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Real Zaragoza: Jim está en jaque

Los ocho partidos sin ganar, el desplome del equipo, la amenaza del descenso y la falta de soluciones apreciables tensan las cuerda del entrenador del Zaragoza.

Foto del partido Leganés-Real Zaragoza, de la jornada 27 de Segunda División
Foto del partido Leganés-Real Zaragoza, de la jornada 27 de Segunda División
Enrique Cidoncha

El Real Zaragoza solo ha ganado cinco partidos en 27 jornadas, sufre el latigazo imparable de más de dos meses sin vencer, su fútbol ha colapsado hasta el desplome y la amenaza de un descenso se cierne como una dentellada letal. Mientras tanto, Juan Ignacio Martínez, el entrenador y pensador del equipo, continúa sin desplegar sobre la mesa de las explicaciones un discurso razonable, crítico, analítico y profundo sobre las deficiencias de su colectivo, muchas de ellas, a las que no ha encontrado solución en seis meses.

El técnico volvió a exhibir en la rueda de prensa de Leganés los habituales lugares comunes en los que se viene refugiando en los últimos ocho partidos, periodo en el que el Zaragoza se ha caído, virando su rumbo hacia una involución en la que, como todo, se encuentran explicaciones de fútbol: lo bueno que tenía (fiabilidad) lo ha perdido, y lo malo (ataque), lo ha acentuado. En Leganés, el Zaragoza fue una síntesis de su crisis.

Un equipo decapitado de remate y desarmado de ideas tácticas ofensivas como todo el año, pero también un conjunto frágil, desorganizado, en clara decadencia emocional, expuesto y vulnerable en defensa. Casi nada queda de los valores que han sostenido este año y el pasado la competitividad del equipo gracias a la compostura defensiva. Es como si, desde noviembre, cada intervención de Jim haya sido imposible de digerir por este Zaragoza, un conjunto que solo puede aspirar a ganar con sus endémicos problemas ofensivos si mantiene todos los atributos que lo salvaron el año pasado y le definieron en sus mejores momentos de éste.

Así se ha llegado al punto actual: ocho jornadas sin ganar y cuatro puntos de los últimos 24 posibles. Una dinámica poco sostenible por mucho tiempo y que, en otros periodos y etapas, fue suficiente para cortarle la cuerda del cargo a algunos predecesores de Jim: si el objetivo -anunciado, reafirmado y corroborado no hace nada por Miguel Torrecilla- es la pomada del play off de ascenso; los números del actual Zaragoza avalan cualquier medida drástica si se aplica una simple relación de expectativa de agosto a rendimiento de febrero. Jim, en este sentido, se encontraría en situación de jaque.

El fútbol pobre, escuálido e inofensivo del Zaragoza del presente no es más que la consecuencia de las decisiones del entrenador. Este Zaragoza es obra primordial de Jim. Más allá de la capacitación de la plantilla servida por Torrecilla, el equipo es el resultado de los mensajes, planes de juego, gestión interna, prioridades futbolísticas y observaciones tácticas y técnicas del preparador alicantino. Desde el patrocinio de ciertos jugadores y la reforma de los equilibrios del vestuario, hasta el sesgo conservador de su fútbol y su obsoleta destreza para construir un equipo desde la pelota.

Ahora, su único argumento competitivo es que haya cuatro equipos peores. 

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