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Iván Azón, el tanque ligero

Dos goles en las últimas tres jornadas premian a un delantero al que la falta de puntería ha castigado en exceso todas las demás virtudes que aporta al juego del Real Zaragoza. 

Foto del partido Sporting-Real Zaragoza, de la jornada 29 de Segunda División
Foto del partido Sporting-Real Zaragoza, de la jornada 29 de Segunda División
AGENCIA LOF

Juan Ignacio Martínez, en su zona técnica en El Molinón, nos ofreció uno de los muchos modos que hay de aproximarse a la figura de Iván Azón. Ya en la recta final, antes del empate del Sporting, el delantero del Real Zaragoza le retó una larga carrera a un defensor rival, porfiándole el balón con potencia y rapidez, y cayendo en el área en lo que pudo parecer incluso penalti. El ariete, lejos de entregar las armas y empecinado como pocos, insistió, se revolvió en el suelo y aún ganó la pelota. Esta demostración de bravura la celebró desde la banda Jim como un gol, enfocado en ese instante por las cámaras de la retransmisión del partido, jaleando al delantero como si reconociera en esa acción todo aquello que un futbolista debe ofrecer como garantía de mínimos: confianza, tesón, pelea, dedicación, garra, valentía y esfuerzo.

Iván Azón volvió de Gijón investido en héroe del partido gracias a un gol en que solo él confió cuando el Zaragoza había bajado ya los brazos de la resignación a un nuevo empate. Como en todo acto de fe, solo Azón pudo ver un gol en una pelota despejada a ninguna parte y a cincuenta metros de la portería rival. Ese gol no solo le dio la victoria al Zaragoza sino que hizo causa justa con un delantero al que la falta de acierto durante la temporada le había ido consumiendo, poco a poco, las oportunidades de jugar y la relevancia en el equipo. Pero si hay alguien en la plantilla capaz de sobreponerse a esas cadenas de la falta de gol ese es Iván Azón, un luchador, el futbolista que hace de sus propios límites su razón de ser. Pocos como él entienden e interpretan aquello que pueden o no hacer en un campo de fútbol porque su gran fortaleza es su creencia en lo que está en su mano. Y es mucho.

En apenas 15 días, Iván Azón ha marcado sus dos primeros goles de la temporada, en Leganés y Gijón, después de varios meses de negación en el remate, el déficit de un delantero al que resulta injusto, como en otros muchos casos, medirlo únicamente con la vara del gol. Sus dos tantos recientes son un premio a quien la falta de puntería había castigado en exceso todas las demás aportaciones que brinda al juego del equipo.

Iván Azón no sobresale solo por sus labores de zapador, ese fútbol de roce, energía, choque, batalla, empuje, faltas sacadas de la nada, cuerpo a cuerpo, los duelos ofensivos y defensivos… La gran virtud de Azón es su inteligencia en el juego del delantero. Sus movimientos y capacidad para gestionarlos en función de las necesidades. Debajo de ese blindaje de músculos y de la anatomía impropia de alguien de 19 años recién cumplidos, hay una maquinaría ligera. Azón no es un delantero tanque canónico, sino más bien un acorazado veloz. Es algo más que un ariete corpulento. Su presencia engaña al ojo, pero ningún punta de la plantilla es más rápido y vertical que él. Su explosión de velocidad alcanza picos muy altos y siempre la enfoca hacia el espacio. Azón es un delantero que estira y hace profundo al equipo, que genera incertidumbre en las defensas y las desgasta porque corre pero también, a su vez, sabe recibir de parado o por alto, que se mueve de lado a lado del frente atacando el espacio adecuado… Es un delantero moderno dentro del cuerpo de un delantero de otros tiempos.

No hay que olvidar que estamos ante un chico de 19 años en plena mili: pese a su edad ya lleva más de 50 partidos en el fútbol profesional y en una plaza en la que no es sencillo ejercer de delantero. Está en edad de seguir creciendo y madurando, y con él nos queda la duda de si ese proceso servirá para mejorarle aspectos del juego que tienen mucho que ver con los dones naturales. Si Azón podrá destacar como delantero en un mundo en el que se exigen cualidades de dominio del área: el acierto en la finalización, la eficacia del remate, la técnica y habilidad del golpeo, la serenidad en la ejecución…

No sabemos si Azón es un talento o no por sí solo, pero sí que tiene talento jugando. Le falta más gol y mayor capacidad de concreción (tres goles la pasada temporada, dos provisionales en esta) para dar el salto a otra dimensión, y queda por ver si eso el tiempo, la continuidad, la confianza de todos -entrenadores, compañeros, críticos…- los fallos, la templanza y el ánimo de aprender se lo acaban incorporando a su registro de delantero. Porque todo lo demás, y no es fácil tenerlo a su edad, ya lo tiene: el físico, el entendimiento del juego y el desparpajo en el campo. De hambre, también va sobrado.

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