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Soro, misericordia a medias

El Comité de Apelación, cerca de la medianoche, redujo de dos a un partido el castigo por la rigurosa expulsión del canterano ante el Almería.

Soro cabizbajo
Alberto Soro, dolido tras su expulsión ante el Almería.
Oliver Duch

Soro no jugará este domingo en Granada, pero sí lo podrá hacer la semana que viene en La Romareda ante el Elche. El recurso legal puesto en marcha por el departamento jurídico del Real Zaragoza nada más concluir el partido último ante el Almería, choque en el que fue expulsado el joven jugador cincovillés por una supuesta agresión a Rocha en el último minuto del partido (no lo fue, se trató de un forcejeo provocado por un agarrón continuado del futbolista del cuadro andaluz que el árbitro obvió), ha surtido efecto a medias. 

El Comité de Apelación, cerca de la medianoche del viernes, redujo de dos a un partido el castigo del canterano, dejando en la mitad la penitencia que impuso en primera instancia el Comité de Competición. Vista la redacción del acta del árbitro, el balear Santiago Varón Aceitón, esta era la máxima aspiración del Real Zaragoza en esta maniobra de alegaciones y recurso, una vez conocido el fallo inicial de dos partidos para Soro. 

Por ello, en cierta medida, se considera satisfactoria la resolución del caso y, simultáneamente, se valora positivamente la atención prestada por Competición a la reclamación del Real Zaragoza. La acción por la que Soro va a purgar este domingo en Granada no se ajustó, en puridad, a una agresión violenta, tal y como recoge el acta de Varón Aceitón en su breve relato de formulario. Así que, haber podido limar a un solo partido el castigo, se considera un final mucho más ajustado a lo mollar del asunto. 

La roja que vio Soro ante el Almería fue, curiosamente, la segunda consecutiva en dos partidos enlazados, tras la de Eguaras en El Sadar ante el Osasuna de la jornada anterior. Antes, en 26 jornadas, el Real Zaragoza solo había sufrido una expulsión, la de Benito ante el Granada en la primera vuelta en La Romareda. Este aspecto también tiene en guardia al club zaragocista, que ha visto cómo se han endurecido los criterios arbitrales con sus futbolistas de manera inopinada en dos partidos que no se caracterizaron en ningún momento por el juego brusco, mucho menos por parte aragonesa.

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