56 en pleno aturdimiento zaragocista. Primero, Bretones forzó a Cristian Álvarez a sacar una mano salvadora abajo tras un chut raso en el área. En la segunda jugada inmediata, Viti asistió a Borja Bastón para que fusilara el tanto a placer. El ariete intentó un lujo, rematar de tacón, y el balón le pegó en su propio pie de apoyo, cometiendo una pifia impropia de él. El yerro indultó al cuadro aragonés de ponerse por debajo y, con seguridad, de una bronca mayúscula en el graderío. Y de nuevo Bastón tuvo el gol del volteo en el 63, al culminar mal un nuevo centro de Viti, al que Fuentes perdió la matrícula con demasiada asiduidad, mal en las marcas el colombiano. El balón se fue a dos palmos del palo izquierdo. Entretanto, el Zaragoza no pasaba de lanzar algún córner, siempre mal, y de ver cómo Larrazabal, Gámez y el citado Fuentes no eran capaces de poner un centro en condiciones al área. Lo ya visto desde agosto. Nada nuevo.

En el minuto 65, la afición zaragocista silbó a Carcedo para que hiciese más cambios. No solo no reaccionaba su equipo, sino que el Oviedo estaba mucho más cerca de llevarse los 3 puntos. El runrún fue bronca en el 67 cuando de nuevo Borja Bastón remató al aire con la portería a su merced otro centro de Viti, que definitivamente se había merendado a un catastrófico Fuentes en labores de cierre. El follón fue ya mayúsculo cuando, en el ansiado doble cambio por la hinchada, Bermejo y Puche sustituyeron a Larrazabal y… Azón. La gente no dio crédito a la decisión. Porque, si Azón ya no podía más físicamente, ¿para qué ha venido Gueye, el delantero centro estrella?

Bolo vio que podía ganar el partido a poco que arriesgase un poco más. Y metió al ariete Obeng con celeridad. Él no limó con la esméril su ataque, sino que juntó a dos tanques, pues Borja Bastón siguió en el campo y el que se marchó fue Bretones. La comparativa dejaba a Carcedo retratado. Y el diapasón aún aumentó más los decibelios en el 79 cuando el técnico zaragocista retiró a Vada para dar entrada a… Zapater. El capitán, que debutaba esta temporada, fue aplaudido. El cambio, generó hilaridad y enfado hasta a las piedras del estadio.

Entremedias de todo esto, lo nuclear, el fútbol, la perentoria reacción para tratar de ganar otro partido que se iba por el sumidero, no existió jamás. Los argumentos de los de Carcedo siguen siendo cercanos a nulo cuando se trata de llevar balones de peligro al área rival. Y la famosa estrategia ofensiva, es algebraicamente conjunto vacío. Nada de nada. La Romareda empezó a gritar ¡fuera, fuera! en el minuto 86 ante los constantes errores defensivos de Lluís López, Jair, Fuentes… un peligro constante cada vez que los asturianos llegaban cerca de Cristian Álvarez. Y el coro de la grada pasó al ¡Carcedo, vete ya! un minuto más tarde. Ver a Molina de delantero centro hacía sangrar los ojos. Zapater, en esa fase de ofuscación general, protagonizó el único remate serio del segundo tiempo, respondido por Nadal con una buena intervención.

Fueron 8 los minutos de aumento. En un avance a todo tren, Simeone marcó en el 91 a puerta vacía tras un pase de Bermejo, en claro fuera de juego este por dos metros. El Oviedo llevaba un rato conformándose con el 1-1. No quería perder Bolo. Ni los zaragocistas encontraron un segundo de inspiración divina, ni los ovetenses buscaron más el triunfo. Así que firmaron las tablas, que a ninguno de los dos sacan de pobres. Lo del Real Zaragoza es, como se ve venir hace un tiempo, un problema mayúsculo.

Ficha técnica

Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Larrazabal (Bermejo, 69), Lluís López, Jair, Fuentes; Grau, Petrovic (Molina, 46); Francho (Gámez, 46), Vada (Zapater, 79), Simeone; y Azón (Puche, 69).

Real Oviedo: Nadal; Tarín, Luengo, Costas (Lucas, 46) Pomares; Luismi, Montoro (Jimmy, 81); Viti (Sangalli, 81), Javi Mier (Hugo Rama, 54), Bretones (Obeng, 73); y Borja Bastón.

Árbitro: Milla Alvendiz (Comité Andaluz). Amonestó a Montoro (17), Javi Mier (28), Francho (33), Petrovic (45), Fuentes (57) y Grau (82).

Goles: 1-0, min. 2: Azón. 1-1, min. 49: Montoro.

Incidencias: Tarde excelente, con 24 grados y sol a la hora del comienzo (las 16.15), ya en plenas fiestas del Pilar. El césped de La Romareda presentó un buen aspecto. En las gradas hubo alrededor de 21.500 espectadores.

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Partido Real Zaragoza-Oviedo, en directo
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