Vuelve a emerger el eterno debate acerca del valor de un punto, para unos escaso y para otros bueno. Cada una de estas posturas cuenta con sus argumentos y seguidores, sin que nadie esté equivocado. Para no enredarnos en la discusión, quizá haya que apuntar que el Real Zaragoza, en todo caso, sigue avanzando en su carrera de fondo. 

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Ayer, en Anduva, sumó. Dio otro paso hacia delante. Abrió algo más de hueco con el Almería y Huesca y se acercó otro poco al Cádiz, sirviendo estos equipos de referencias más o menos coyunturales, porque la cuestión de fondo sigue siendo la misma: el rendimiento del equipo de Víctor Fernández. En este sentido, la escuadra aragonesa se comportó bajo el patrón conocido. Salvando algunos hechos puntuales, estuvo sólida en defensa y bien armada. Casi no presentó desajustes.

Trató, asimismo, de practicar un fútbol aseado, a pesar de que se lo impedían el estado del césped y la presión intensa de un Mirandés que ejerce esta función en Anduva como si no hubiera un mañana. Arriba, volvió a brillar Puado y se construyeron ocasiones de gol suficientes para vencer. Anduvo otra vez el Real Zaragoza muy cerca del triunfo, como le ha pasado otras noches. No es la primera ocasión en los últimos tiempos en la que firma unas tablas de este tipo, en nada apuradas, sino dadas por el fútbol en un contexto de solvencia competitiva y extraídas en un tono de cierta superioridad global sobre el rival. Las impresiones que produce este equipo son francamente positivas.