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Las claves de la resurrección

El Zaragoza ha mutado su versión en los últimos dos meses, convirtiéndose en un equipo competitivo.

Entrenamiento del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva antes de viajar a Málaga.
Entrenamiento del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva antes de viajar a Málaga.
Toni Galán

Camina, por fin, el Real Zaragoza en la dirección adecuada. En una carretera llena de dobles direcciones, trampas escondidas y salientes afilados, el equipo aragonés ha encontrado en Juan Ignacio Martínez la figura con la que terminar, de una pieza y sin heridas letales, la temporada 2020-2021. Una temporada que nació envenenada, enrarecida al máximo por el trágico final veraniego del curso anterior y que, por momentos, parecía abocada a un final negro. Funesto y sin vuelta atrás. A Rubén Baraja y a Iván Martínez, el Real Zaragoza se les escurrió de los dedos, incapaces de sacar el máximo rendimiento a una plantilla con significativas carencias, pero también con virtudes sin explotar. Sin embargo, con Jim el Zaragoza ha encontrado agua en el desierto. Ha vuelto a la vida cuando apenas nadie lo esperaba. Cuando más complicado parecía. Y estas son las siete claves que han convertido al Real Zaragoza en un equipo competitivo.

1. Confianza y más confianza.

 «Tenemos una plantilla competitiva. Tenemos jugadores que estoy convencido que nos van a dar un buen rendimiento porque estamos en el Real Zaragoza y aquí no valen excusas». El primer mensaje de Juan Ignacio Martínez tras aterrizar en el banquillo aragonés no fue gratuito: quería recuperar para la causa al máximo número posible de efectivos. El vestuario estaba roto, alicaído, y sin confianza. Los futbolistas no creían en sus capacidades, lastrados y debilitados mentalmente por una serie catastrófica de solo dos triunfos (más otro en los despachos) en las primeras 18 jornadas. Jim, al que se pondera más en el fútbol español como motivador y psicólogo que como genio de la táctica, era en este sentido el técnico ideal para el cometido. Y su mensaje ha calado hondo en el vestuario: los futbolistas han recuperado la confianza perdida, dando la mayoría un paso adelante en sus prestaciones. La determinación con la que saltan al terreno de juego es diametralmente opuesta a la de la primera vuelta, siendo el primer paso fundamental para recuperar el camino hacia las victorias.

2. Un once y un bloque

Rubén Baraja e Iván Martínez nunca encontraron un once tipo de garantías y los futbolistas entraban y salían de las alineaciones con regularidad cada siete días. En cambio, Juan Ignacio Martínez, desde el primer día, ha apostado por mantener un mismo bloque de jugadores, en los que ha depositado su máxima confianza. Una columna vertebral sobre la que asentar su idea de fútbol. Salvo sanciones o lesiones, el Zaragoza se asienta en ocho o nueve jugadores fijos en el once: Cristian Álvarez, Vigaray, Jair, Francés, Eguaras, Bermejo, Francho y Narváez son indiscutibles para el entrenador. Otros como Igbekeme, Nieto, Alegría o Zanimacchia van fluctuando en función de estados de forma o características concretas del rival. Los roles están bien definidos y los titulares están respondiendo a la seguridad que les transmite el entrenador.

3. El factor Romareda

El Real Zaragoza vuelve a sentirse cómodo jugando en su estadio, una circunstancia habitual y lógica en momentos de normalidad, pero que estaba siendo justo al contrario en la era covid. Sin el aliento del público, el equipo aragonés había descendido notablemente sus prestaciones como local, hasta el punto de presentar los peores números de sus historia. Sin embargo, desde diciembre ha encadenado cuatro victorias consecutivas en La Romareda, dejando en todas ellas la portería a cero: 1-0 al Fuenlabrada (con Iván Martínez), 1-0 al Lugo, 2-0 al Logroñés y 1-0 a la Ponferradina. 12 puntos de una tacada que han sido fundamentales para escapar de la zona más baja de la tabla (el Zaragoza llegó a ser colista hace poco más de dos meses).

4. Francés-Jair

La base de todo equipo que quiere escapar del peligro del descenso es reducir el ratio de goles encajados. Y el Real Zaragoza lo ha conseguido de una forma sobresaliente. De hecho, apenas ha recibido tres en los seis encuentros que ha dirigido Jim (uno en Cartagena, otro –injusto– el Albacete y el de anteayer en Málaga). En La Romareda aún se muestra inexpugnable en este sentido. Y parte fundamental de este éxito es la pareja de centrales que forman Jair Amador y Alejandro Francés. Son dos defensas que atraviesan un soberbio estado de forma y de complicidad. Jair aporta solidez en el juego aéreo, así como contundencia al corte y desplazamiento en largo. El joven Francés –junto a Francho la gran noticia del año– se ha destapado como un especialista en la anticipación y en el marcaje, aprovechándose de su punta de velocidad. Además, Vigaray, desde la derecha, está encontrando también su mejor versión defensiva.

5. Juanjo Narváez

Todo el ecosistema del Real Zaragoza, todas sus virtudes y todos sus defectos, se sostienen en gran medida por la aportación semanal de Juanjo Narváez. El punta colombiano es el futbolista diferencial del equipo. El goleador. El que siempre ofrece una solución. El que asiste. El que busca el espacio. El que ayuda en defensa... En definitiva, el que permite al Zaragoza ser competitivo sobre el terreno de juego. Sus siete dianas son oro puro y han supuesto directamente 13 de los 26 puntos que suma el Zaragoza. Durante la negativa dinámica, Narváez entendió que debía dar un paso adelante y ser el líder ofensivo. Dicho y hecho.

6. El calendario

La llegada de Juan Ignacio Martínez al banquillo ha coincidido con un tramo en el que el calendario ha suavizado un par de grados su exigencia. El Real Zaragoza, con Jim, no se ha medido a ninguno de los siete primeros clasificados. Eso sí, su gran mérito reside en que ha sido capaz de vencer en los duelos ante adversarios directos (Lugo y Logroñés) y otros de media tabla (Ponferradina y Málaga). El nuevo entrenador ha conseguido que el Zaragoza saliera vivo de un momento crucial del campeonato.

7. La mejoría en el balón parado

Durante todo el campeonato, las acciones de pelota detenida han lastrado el rendimiento del Zaragoza. Sin embargo, con Jim, en las últimas semanas el equipo ha elevado sus prestaciones en la estrategia, tanto ofensiva como defensiva. El decisivo gol del triunfo en Málaga lo anotó Vigaray, de cabeza, en una falta lateral bien ejecutada por Bermejo. Azón igualó en Cartagena en otra acción similar y Narváez ha marcado dos penaltis consecutivos. El balón parado es otro factor que suma y ya no resta.

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