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El típico partido del Real Zaragoza

Otro empate más, otra jornada sin marcar gol y otro día con la portería de Cristian Álvarez a cero: el partido fue uno de tantos que han definido el curso del equipo de Jim.

Una imagen del partido Real Zaragoza-Burgos de este domingo, 24 de abril.
Una imagen del partido Real Zaragoza-Burgos de este domingo, 24 de abril.
Toni Galan

Otro empate más, otro día sin marcar gol y otra jornada con la portería de Cristian Álvarez a cero. Nada resultó extraño ni fuera de lugar en la grisura de un partido jugado por los dos equipos con el ánimo de quien poco más tiene que hacer en esta campaña que se va a hacer más larga que un día sin pan.

El Zaragoza-Burgos sirvió de sinopsis de toda una temporada para el equipo de Juan Ignacio Martínez. Fue el típico partido que ya hemos visto otros muchos días desde septiembre: desustanciado, denso, impreciso, inofensivo… Un resumen perfecto de esos encuentros en los que al Zaragoza no le ha dado para ganar, ni a los rivales para ganarle. Un cero a la izquierda y a la derecha. El perfil de partido, precisamente, que ha impedido al equipo aragonés moverse por la zona alta y aspirar a algo más que desear durante un largo mes que lleguen las vacaciones de verano.

Los rivales bien organizados por detrás de la línea de la pelota, con un estricto orden defensivo y con concesiones de la posesión, como el Burgos en La Romareda, han supuesto durante todo el curso un laberinto indescifrable para Juan Ignacio Martínez. En esa rugosidad, el Real Zaragoza nunca se ha adaptado. Nunca ha tenido la cartografía necesaria para ganar. Escaso de soluciones individuales ofensivas, tampoco las ha tenido a nivel táctico a la hora de atacar desde situaciones posicionales. No es su estilo, no es el fútbol de transición y vertiginoso en el que tan bien se ha desenvuelto el equipo en los últimos tiempos. El Real Zaragoza de Jim carbura más cuanto más simplifica su juego, cuando adopta un papel menor en el reparto del partido.

El duelo contra el Burgos fue un reflejo de todo ello. No hubo soluciones para penetrar al Burgos, cómodo defendiendo el área mientras el Zaragoza -sobre todo un Nieto con las botas cambiadas de pie- cruzaba balones desde la banda. El Burgos conocía que el rival no destaca en la materia y se concentró en agazaparse por dentro. El Zaragoza centró 30 veces. ¡30! Uno de sus topes de la temporada. Pero solo ocho fueron buenos. Pudo verse en La Romareda en duelo contra el Burgos la impotencia de ciertos jugadores a la hora de asaltar el área.

Los 30 centros derramados sobre el cielo y el césped del estadio zaragocista son un ejemplo más de los dificultades atacantes que ha manifestado el equipo durante todo el año. Ha sido un problema lineal. Un Zaragoza fiable, eficaz y rocoso en defensa, pero escaso en otras cosas. Por eso empata tanto. Por eso volvió a empatar.

Después de hacerlo contra el Burgos, el registro de empates se eleva a 19 en 37 jornadas. El Zaragoza de Jim ha igualado más de la mitad de sus partidos cuando aún restan cinco encuentros por jugarse. Así solo hay un camino: una temporada acabada en abril.

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