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La final de Almendralejo

El Real Zaragoza se juega este sábado (18.00) buena parte de su futuro en el pequeño y presionante campo del Extremadura. Los aragoneses deben puntuar en casa de un rival directo para evitar líos serios.

El pequeño campo del Extremadura UD, el equipo de la localidad badajocense de Almendralejo, supone en la tarde de este sábado, a las 6 en punto, la primera bala de cinco de las que dispone el Real Zaragoza para solucionar su permanencia en la Segunda División, pues aún anda sumido en la pelea para eludir el descenso a Segunda B. Falta una plaza por decidirse, el puesto 19º. Y en esa huida frenética se hallan reunidos en el ring un total de siete equipos: además de él mismo y de su rival de hoy, el Extremadura, ahí golpean con lo que pueden el Lugo (que es el que ahora mismo se iría por la alcantarilla), el Majadahonda, el Tenerife, el Numancia y la UD Las Palmas. Uno del septeto acabará claudicando en 28 días, cuando la liga acabe.

Con este preámbulo, sobran más aderezos a este encuadre previo del crucial partido que dirimirá esta tarde el equipo que dirige Víctor Fernández. Está dicho lo mollar. Lo demás, es bisutería.

Entra uno a Almendralejo y toma la verdadera dimensión del presente zaragocista. El histórico club aragonés, justo 24 años y un día desde que se consumara aquel mítico campeonato de Europa, con la Recopa de París, va a jugarse la vida en unos terrenos alejados en mucho de su historial, de su trayectoria vital, de sus galones en el fútbol español y continental. El destino ha querido que sea en una villa de la Tierra de Barros pacense, de apenas 33.000 habitantes, donde comience la cuenta atrás del esprint definitivo de la liga de Segunda, con el futuro zaragocista en el aire. Un escenario cristalino para bajar a la tierra a todo el mundo y darse cuenta de dónde se habita y de dónde hay que salir en cuanto se pueda, si es posible.

A la derecha, la gasolinera y el cementerio. A la izquierda, los almacenes, talleres mecánicos, negocios de olivas y demás, en un pequeño polígono industrial. La majestuosa torre de su iglesia al fondo, presidiendo en casco urbano apiñado ante sí, con casas de planta, de planta y piso, con pocos edificios altos. El campo de fútbol, el Francisco de la Hera (que puede presumir de haber sido de Primera dos campañas en los años noventa), sigue a las afueras, rodeado de tapias de adoba, corrales con puertas falsas, pequeñas naves de negocios varios, muchos cerrados, con alguna calle sin asfaltar. Podría ser la entrada de Ejea, de Borja, de Calatayud, de Tarazona...

En primer lugar, para los románticos del fútbol, tiene su encanto este envoltorio, por diferente. Y en segundo término, dota de un enorme mérito al Extremadura, pues su presencia en el fútbol profesional es algo sobresaliente por poder medirse de tú a tú a clubes gigantes del balompié español que tienen detrás a ciudades y regiones con inmensos recursos y estructuras superiores a las que puede aportar el club de Almendralejo, por puro sentido común.

Baste este cotejo: todos los habitantes de esta localidad –hombres, mujeres, niños, ancianos y militares con y sin graduación– caben en La Romareda. Todos sin excepción. Si se hiciera realidad esta figura, dejaríamos vacío por completo un día Almendralejo y, con todo el censo del lugar sentado en el estadio zaragozano, aún quedarían butacas vacías. 

Esta es la acuarela realista-impresionista del partido de hoy. El ilusionado y loable Extremadura recibe a un Real Zaragoza abollado y necesitado al máximo con el mismo fin en juego: salvarse de la quema del día 9 de junio. Los azulgranas tienen un punto más que los blanquillos (45 por 44). Y están lanzados, con victorias encadenadas en el último mes, cinco de cinco. Los zaragocistas vienen de derrota (0-1 con el Dépor), por lo que han de recuperar el pulso y la tensión competitiva para poder voltear los pronósticos naturales. Cuando la liga acaba, ya no sirven devaneos sobre lesiones, ausencias o bajas formas. En la hora de la verdad, hay que ganar. Cómo y con quien sea. Ese es hoy el plan. En cualquier caso, todo menos volver derrotados a Zaragoza. Eso sería terrible. 

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