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Iraola, el entrenador que no pudo ser

El técnico del Rayo Vallecano, rival este viernes del Real Zaragoza, era el favorito de Lalo Arantegui para tomar el mando del equipo el pasado agosto en una terna que completaban Rubén Baraja y Fran Escribá. 

Partido Mirandés-Real Zaragoza disputado en Anduva
Partido Mirandés-Real Zaragoza disputado en Anduva
LINO/AGENCIA LOF

En los últimos días de julio y en los primeros de agosto, mientras el play off contra el Elche permanecía en un limbo indefinido y angustioso por designios de LaLiga, y el incierto final de la temporada impedía a Víctor Fernández pronunciarse sobre su continuidad, tres reuniones de toma de contacto, tanteo de voluntades, declaración de intenciones y valoración de métodos, proyectos y pautas de trabajo iban a marcar el futuro del Real Zaragoza. Una, se celebró en Valencia, con Rubén Baraja, a la postre designado técnico del equipo. Otra, tuvo lugar en la capital aragonesa, con otro aspirante, Fran Escribá, en la rueda de entrenadores tras dejar el Celta en noviembre de 2019 y ahora en el Elche.

Sin embargo, la cita en la que el Real Zaragoza más esperanza, deseo y predilección volcó se organizó en unas oficinas de Bilbao, con Andoni Iraola como protagonista. El entrenador del Rayo Vallecano, rival este viernes, era el gran elegido del club. La gran apuesta de Lalo Arantegui para relevar a Víctor Fernández si el mítico técnico, como finalmente sucedió, renunciaba al ofrecimiento de continuar en el banquillo pasara lo que pasara con el ascenso y si cerraba así la puerta al Real Zaragoza. De Iraola, leyenda del Athletic Club, se subrayaba su perfil, avalado por su buena temporada en el Mirandés y el conocimiento de la categoría. Un técnico joven (38 años), en crecimiento, con un ideario moderno, una buena capacidad de comunicación, rodeado de un notable equipo de colaboradores, defensor de un fútbol animado, fresco, vertical y entusiasta, coherente con los gustos de Zaragoza, muy preciso, avanzado y completo en el trabajo táctico y posicional, además de otro punto muy importante: su capacidad para el desarrollo de jóvenes y emergentes futbolistas. La dirección deportiva ya conocía bien su etapa en el AEK Larnaca de Chipre -su primera experiencia en un banquillo- y puso especial dedicación al seguimiento del Mirandés durante toda la pasada temporada, con semifinal de Copa del Rey incluida y rondar las posiciones de play off con una plantilla con jóvenes como Merquelanz, Malsa o Guridi.

En plena ebullición de julio, con el equipo peleando el ascenso, el tiro estaba pegado: Iraola era el favorito. Así, Lalo Arantegui impulsó una reunión para conocer y fijar posturas y trasladarle el interés firme del Real Zaragoza. Siempre, eso sí, supeditado a la decisión final de Víctor Fernández. Este condicionante marcó todo el proceso de selección de entrenador por parte del club aragonés en el mes de agosto. La demora en el sí o en el no del técnico zaragozano -influida en parte por el retraso ajeno del play off- lastró el origen del nuevo proyecto. Víctor Fernández no comunicó su decisión hasta que el Real Zaragoza se vio un año más en Segunda División después de caer contra el Elche. Con un ascenso a Primera, su elección hubiera sido otra bien distinta: el Zaragoza habría recuperado la tierra prometida, Víctor hubiera puesto el lazo a esa misión histórica que se arrogó a su llegada, la euforia y felicidad se hubieran apoderado de la masa social con ese ascenso… Pero nada de eso sucedió. El Zaragoza fracasó en su ascenso y Víctor Fernández, muy desgastado y exhausto, optó por marcharse.

Cuando el club debió cerrar un relevo, Andoni Iraola, la opción preferente, ya se había comprometido con el Rayo Vallecano, tras reunirse también con el Mallorca, en una ronda de consultas en la que también participaron otros clubes de Segunda, como Leganés y Sporting, poniendo así en valor al técnico bilbaíno, muy codiciado y solicitado. No se sabe qué hubiera elegido Iraola si el Zaragoza anticipa su proceso de contratación de un nuevo entrenador y hubiera podido agilizar su negociación en tiempo y forma unas semanas antes. En todo momento, Iraola fue conocedor de que el Zaragoza le abría la puerta en Segunda (en Primera parecía claro que seguiría Víctor, salvo sorpresa monumental), con una exigencia dura, porque, de ser así, hubiera significado que el equipo no había ascendido tras haberlo tenido en la mano varias veces.

 Iraola, bien informado del funcionamiento del ecosistema en el que vive el club, sabía que la presión sería máxima y que el punto de partida ambiental y emocional no sería el más favorable. Algo similar sucedía con el Mallorca, pero en sentido inverso, como recién descendido. Otro elemento clave era la reconstrucción de la plantilla y las limitaciones del Zaragoza en este sentido. En este sentido, el Rayo Vallecano ofrecía más capacidad de recursos. Finalmente, Iraola no esperó al desenlace del Zaragoza y se aseguró una plaza en Segunda con tiempo suficiente para iniciar un proyecto, decantándose así por el club madrileño en la primera semana de agosto, antes, incluso, de que se iniciara el play off.

Y Lalo Arantegui, casi veinte días más tarde, una vez que Víctor confirmó su renuncia, activó así la vía de Rubén Baraja, un técnico de perfil y filosofía distintos a Iraola, pero al que le respaldaba su presente, unos sobresalientes números con el Tenerife en la segunda vuelta y una buena adaptación al ‘nuevo fútbol’ de pandemia (gradas vacías, cinco cambios, partidos en pocos días…) que aguardaba esta temporada… El Zaragoza no tenía muchas opciones más cuando finalizó el play off. El mercado de entrenadores ya había adjudicado sus principales plazas, con la mayoría de los banquillos cubiertos. Entre ellos, Iraola y el Rayo Vallecano. Este viernes, Iraola se sentará en Vallecas peleando por el ascenso -ocupa posición de play off- y en el Real Zaragoza, se sentará su tercer técnico de la temporada.

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