Real Zaragoza

Víctor Fernández lo apuesta todo al balón

Regresó una década después a la ciudad deportiva con la pelota como protagonista. Mantuvo una charla de media hora en el vestuario.

Víctor Fernández, pensativo en el entrenamiento de ayer en la Ciudad Deportiva.
Toni Galán

Un sol rotundo y una temperatura primaveral en pleno 19 de diciembre sonrieron al primer día de la tercera etapa de Víctor Fernández en el banquillo del Real Zaragoza. Un guiño azaroso que ojalá sea el presagio de lo que le aguarda al equipo desde el próximo sábado, con el trascendental partido frente al Extremadura en La Romareda, hasta el final de la temporada.

Sin tiempo que perder –la precaria situación clasificatoria no permite recesos–, el técnico del barrio Oliver retornó a la Ciudad Deportiva diez años después de su última incursión. Tras enfundarse un chándal negro y calzarse las botas de tacos, a las 10.50 enfiló hacia el vestuario de los jugadores, acompañado de José Luis Rodríguez ‘Loreto’, su mano derecha y antiguo pupilo, y Roberto Cabellud, que se incorpora al departamento de Metodología que dirige José_Luis Arjol. También estuvo presente el director deportivo Lalo Arantegui. Fueron 30 minutos de charla, cara a cara, con sus futbolistas. Un buen momento para verbalizar el camino que se va a recorrer en adelante. Focalizar la energía y los pensamientos del colectivo hacia el inexcusable bien común de escapar y poner tierra por medio con la zona de descenso se adivina como uno de los principales desafíos del preparador zaragozano.

Tras las palabras, llegó el momento de los hechos en el campo de entrenamiento. Víctor accedió al verde en diálogo con el capitán Alberto Zapater, que no se ejercitó junto a sus compañeros a consecuencia de un golpe que sufrió el martes. Sí se alistaron tres jugadores que habían estado ausentes por problemas físicos: Álex Muñoz, que fue baja la pasada jornada frente al Deportivo de la Coruña por unas molestias musculares; Georgi Papunashvili, que se halla en la recta final de su recuperación y que no es descartable que figure en la convocatoria para el próximo sábado; e Íñigo Eguaras, al que se espera para 2019 en su batalla contra la pubalgia que le martillea.

Mimo al balón

Fiel a su filosofía de dar un buen trato al balón, el esférico no tardó en erigirse en el gran protagonista de la sesión. Tras las pertinentes y escuetas vueltas al rectángulo, comenzaron sin dilación los ejercicios con el cuero.

Víctor, que mantuvo una larga conversación con el fisioterapeuta Míchel Román, observó atentamente las evoluciones. Y mucho más cuando, de la mano de Cabellud, se organizaron dos rondos a la usanza de Johan Cruyff. «A un toque, siempre a un toque», advirtió Cabellud en representación del técnico. La finalidad era mover el balón con la máxima velocidad posible y, en el mejor de los casos, realizando caños entre las piernas del compañero que se hallaba en el centro. Se celebraba como una victoria cuando se alcanzaban los 20 toques seguidos ininterrumpidos.

Unas prácticas en apariencia anecdóticas que en realidad delatan que el ADN de Víctor permanece inalterable desde que en 1991, con apenas 30 años, aceptara el reto de sustituir a Ildo Maneiro en otro momento de zozobra zaragocista. Casi tres décadas después, el compromiso y el estilo no se han corrompido.