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Jim, el pararrayos en las dudas sobre el Real Zaragoza

El crédito ganado el año pasado por el entrenador blanquillo facilita, en un mal inicio de liga, la calma que no hubo otras veces.

Juan Ignacio Martínez ‘Jim’, en un gesto de petición de paciencia durante un entrenamiento.
Juan Ignacio Martínez ‘Jim’, en un gesto de petición de paciencia durante un entrenamiento.
Francisco Jiménez

La estabilidad ambiental alrededor del Real Zaragoza que acaba de recorrer las primeras siete jornadas de la liga 21-22 depende de un único puntal, el verdadero muro de carga que sustenta la sensación de calma –tensa, pero calma– que envuelve la dermis más sensible del vestuario y de todo el edificio zaragocista en este mal inicio del torneo. 

Esa pieza clave es Juan Ignacio Martínez ‘Jim’, el entrenador blanquillo, cuyo crédito ganado a toneladas en la segunda vuelta del año pasado, cuando tuteló el mayor milagro de elusión de un descenso en la historia del club en 90 años, lo erige en el pararrayos de cualquier conato de duda, temor, incredulidad o pesimismo que pueda fluir en torno a la calidad y solvencia de la actual plantilla.

Jim ya salió al cruce hace dos partidos, tras patinar en La Romareda frente la Real Sociedad B, para pedir –en caliente– paciencia ante los primeros atisbos de nerviosismo en los análisis de situación que sus muchachos generan a la vista. El experimentado técnico alicantino de 57 años las ha visto ya de todos los colores en su carrera en los banquillos. Y, además, sabe de la incandescencia de la plaza en Zaragoza en esta última década escabrosa que parece no tener fin.

Martínez tiene ascendencia moral y anímica sobre todo el mundo: jugadores, ejecutivos, afición, medios de comunicación... Posee don de gentes, talante conciliador, mano izquierda para manejar la parte política de su cargo. Por todo esto, debidamente mezclado en el día a día, el Real Zaragoza actual aguanta el tirón de un deficiente arranque de la competición sin los temblores de tierra que se dieron muchas veces –demasiadas– en los últimos años en Segunda, incluso con comienzos de curso mejores que el actual.

Puesto en pasiva, se entiende mejor. Con los réditos tan escasos obtenidos por el Real Zaragoza hasta hoy (7 puntos de 21 disputados, solo 5 goles a favor y 7 en contra, en el puesto 18º, con solo un partido ganado), con un entrenador de nuevo cuño, sin los avales de Jim acumulados el año precedente, las probabilidades de que ahora se estuviera viviendo una crisis de hondura en el seno zaragocista serían muy próximas al cien por cien. Baraja, Idiakez, Milla o Popovic pueden servir de testigos.

Jim ya revolucionó el equipo este pasado domingo en Lugo. De improviso, su actitud fue la asunción palpable de que el entrenador sigue buscando un mecanismo que no cuaja en su idea primigenia, ni en ataque ni en defensa. Jim sabe que la moratoria temporal que favorecen sus credenciales extraordinarias ganadas a pulso el año pasado no es infinita, que caduca. Es el pararrayos. Pero no tendrá objeto su función si no llegan los resultados.

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