El zaragocismo se va de vacaciones de Navidad con el turrón cruzado en la garganta, con las almendras agrias en el paladar, después de una derrota inapelable frente al Tenerife, cuarto clasificado, que se mostró siempre muy superior a los de Juan Ignacio Martínez ‘Jim’, impotentes, abatidos desde el primer gol encajado, deslavazados como grupo y sin un patrón claro de juego cuando las cosas no le salen de determinado modo, el único que entienden, que es marcar primero un gol. La bronca final del graderío, cansado grito pero existente, es lo último que queda en el aire antes de que la liga se reanude en enero.

Decepcionante a más no poder resultó la puesta en escena de los zaragocistas en esta tarde de tinieblas bajo la niebla. Su primer tiempo fue simplemente catastrófico en términos futbolísticos. Planicie absoluta en su propuesta con el balón, sin nadie inspirado en su once inicial, donde volvían Vada y Nano tras pasar por la enfermería unas semanas. Ni un disparo a puerta en 47 minutos (hubo dos de aumento). Y, en defensa, lo peor: el Tenerife chutó dos veces entre los tres palos y, ojo, se fue al intermedio ganando 0-2 por la complacencia de la zaga y el portero blanquillos, unas madres en su actitud cuando los canarios llegaban cerca del área aragonesa.

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La primera jugada del partido fue un engaño, un anzuelo con muerte escondido detrás de cada jugador zaragocista, como si de cucharillas de pesca se trataran. Narváez, Álvaro Giménez y Nano hilaron un buen avance nada más sacarse de centro que el tinerfeño, ante sus ex, remató mal en el área, sobre el central que le taponó, Sergio González. La afición pensó ahí que la tarde invernal venía cargada de emociones bonitas. Nada de eso sucedió. Fue una filfa. El Tenerife se sintió enseguida cómodo viendo cómo los de Jim no daban tres pases seguidos y eran un mar de imprecisiones y nervios cuando alguien intentaba llevar la pelota cerca del área insular. Chavarría no se fue ni de su sombra. Gámez fue un alboroto constante. Los medios, Francho, Vada y Petrovic, tres satélites sin órbita. Lo del argentino, con decisiones erradas cada dos por tres, un día caótico. Lo del serbio, inexplicable que sea titular. Sin más literatura. En punta, claro, era imposible que Nano, un histérico Narváez y el Robinson Crusoe que es siempre Álvaro Giménez hiciesen algo potable.

La cosa iba para 0-0 como mucho jugando así. Pero el Tenerife no estaba por esa labor. En el minuto 19 ya ganaba con un gol de Elady gestado tras una pérdida imperdonable de Gámez a la par de Giménez que nadie cerró en la contra chicharrera y, antes del disparo de puntera que se le coló a un ‘manos blandas’ Cristian Álvarez por la escuadra derecha, Petrovic no encimó al goleador y lo siguió vía satélite con la mirada. Pecado mortal del balcánico. De juicio sumarísimo para él. Sabido es que este Zaragoza si no se adelanta en el marcador es tierra quemada, sus chicos son hombres muertos, aunque quede una hora por delante. Y eso volvió a sentirse en La Romareda. Es inexplicable. Intolerable.

Claro, el 0-2 llegó por inercia. Solo, sin que el Tenerife tuviera que ir demasiado a buscarlo. En vez de reaccionar, el Zaragoza se volvió loco y entró en el juego subterráneo de un rival veterano y listo. Cualquiera le da lecciones a este pipiolo Zaragoza en ese 'otro fútbol'. En una contra visitante, Pomares centró al área y Mollejo cabeceó el segundo gol, que se comió Cristian Álvarez junto al palo después de que Chavarría diera muestras de que sus fundamentos defensivos son deficientes, como el primer día que llegó. Era el minuto 27 y los de Jim se fueron por la barranquera. A ver quién arreglaba este chandrío.

Lo mejor antes del descanso es que no encajó ningún tanto más el Zaragoza, pues Gallego estuvo un par de veces a punto de quedarse solo ante el portero. Donde debería haberse visto algo de vida, en el ataque aragonés, no hubo noticias. Y Jim tuvo que jugar cartas a la desesperada en el ínterin. Quitó a Petrovic y Francho y metió a Eguaras y Sainz para jugar con cuatro arriba. A doble o nada.

