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El 1-2 del Almería: qué risa de gol

Verdasca, el fallido marcador defensivo, y Saveljich, el goleador avispado, bailaron antes del córner entre carcajadas, que contagiaron al árbitro.

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Verdasca y Saveljich, entre risas y carcajadas, instantes antes de que el almeriense anotase el 1-2 definitivo en el minuto 82 tras un córner, ganándole la posición al portugués zaragocista.
Captura de Gol TV/LFP

Dice Víctor Fernández que la falta de solvencia del Real Zaragoza actual en la defensa del balón parado radica entre otras cuestiones, en la falta de concentración. Decía Alcaraz, sobre lo mismo, algo similar. E Idiakez, antes, también bramaba cuando estos yerros se daban por la misma causa: ausencia de aplicación en la retaguardia. También el año pasado, durante largos periodos, Natxo González se quejó públicamente de la actitud de sus zagueros, los más despistados del mundo a menudo. 

 

Son los cuatro entrenadores que, en año y medio, ha tenido Diogo Verdasca desde que vino al Real Zaragoza desde la Segunda División de Portugal, donde jugaba en el Oporto B. Y el asunto de la concentración le atañe directamente. Es uno de los futbolistas de la línea de cierre que más -y más serios- errores ha protagonizado en este tiempo, con consecuencias nefastas para los marcadores y el equipo en días torcidos.

Su juventud, su perfil de jugador debutante en el ámbito profesional, fue al principio escudo protector desde su círculo cercano. También el ser un hombre 'del régimen' le ha servido de flotador, salvavidas que otros no tuvieron jamás ni en circunstancias menos contundentes. Todo lo bueno que puede dar Verdasca lo estropea secuencialmente con fallos garrafales de nula reparación. Y pasan los meses, aumenta la experiencia, y ese defecto de fábrica no se elimina, algo que va cada vez más en perjuicio del futbolista luso. 

Este domingo, ante el Almería, Verdasca tuvo una noche negra en la defensa del balón parado sobre la portería del Real Zaragoza. Las pelotas aéreas lo retrataron de mala manera en varios lances.

En especial, queda para la retina y el archivo de memoria del zaragocismo la ejecución del 1-2 definitivo. Un córner a favor del Almería en el que Verdasca cogió la marca al hombre del central almeriense Esteban Saveljich, argentino-montenegrino que acabó cabeceando el gol ante la desatención final del zaragocista, que perdió posición e iniciativa en la acometida de la pelota mientras esta volaba al área. Era el minuto 82, al final, en los momentos culminantes, cuando errores severos ya no tienen arreglo. 

La cosa es que, en los segundo previos al lanzamiento de esquina a favor del Almería, Saveljich y Verdasca terminaron a carcajada limpia por el singular baile y meneo de cuerpos que ambos llevaron a cabo en la búsqueda de la posición en el área pequeña. Cómo sería la escena que hasta el árbitro, el balear Santiago Varón Aceitón, terminó contagiado y riendo explícitamente, tal y como recogieron las cámaras de televisión de Gol. 

Objetivamente, salvo que se trate de un central experimentadísimo, con galones y solvencia demostrada durante largo tiempo y que cumple su misión habitualmente con nota alta, lo de reír no parece una actitud muy loable respecto del grado de concentración defensiva ante una jugada crucial en un partido importante. Está, más bien, en el lado contrario de lo que el sentido común pide a ojos externos, que es seriedad, conducta manifiestamente explícita de implicación en la marca, de rigor en una labor de máxima responsabilidad en la que hay inmiscuidos muchos más compañeros en la misma función. 

Las risas de Verdasca con Saveljich, secundadas por Varón Aceitón en la antesala de la tragedia zaragocista ante el Almería, dibujan un extraño cuadro, con buena dosis de esperpento. El central portugués anda de mofa con su colega almeriense que, cinco segundos más tarde, le come la tostada y mata al Real Zaragoza en el partido.

Las formas, como en tantas facetas de la vida, son importantes. Y al fútbol lo carga el diablo. Verdasca pasó del cachondeo a la tragedia con el mismo 'paternaire' en lo que cuesta sacarse un córner. Lo malo, en este caso como en todas las anteriores pifias suyas, es que el pagano fue el equipo.

Este tipo de episodios, si les sucede a Piqué, Sergio Ramos, David Luiz, Varane, Umtiti o tipos así, de alto rango, salen en los telediarios y los 'magazines' por curiosos, anecdóticos y, en cierto modo, por lo que de extraño supone una mofa a un primer espada mundial. Pero si le ocurre a un jugador en fase de aspirantazgo, a un becario que aún no ha empatado con nadie y que en el Wyscout tiene una centenaria fila de espera por delante para entrar algún día en la página 1 de preferencias, las conclusiones son otras bien diferentes. Sobre todo si llueve sobre mojado.

Y, menos mal para Verdasca, que en el minuto 91 Demirovic remató su testarazo a bocajarro fuera, rozando el palo derecho, con todo a su favor... después de haberle vuelto a ganar la posición al '5' del Real Zaragoza en otro balón parado. Una doble dosis así en un día de derrota hubiera hecho la herida mucho más grande de lo que ya es. Y esto, de risa, tiene poco para el zaragocismo.

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