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El gol de Linares, el 4º de cabeza tras 7 meses de liga

La escasa eficacia goleadora de la vanguardia zaragocista en el juego por alto, retratada por la mera estadística: solo cuatro tantos de 31 han llegado en testarazos.

Linares. Gol cabezazo al Elche
Linares, instantes después de conectar el cabezado con el que envió el balón a la red para anotar el 1-0 el pasado sábado ante el Elche en La Romareda.
Elena Muñoz

El pasado sábado en La Romareda, el Real Zaragoza desatascó el partido ante el Elche, para acabar ganándolo, mediante un gol de cabeza. Fue un descorche rápido, en el minuto 4 del vital duelo. Una operación eficaz y, a la postre, decisiva para sumar 3 puntos cruciales para sus objetivos inmediatos, los de salir de los problemas de la cola de la clasificación. 

Un centro al área desde la línea de fondo y un testarazo a bocajarro de Linares. Sota, caballo y rey en el mundo del fútbol. El ABC. Una jugada profunda generada por un zaguero, Guitián; un desmarque de ruptura de un centrocampista (P. Biel) y, como culminación de un tanto vencedor, un remate por alto, con la frente, del delantero centro del equipo tras un balón bombeado en la asistencia definitiva. De catón. De manual de Primero de fútbol.

Pues bien, algo tan elemental, una maniobra de ataque tan manida desde que el fútbol es fútbol (hace mucho más de un siglo de este invento de masas), es en Zaragoza rara avis últimamente. No se lleva el remate por alto. No es moda táctico-técnica el gol de cabeza en los métodos zaragocistas. 

En un año donde la eficacia ofensiva es pobre, como denuncian los 31 goles logrados por el Real Zaragoza en 30 partidos de liga (una media de prácticamente uno por duelo, por debajo de lo recomendable), la cosecha de tantos logrados de cabeza está todavía más por debajo de la pautas normales en tiempos de bonanza o de apuestas tácticas más clásicas. Así, el gol de Linares al Elche es el 4º que ha conseguido el Zaragoza en 7 meses de liga. Solo el 12 por ciento del total de goles son de cabeza. Ínfimo porcentaje.

Los tres precedentes están en las alforjas de Soro, Verdasca y Álex Muñoz. Tan atomizados en la ya larga temporada, que se pierden en la inmensidad del tiempo de competición. Soro lo hizo en el Tartiere al Oviedo, al inicio del curso, en aquel espejismo del 0-4 a favor de los de, entonces, Imanol Idiakez. Verdasca se lo marcó, también bajo la batuta del técnico vasco, al Osasuna en La Romareda. Y Álex Muñoz, más cerca en el calendario, lo anotó en El Molinón al Sporting, con Víctor Fernández recién llegado para relevar a Alcaraz.  

Incluso si le hila fino, cabría separar el primero de los goles de cabeza del curso, aquel de Soro en Oviedo, del formato ortodoxo de los remates a gol con la testa. El joven canterano se estrenó aquel feliz día en Asturias empujando de cabeza, prácticamente bajo palos y sobre la línea, un rechace del portero carbayón Herrero tras un disparo de Aguirre en el minuto 87. Fue una contra en superioridad, con el rematador final Soro absolutamente desmarcado en el área pequeña y con el equipo rival entregado, sin volver al repliegue, con el 0-3 que ya tenía muerto el duelo (este gol fue el 0-4). O sea, no respondió al mecanismo entendido como clásico para sacar provecho al juego áereo: un centro bombeado o templado al área y la entrada con la frente del rematador rompiendo la defensa, bien a balón parado, o bien en jugada combinada. Soro, igual que culminó con la frente, lo pudo haber hecho con el pecho, o con el muslo, o con el pie. Estaba solo delante del marco, a placer. 

Así que solo quedarían computables los cabezazos a gol de Verdasca, al Osasuna, y Álex Muñoz, al Sporting. Ambos tras jugadas de córner, de estrategia. El portugués, en testarazo directo en un saque de esquina de Zapater. El alicantino, tras un córner sacado en corto y que terminó centrando desde posición abierta Javi Ros. Dos fórmulas válidas, muy útiles, que el Real Zaragoza no aprovecha, no intenta con fe, no lleva en su repertorio ofensivo como algo prioritario. 

El gol de Linares es, de entrada, un soplo de aire fresco de cara al final de la liga. Aunque, tal vez, según pasen los partidos, pueda quedar, como los 3 goles de cabeza anteriores, en algo puntual y anecdótico. El devenir de los acontecimientos dirá. 

Para que se pueda valorar convenientemente la relevancia de estos goles de cabeza para un equipo durante una liga, obsérvese para qué han servido en cada caso: uno, para redondear una victoria a domicilio (0-4); otro, para empatar en casa ante el después líder (1-1 con el Osasuna); el siguiente, para ganar 1-2 a domicilio en un campo complicado como es Gijón; y este último, para vencer con él 1-0 al Elche en un día de máximo riesgo y obligaciones. Goles de cabeza suele ser sinónimo de puntos, de soluciones rentables.

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