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Media hora de charla de Jim con la plantilla sobre el apagón de Cartagena

El primer entrenamiento de la semana tras la goleada recibida el sábado gravitó mucho más sobre lo anímico y emocional que sobre lo relativo a lo puramente futbolístico. 

El grupo zaragocista, en el campo de la Ciudad Deportiva, en un entrenamiento anterior.
El grupo zaragocista, en el campo de la Ciudad Deportiva, en un entrenamiento anterior.
Francisco Jiménez

Se esperaba después del duro viaje de regreso de Cartagena en la madrugada del domingo y así ha acontecido: la plantilla del Real Zaragoza ha comenzado la nueva semana con una charla intimista que ha tutelado el entrenador, Juan Ignacio Martínez 'Jim', y que ha durado casi media hora. Lo de menos era lo futbolístico después del varapalo sufrido en Cartagonova, pues más que el 3-0 final (que pudo ser un 5-0 o 6-0 sin que a nadie extrañase viendo el nivel del fútbol desplegado), lo que dolió de veras fueron las formas.

Jim ya asumió en la sala de prensa del estadio murciano la pésima puesta en escena de los suyos, la dejadez que se vio en muchos momentos del segundo tiempo. Y dejó amonestados a los suyos de que, así, no se puede seguir ni un minuto más en las 10 jornadas que restan de liga. Sobre eso ha ido hoy la sesión de ejercicios espirituales del arranque del entrenamiento en la Ciudad Deportiva

Como se viene demostrando en distintos pasajes de la temporada 21-22, este grupo de futbolistas tiene lagunas de atención, de aplicación, de intensidad. Necesita, dentro de su buen rollo interno del que presumen y dan muestras de tener, que alguien los lleve con el ramal corto en el apartado mental. Los tiempos del fútbol de colores, de escudos, de largas presencias en las plantillas, de implicación de los futbolistas en términos familiares y ciudadanos con Zaragoza a base de años, han pasado a la historia. Ahora, casi todo es de aluvión. Salvo los canteranos, cuya tendencia a quedarse largo tiempo en un club en Segunda División y con muchas necesidades es escasa por razones incluso societarias, los demás van y vienen a decenas año tras año. Hoy están aquí como mañana estarán en otro lugar. Y eso complica estos tratamientos psicológicos, como el que ha tenido que afrontar una vez más en el año y pico que lleva en Zaragoza el técnico Jim. 

El equipo ha sufrido durante más de siete meses, anclado en la zona baja de la tabla, pisando terrenos de descenso incluso, con escasos triunfos y menos goles en su despliegue futbolístico diario. Ahora, después de un repunte clave para salvar el pellejo en la clasificación (cuatro victorias seguidas), Jim sabe que sus muchachos tienen el peligro de desenchufarse en la recta final del torneo al perderse los alicientes, tanto por arriba como por la zona de peligro. En tierra de nadie, hace falta mucho amor propio para no rebajar la intensidad en el día, aunque sea inconscientemente, mucho más en el fútbol moderno de cambios constantes de equipos, de cambios de cesiones, de traspasos, de movimiento masivo del género humano y dinerario. 

Sobre esto ha ido en este lunes la primera parte del entrenamiento. Algo que en los vestuarios del Real Zaragoza de los sesenta, los setenta, los ochenta o los noventa del siglo pasado hubiera sido inconcebible. Incluso en la primera década del XXI. Pero que hoy es el pan nuestro de cada día. Y si no, basta recordar cómo acabó el Real Zaragoza 20-21 la pasada temporada en La Romareda ante el Leganés. Cayendo 0-5 en una vergonzosa actuación general de un grupo que se manifestó así de vacaciones de antemano, dejando de lado los valores que siempre imperaron en el fútbol profesional y, más áun, aquí en Zaragoza y en el Real Zaragoza. 

Lo de Cartagena ha sido una advertencia del destino. Que no debería volverse a dar... ni a parecer que se da. Y eso también se ha 'entrenado' en el vestuario en este 21 de marzo ya primaveral. 

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