El segundo tiempo empezó con un penalti pedido por Gallego tras pugna con Eguaras que revisó el VAR, sin castigo para el Zaragoza. En el 51, Álvaro Giménez dio señales de algo, cabeceando un centro de Chavarría, blando, a las manos del guardameta Soriano. El equipo aragonés había salido revolucionado, al abordaje, con más revoluciones que poso. Y eso pocas veces da resultado. Cada vez que el Tenerife atacaba era un suplicio para los Francés, Jair y compañía. Shashoua, en el 57, rozó el 0-3 en un avance personal que, de nuevo, ningún zaragocista salió a cortar. Su chut de rosca desde la frontal rozó el poste por fuera a media altura cuanto muchos cantaban ya el tanto.

En el 59 y el 60, en un ataque largo y doble del Real Zaragoza, Sainz y Álvaro Giménez tuvieron dos remates de gol claros que fallaron por desgracia. El primero, solo en el área, disparó sobre el cuerpo del central León con todos los ángulos a su merced. Y el segundo, en un centro de Gámez con el exterior del pie, cabeceó fatal, a placer, cerca del poste más cercano. No hubo acierto de los blanquillos pero, al menos, asomaron por la portería de Soriano con alguna intención, lo cual era noticia muy novedosa después de una hora de juego.

Según avanzó el minutero y el Tenerife metió el cloroformo al partido a base de marrullerías y algún trilerismo del que el fútbol moderno hace uso con el consentimiento de los árbitros, se vio que el joven juez debutante, Quintero González, está verde, verde, verde. Le vino grande un choque de esta envergadura. Con 28 años, el onubense está tierno e inmaduro a todas caras. Y, en esas pugnas de picardías, por cierto, los zaragocistas siempre salen perdiendo, cada domingo, cada año… es un mal eterno.

Lejos de insistir el Zaragoza con más ataques en pos de acortar distancias, fue el cuadro canario quien pasó a dominar la situación en los últimos 20 minutos y su Bermejo, Álex, estuvo cerca de anotar el tercero en una contra en la que se fue de Francés en el área y chutó sin ángulo, paseando la pelota por delante de la portería de lado a lado en el 77. Este equipo de Jim no tiene plan B. Solo entiende un modo de jugar y de ganar: marcar el 1-0 y pasar a defenderlo. Si eso no ocurre, las opciones de volteo son cercanas al nulo. El Tenerife fue demasiado rival de nuevo para este raquítico Zaragoza en imaginación y recursos, tanto futbolísticos como anímicos.

Cuando pitó Quintero el final, comenzaron las vacaciones del parón de Navidad. Tiempo para reflexionar ante el inminente mercado invernal, si es que el Zaragoza puede moverse por él. El chasco fue grandioso en esta noche gélida del 19 de diciembre. Y la clasificación no engaña en el ecuador del torneo. El equipo está basculando más hacia el fondo de la tabla que hacia la zona noble. Engañarse es medicina de necios.

Ficha técnica

Real Zaragoza: Cristian Álvarez; Gámez, Francés, Jair, Chavarría; Petrovic (Eguaras, 46), Francho (Sainz, 46), Vada (Zapater, 73); Nano (Azón, 73), Narváez (Adrián González, 79); y Álvaro Giménez.

CD Tenerife: Soriano; Mellot, León, Sergio González, Pomares; Aitor Sanz, Corredera (Sipcic, 85); Shashoua (Álex Bermejo, 66), Mollejo (Rubén Díez, 46), Elady (Michel Herrero, 75) y Gallego (Apeh, 85).

Árbitro: Quintero González (Comité Andaluz). Amonestó a Mollejo (36), Petrovic (36), Sainz (50), Pomares (65) y Mellot (87).

Goles: 0-1, min. 19: Elady. 0-2, min. 27: Mollejo.

Incidencias: Tarde invernal, extremadamente fría, con solo 3 grados de temperatura bajo la niebla que lleva instalada en Zaragoza toda la semana. El césped de La Romareda presentó un aceptable estado. Asistieron al partido en las gradas alrededor de 12.000 espectadores. El club llevó a cabo el reconocimiento a dos veteranos exjugadores y ex entrenadores blanquillos, Manolo Villanova y Luis Costa.