El partido contra el Granada adquiere tintes de alto rango

Después 2 meses sin victorias, el Real Zaragoza no puede acumular 8 jornadas seguidas sin ganar. En el club no se concibe otro tropiezo, mucho más tras haber cambiado ya de entrenador.

Lalo Arantegui, el director deportivo (izda.), junto al nuevo entrenador, Alcaraz, y José Mari Barba, el secretario técnico (dcha., en las escaleras), camino de la presentación del segundo hace una semana.
Lalo Arantegui, el director deportivo (izda.), junto al nuevo entrenador, Alcaraz, y José Mari Barba, el secretario técnico (dcha., en las escaleras), camino de la presentación del segundo hace una semana.
Guillermo Mestre

Que vienen curvas en el siguiente tramo liguero del Real Zaragoza no escapa a nadie a estas alturas. El partido Real Zaragoza-Granada del próximo domingo en La Romareda (20.30) ya no va a ser como los demás hasta ahora. Se acabó el tiempo de normalidad, de rutinas, de verlas venir en muchos de los rincones del zaragocismo, en esa fase siempre expectante del inicio de cada temporada. Tras la fea derrota de Elche hace unas horas, en el seno del club existe una preocupación profunda por la crisis de resultados que afecta de lleno a todo el área futbolística y que tiene al Zaragoza sin catar un triunfo desde el 8 de septiembre en Oviedo. O sea, cuando los granadinos pisen el estadio municipal, hará casi dos meses desde que empezó la huelga de triunfos del equipo blanquillo. Es una barbaridad, un socavón de solvencia enormemente exagerado, inesperado y dañino para las perspectivas con las que se puso en marcha esta temporada 2018-19.

Nadie del Real Zaragoza, en ninguna posición (ya sea sobre el césped o en otras ubicaciones de la tribuna), acudirá a ese duelo con la mente abierta a cualquier desembocadura en el marcador. Eso ya no cabe. Al contrario, para que el devenir de las cosas mantenga un pulso más o menos firme y pueda dar paso a una reacción progresiva en el futuro más próximo, es imperiosa la victoria ante el Granada. Todo el mundo va a conocer durante las próximas fechas que ya no se está en disposición de seguir agrandando este rosario de fiascos. Así de crudo. Que se tiene que acabar con el serial que se inició en Almería, que continuó ante el Lugo, el Albacete, el Osasuna, el Numancia, el Tenerife y que se alargó en Elche hasta componer una cadena de siete jornadas seguidas sin vencer (sumando solo 3 de los últimos 21 puntos en disputa). Todos los implicados en la película serán el domingo sabedores de que un nuevo apagón llevará los derroteros del día a día a lugares insospechados hace apenas 50 o 60 días. Mucho más cuando ya se ha optado por mover una pieza del plan inicial, la del entrenador, con el despido de Idiakez y el relevo por Alcaraz. Ese intento de solución ya está ejecutado.

O se corta de cuajo esta hemorragia, o será necesario seguir buscando soluciones con la celeridad que requiere un asunto tan delicado y, a la vez, tan palmario. El Real Zaragoza acaba esta 11ª jornada en el ras del descenso a Segunda B. Es cuarto por la cola, ex aequo con el Cádiz, con solo 11 puntos, promedio letal en su proyección hasta junio (a punto por jornada, solo salen 42, cifra insuficiente para sobrevivir). Ahora mismo, solo hay tres equipos por debajo con menos puntos: Extremadura, Nástic de Tarragona y Córdoba, y los tres con opciones de dar caza de un solo zarpazo a los aragoneses que, por ende, estarían en riesgo de ser colistas en caso de patinar ante un Granada que llegará ubicado en el vagón de los líderes de la categoría, en ascenso directo junto al Málaga.

No hay más alternativa el domingo que concluir la noche con los 3 puntos en el haber del Real Zaragoza. No entra en los baremos de la paciencia más cabal, de la medicina preventiva más conservadora en los despachos de la entidad, que la concatenación de bofetones se amplíe a ocho ante los granadinos y, a consecuencia de ellos, la tabla clasificatoria origine un susto de muerte a quien la vea antes de acostarse ese día. Se considera que, para bache de grandes dimensiones, ya está bien hasta dónde ha llegado tras lo de Elche y la permuta en el banquillo de la semana anterior. Pero, asimismo, los códigos del fútbol son estrictos y, del mismo modo que, a diferencia del año precedente, se ha optado con rapidez a cambiar de entrenador, si esa reparación no funciona será obligado seguir escrutando el origen de los problemas y ponerles coto.

En el puesto de mando, en la plana mayor, se observa que todavía quedan 31 jornadas para el final, un mundo, más de siete meses de competición. Que las distancias con el objetivo supremo de este curso, el de estar arriba todo el tiempo, aún no son insalvables aunque cada día se hagan más amplias y desmoralizantes (6 con la zona de promoción, el doble, 12, con el ascenso directo). Pero para que esta visión con gafas optimistas -o, al menos, no derrotistas- tenga razón de ser, es impepinable empezar a ganar varios partidos de inmediato y salir del pozo, del peligroso atasco. Y, si no es así, cuanto antes de planifique un nuevo plan de reflotamiento, será más efectivo. Con el mercado invernal de fichajes a 62 días vista, el área deportiva está enfocada de lleno ya. Y ganará en intensidad el haz de luz que la circunda si no surgen los triunfos. El nivel freático ha subido de altura en su interior exponencialmente respecto de los errores manifestados en los dos últimos meses, que no son pocos. Tanto que ya hay dificultades para hacer pie. El Real Zaragoza-Granada tiene ya un alto valor estratégico.

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