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Ojo a la 'radiografía VF': mensajes de profundidad a todas caras

El análisis de Víctor Fernández, en caliente, de la derrota con el Almería retrata con naturalidad al envoltorio postizo del equipo en este curso.

VF hundido en el banquillo ALM
Víctor Fernández, en un gesto contundente de desesperación delante del banquillo, en los últimos minutos del partido del Real Zaragoza ante el Almería.
Guillermo Mestre

Habló Víctor Fernández. Otra vez. Como desde su atípico aterrizaje en el actual Real Zaragoza, hecho realidad el 18 de diciembre pasado, el entrenador del barrio Oliver fue cristalino, transparente y directo al corazón de todos los receptores posibles apenas 10 minutos después de perder por 1-2 ante el Almería en un partido delator de muchas cosas en el equipo y sus alrededores de este curso 2018-19. Dijo cosas, muchas. Y a mucha gente. En todos los estratos.

Primero, sobre el objetivo real y cabal de este año de pobres rentas y solvencias. "Hay que ser honestos y realistas. Si miras hacia arriba y hacia atrás... estamos mucho más cerca de la zona de peligro y de la amenaza permanente que de lo de arriba. Seamos consecuentes y seamos realistas... de verdad. No podemos mandar otro tipo de mensaje. Es que no podemos... Y lo digo yo. Que soy el entrenador. Y el máximo responsable. Y soy un ambicioso y un atrevido, porque siempre lo he sido como entrenador, ¿vale? ", dijo con énfasis y cabreo Fernández. Encendido como el palo de un churrero, quizá cansado de oír durante la semana cantos dulces sobre la Promoción de ascenso, lanzados al aire desde la 15ª posición y a distancia de Winchester del objetivo.

Víctor aprovechó la bofetada almeriense para recolocar la mente a más de uno. "Yo sigo con el mensaje de hace semanas: esto va a ser largo, esto va a ser duro. Porque sí. Porque se ve. Porque tenemos unas virtudes pero tenemos unos defectos, tenemos unas carencias... y no va a ser fácil. Vamos a tener que seguir remando fuerte, y todos juntos", subrayó para que escuchen quienes, en la reacción inicial del equipo con Fernández, enseguida salieron a defender reinos de Taifas culpando de lo anterior a Idiakez y Alcaraz, los dos entrenadores precedentes de esta 'jam sesion' 18-19, para exculpar, entre otros, a los hacedores y valedores de esta plantilla, de este proyecto.

Y Víctor no se recató a la hora de señalar con su índice, también, a los futbolistas. A los actores primeros de cartel cada fin de semana. "No pierdo la perspectiva de lo que tenemos como equipo. De su configuración, de sus características. Las decisiones de los futbolistas van inherentes a la calidad. El talento es tomar las decisiones adecuadas en cada momento, en el lugar específico y en el tiempo adecuado. Los jugadores talentosos son los que menos se equivocan al decidir. Y en la ejecución, aunque pienses bien qué hacer, a lo mejor no te acompaña la calidad para hacerlo bien. No resulta sencillo mejorar este apartado", describió con intención para justificar las máculas del Real Zaragoza actual. Que, para quienes no ven el fútbol con gafas de madera o con anteojeras de mula, se centran en gran medida en el perfil del plantel que alguien diseñó.

"Estoy decepcionado y fastidiado. Y preocupado, siempre estoy. Cuando uno está en esta zona de la clasificación (15º)... es muy peligroso. Hay que salir cuanto antes de abajo, pero no va a ser fácil, insisto, no va a ser fácil", redundó Víctor en una rueda de prensa que conviene guardar y revisar varias veces. A 3 de marzo, ha tenido que venir Fernández a remarcar denuncias perseguidas que no se atendieron y se atacaron con fiereza desde dentro cuando se expusieron hace meses como núcleo de los males que se avecinaban.

Fernández lamentó las taras del equipo, puestas de manifiesto de nuevo ante el Almería. "... Unas veces es el último pase, otras son los tiros desviados, otras son la toma de decisiones, otras es la poca productividad a pelota parada en todas las faltas y los córneres...", comenzó resaltando en un listado pernicioso. "No somos un equipo dominador en las áreas, no somos contundentes ni en la faceta ofensiva ni en la defensiva. Disparamos muchas veces, pero nunca con puntería, lo hacemos con disparos lejanísimos", prosiguió con el retrato robot de un bloque con muchas abolladuras de origen.

"Cuando hemos hecho el 1-1, ni siquiera hemos sabido aguantar el empate. Porque, cuando uno no puede ganar, siempre es bueno el empate, y no sabemos...", continuó su lamento descriptivo. "El equipo, en el segundo tiempo, no me ha gustado. No me ha transmitido. No me ha transmitido sensaciones de que podíamos ganar", denunció sin tapujos.  "Hemos sido muy inocentes. Ellos han hecho 25 faltas y nosotros solo 14. Y nos vamos con un expulsado y con más tarjetas amarillas que ellos", remató sus censuras hacia los futbolistas. 

No hay buzón dentro del Real Zaragoza que no tenga una misiva de Víctor Fernández en esta comparecencia ante los medios tras caer 1-2 con el Almería en este prematuro 3 de marzo. A falta de más de 3 meses para que la liga concluya, con solo 31 puntos y en el ras del puesto 16º, convendría que muchos de los remitidos reconsideraran sus poses y posturas. El fútbol no es material maleable ni dúctil cuando se pone tozudo. Víctor Fernández, lindando los 59 años y los 30 de experiencia, ha venido "enviado" (sic, dicho por él mismo públicamente), puesto aquí por "el Universo" (otro sic), para decir cosas como estas. Contra corriente. Fuera del orden del día. Pero verdades como puños todas ellas. Y que, en boca de Idiakez o Alcaraz, soto voce en su día, fueron catalogadas como anatema. Si en marzo no es pecado decirlas, tampoco lo era en noviembre ni en septiembre. Es lo de los barros y los lodos. A ver quién sale al cruce de Fernández a estas alturas del largometraje... a ver si alguien intenta afear su descripción global del actual proyecto 2018-19, como a sus predecesores y quienes avisaron de lo que sobrevenía por causas objetivas de primer orden.

Ahora, puestas las cosas claras por parte de Víctor Fernández en este arranque de sinceridad y con fotografía macrorrealista, el fin próximo será ganar en Granada y empezar a nadar hacia la orilla con cierta velocidad, antes de que el mar y las lunas causen olas mayores. Si las matemáticas dejan de ser amigas, habrá que matricularse en letras...

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