Real Oviedo - Real Zaragoza: el zaragocismo observa con atención

Antepenúltimo partido para el Real Zaragoza esta noche en Oviedo (21.00), con la salvación atada y la falta de actitud por restañar.

Juan Ignacio Martínez dialoga con el banquillo.
Foto de archivo de Juan Ignacio Martínez dialogando con el banquillo.
Oliver Duch

Fútbol a contrapelo, a contramano, a contracorriente. Esto es para el Real Zaragoza el partido de este lunes en Oviedo y, asimismo, lo serán los dos últimos de esta indigesta liga frente al Lugo, en La Romareda, y en San Sebastián, contra la benemérita Real Sociedad B, el último día, el 28 o 29. Porque la liga, en este tramo final, ya no vale nada para el equipo zaragocista en términos deportivos.

Ahora, hoy, este aserto ya sí es de verdad, porque así lo dicen las matemáticas (filial donostiarra mediante, al perder el viernes contra el Almería). Aunque, por lo que se ha podido observar en el último mes y medio, para muchos de los futbolistas de esta plantilla la liga ya no tenía valor para ellos, a juzgar por su competitividad, su conducta, su actitud y su defensa de los valores de este legendario club de títulos nacionales y europeos, hoy venido a menos por causas del pasado. Y al que la mayoría de los actuales portadores de dorsal con la camiseta blanquilla jamás habrían soñado llegar de haber permanecido en su sitio natural, la Primera División, antes de que cayera abatido por el 'agapitismo' multisectorial que lo dejó casi cadáver en 2014.

El partido de esta noche en el nuevo Carlos Tartiere (hasta principios de este siglo XXI hubo un viejo y entrañable Tartiere con sabor a fútbol de verdad) es para los zaragocistas un trámite. Después de media docena de intentonas por parte de Juan Ignacio Martínez ‘Jim’, el cansado entrenador blanquillo, de incentivar el orgullo de su tropa, viendo el fracaso en tales labores de inocular acicates para ganar partidos y mejorar la clasificación final, hoy ya no cabe lucir para la galería eso de los retos de amor propio, de tocarles el corazoncito a los jugadores y demás zarandajas. Ha caducado.

Al futbolista medio del fútbol-negocio moderno, lo de las camisetas, los escudos, la historia, le viene grande. Aquí, allá y acuyá. Ellos responden a escuderías, elementos intermediados en la pirámide de este negociado desde hace un par de décadas entre los clubes y los propios futbolistas, que han alejado los vínculos directos de estos con las entidades. Hoy juegan aquí y mañana allí. No hay por lo general vocación de arraigo. Al contrario, si puede haber dos contratos en un año (qué gran invento el mercado de invierno para el género), mejor que uno.

Ficha del partido de este lunes
Ficha del partido de este lunes
HA

Así que este Oviedo-Zaragoza -dos ‘Reales’- con aromas de histórico solo tiene utilidad en la capital asturiana. En Zaragoza, nada de nada. Porque ni la seducción del dinero que hay en juego por la posición definitiva en la clasificación parece que ha picado el gusanillo personal de los muchachos que visten hoy de blanco y azul a orillas del Ebro. Eso no va con muchos de ellos, que en 15 días se irán de aquí para no volver más, tras una fugaz presencia en esta plaza de rancio abolengo, algo que cada vez queda más lejos en el tiempo y que muchos de ellos desconocen, más allá de lo que puedan contarles y asimilar como psitacoideos por un tiempo corto.

El Real Oviedo se juega todo. Después de una sobresaliente segunda vuelta de los de Ziganda, metidos en la zona premiada (quintos hoy) por derecho propio, tienen a mano jugar la promoción de ascenso a Primera División (ahí quisiera estar Jim, en la famosa ‘pomada’ de Torrecilla que nunca existió). Les aprieta duro por detrás Las Palmas, que ayer ganó 0-2 en Alcorcón, al colista que retrató al Zaragoza de mala manera hace una semana. La Ponferradina, a la que desbancó hace un par de meses de ese puesto último de ‘play off’, ahí continúa pugnando por entrar en la foto de la orla de honor de la liga 21-22. Así que los ovetenses no están para bromas. No tienen margen para el error.

Por este cristalino preámbulo, que el Zaragoza sea capaz esta noche de revivir de su estado catatónico manifiesto parece un imposible. Cabe apelar a que, en fútbol, hay siempre una gatera para cualquier sorpresa. Pero, para que eso ocurra, hay que pelear, aplicarse mínimamente en la tarea táctica y técnica. Y tener calidad, claro. El zaragocismo va a observar hoy con atención, por televisión, cómo actúan estos futbolistas que están a 14 días de acabar este calvario de año y, en muchos casos, pasar a la historia. No a la de letras doradas, ni plateadas, ni bronceadas. Como ya sucedió el año anterior con otros, su aportación no les da para más allá que el latón, la hojalata o metales de aleación barata.

Jim y su once a machamartillo

Juan Ignacio insistió el sábado en que pondrá "al equipo más competitivo posible". Quizá no se trate de eso y sí de que hoy, como ante el Alcorcón, Eibar, Burgos, Cartagena, Amorebieta... los que queden en la retina para la fea posteridad sean los que han armado el esqueleto principal de este deficiente curso.

Además, no conviene olvidar (más bien recordarlo a quienes piden la presencia de canteranos a granel en la alineación), que las normas impiden revolucionar el once inicial con chicos del Aragón. Mucho más porque, por motivos dinerarios, Azón, Francho y Sainz portan dorsal no profesional, lo que limita casi al cien por cien la cintura de Jim. Eso sí, hoy vuelven Cristian Alvarez, Álvaro Giménez, Bermejo, Nieto y Vada desde la enfermería. Anécdota.

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